La joven poeta Andrea Cabel debuta con Las falsas actitudes del agua, primer premio del concurso Esquina de Papel y uno de los mejores poemarios del año
Por Tomacini Sinche López
¿En qué momento de tu vida te das cuenta que quieres ser poeta?
Cuando comienzo a sentir que la poesía es un fin en sí mismo, cuando aparece con fuerza y para quedarse como una necesidad vital. Cuando no puedo dejar de pensarla y encontrarla en cada cosa que hago o que pienso, es decir, cuando la experiencia se hace insoportable y me obliga a hablar en lenguajes distintos, en lenguajes rotos y tristes, a veces melancólicos y más bien personales, profundos.
¿Qué poemarios o poetas te han marcado?
Te menciono los que recuerdo ahora como impactantes, como los que me hicieron repensar la poesía y me acercaron mucho más a ella. El hundimiento del Titanic, de Hans M. Enzerberger; Ese puerto existe y Ejercicios materiales, de Blanca Varela; Trilce de César Vallejo; y Noche oscura del cuerpo y Ceremonia solitaria, de Jorge Eduardo Eielson.
¿A qué te refieres con "las falsas actitudes del agua"?
Por un lado al aspecto performativo del lenguaje, al lado lúdico de la palabra; por otro, a la necesidad que siento de morir y de nacer muchas veces en esta vida. A la necesidad de ser agua con todo lo que ello pueda representar para cada uno de nosotros, y a la necesidad, al mismo tiempo, de ser uno mismo siempre.
¿Qué nos quieres transmitir?
Un conjunto de momentos y de espacios que logran decir emociones, sensaciones fuertes. Despecho, rabia, amor. Pena, nostalgia, desencuentros, idealizaciones rotas, búsquedas constantes, repreguntas. Intento transmitir esos momentos.
Aprecio en tu poesía una voz nostálgica y acongojada...
Sí es así, pero no sólo está esa voz. De hecho, intento que las voces poéticas que se crucen en el poemario, conciban una unidad entre ellas, un conjunto. El dialogismo que pretendo entre ellas está guiado por una fuerte conciencia musical y por un fuerte impulso plástico. La nostalgia y la tristeza están en todos lados, pero de distintas maneras.
También hay un cuidadoso trabajo lúdico de la palabra, lleno de imágenes y sensaciones...
Me tomo mi tiempo en lograr atrapar las imágenes que quiero. Usualmente escribo de golpe casi todo, pero luego, el proceso de selección es mucho más arduo que el de simplemente soltar todo lo que se me ocurre. Sacar versos, cambiarlos, pintarlos, colorearlos, dejarlos secar. Luego volver, mirarlos, mirarlos más de cerca. Alejarlos... luego volver. Trabajo mi poesía con lo que puedo aproximar como intuición, pasión, osadía, incluso con rabia y con muchísimo cariño.
Carlos Germán Belli ha dicho que tu poesía es "una apretada suma de enigmas", ¿qué opinas?
Sí, claro, es así. Una fiesta llena de máscaras, sacas una y tras ella hay otra y otra, y así. Una manera personal de explicar mi mundo y su relación con el mundo "de afuera", con lo que se conoce como "realidad". La "apretada suma de enigmas" da como resultado otro enigma y esas son las actitudes que puede tomar el agua, la de vida y resurrección, junto con la del ahogo y profundidad.
Por otro lado, ¿qué opinión te merece el actual momento de la poesía peruana?
Creo que ahora hay mucha poesía, casi para todos los gustos. Siento el ambiente literario lleno de osadía y de fuerza. Hay iniciativas, algunas muy buenas, para fomentar la escritura, para perderle el miedo a la hoja en blanco, hay muchos recitales y se reinventan maneras de acercarse a la literatura, no sólo a la poesía.
Finalmente, ¿cuáles son tus próximos proyectos?
Encontrar la columna vertebral de mi tesis de licenciatura, dedicada a Eielson. Viajar un poco. Seguir escribiendo, seguir escribiendo...