Cine: Filme Mariposa Negra y Melania Urbina alzan vuelo tras triunfos en Canadá y Francia. Habla su director, Francisco Lombardi
Entrevista de J. Tsang
Francisco Lombardi (Tacna, 1947) vive entre dos polos. Entre el respeto y la crítica que no congenia con sus filmes; entre los proyectos y un país que frecuentemente le da la espalda, como cuando fue dirigente de fútbol. Con su decimotercer largometraje, Mariposa Negra, ha ocurrido algo similar. Obtuvo el premio a Mejor Película Latinoamericana en el Festival de Montreal, Canadá; y su protagonista, Melania Urbina, conquistó el galardón a la Mejor Interpretación Femenina en el Festival de Biarritz de Cines y Cultura de América Latina, evento celebrado en Francia. Mientras tanto, la crítica local y foránea (los periodistas del país galo soltaron frases del tipo "trama artificial que se estira" para calificar la cinta) mira con recelo este trabajo basado en la novela Grandes Miradas de Alonso Cueto, que tiene como punto de partida el asesinato del juez César Díaz Gutiérrez por las huestes de Montesinos, noticia que fuera difundida por CARETAS en julio del 2000. Contrario a los aires de divo que se le achacan, el director reflexiona: "Los cineastas que tienen proyectos y no hacen nada son más estériles que los que van haciendo lo que pueden. Como no soy un talento desbordado, trato de ser un buen profesional. Luego de cada filme siempre me quedo con la sensación de esto no es lo que quería hacer". A semejanza de sus personajes, Lombardi se mueve entre la decepción y la búsqueda de justicia, y son esos motivos los que empujan a Gabriela, la viuda del juez, a meterse en la piel de una dama de compañía de la alta sociedad para llegar hasta las fauces del ex jefe del Servicio de Inteligencia.
Has dicho que es un defecto relacionar tus filmes a un contexto nacional. ¿Por qué?
Puede ser un defecto porque, como pasó en Montreal, se termina hablando de los temas y no de las historias. La gente pregunta: "¿Así es el Perú?".
¿La metáfora no es excesiva en esta etapa de tu cine?
Cuando uno está inmerso en el proceso de hacer una película es difícil tener distancia para hacer una evaluación. Por ejemplo, en Ojos Que no Ven, que tiene la virtud de encarar un tema que define nuestra sociedad como la corrupción, quizá me excedí al contar 6 historias. Y el personaje de la voz en off, el de Palacio de Justicia, es interesante, pero se vuelve reiterativo, consciente.
¿Qué es lo que menos te gusta de Mariposa Negra? ¿Quizá la parte de Yvonne Frayssinet? (N. del redactor: Frayssinet es una lesbiana que se involucra con Melania Urbina).
No, esa parte sí me gusta. Lo malo es que llega tarde, entonces como que la cinta vuelve a comenzar. Pero esa historia tiene verdad.
El público limeño se rió cuando Montesinos (Mario Velásquez) aparece.
Es por el asombro de reconocer algo. Es un poco: "Si es un personaje de la vida real, cómo puede estar con los actores". Me parece un ejercicio audaz incluirlo, es como una irrupción de la realidad en la ficción, y eso es algo que se ha hecho poco en el cine peruano.
¿Te acercaste al cine por la realidad o por el cine mismo?
Es paradójico: me acerqué al cine para alejarme de la realidad. A diferencia de otros chicos, siempre supe qué quería hacer, y a mi madre le tranquilizaba saber que estaba en el cine en lugar de estar vagando en la calle. Viví en una ciudad pequeña, donde la gente se aburre mucho. Encontré en el cine mi escape hacia la fantasía y terminé haciendo filmes vinculados a la realidad.
En ese vínculo con lo real, ¿sientes que esa desazón moral de tus cintas te tocó, especialmente en el terreno del fútbol?
Lo que más me tocó fue el rol del periodismo deportivo. Cuando con Cristal salimos tricampeones y casi ganamos la Libertadores en el 97, provocó mucha envidia que uno de sus responsables fuera un cineasta. En la Federación Peruana de Fútbol, en cambio, fui perseguido por querer hacer cambios, por modificar sus estructuras rígidas. Y eso es muy complicado. Quizá sea un signo de derrotismo personal, pero no volveré a ser dirigente.
Se te vinculó con el representante Carlos Delgado.
Son mentiras. A Carlos lo conozco aunque no es un amigo cercano. Lo que más me indigna son esas acusaciones de pactos poco éticos o intereses económicos.
¿Peleado o reconciliado con el Perú?
Quizá me arrepiento de mi paso por la Federación, pero en el cine, que tu filme no guste es normal. También he sido crítico y era severo. Quiénes hoy dicen que el cine peruano es pésimo tendrían que ver cómo era el cine de ese entonces. Hubiera sido impensable un Josué Méndez, por ejemplo.