El escritor de Puta Linda, sus múltiples peripecias y su gran romance con la prensa, las letras y las mujeres
Fernando Ampuero pertenece a esa estirpe de hombres que no pasa desapercibido, aunque se encuentre en medio de una muchedumbre. Muy alto, atlético y de un ánimo vivaz que se expresa en una risa hiperventilada y contagiosa, este periodista y narrador de 56 años dijo alguna vez tener un temperamento tímido y propenso al pánico escénico. Pero eso es difícil de creer, sobre todo cuando, coqueto impenitente, nos regala una de sus calculadas y fotogénicas sonrisas para ilustrar esta nota. Lo que sí es indudable es que Fernando ha vivido para contarla. Cuando tenía veinte años recorrió el mundo con sólo una mochila al hombro. En sus treintas se convirtió en una figura de la prensa televisiva, conduciendo programas como Visión, Documentos, Uno más uno y 525. A los cuarenta, siendo subdirector de la revista CARETAS, naufragó en las heladas aguas de Tierra del Fuego. Ya cincuentón, esquivó la muerte una vez más al sobreponerse milagrosamente de un cáncer. Y actualmente, consciente de que no tiene siete vidas, y para hacer más cinematográfica su azarosa existencia, vive rodeado de guardaespaldas que lo protegen del narcotráfico internacional, al que le sigue la pista en su condición de jefe de la Unidad de Investigación del diario El Comercio.
En ese lapso de tiempo, se casó, tuvo dos hijas y se divorció dos veces; también tuvo algunos affaires y le inventaron otros tantos, ganó enemigos irreconciliables, se compró una casa en la playa y escribió prolíficamente. Entres sus libros de juventud, se cuentan las novelas Mamotreto (1974) y Miraflores Melody (1979), la colección de cuentos Paren el mundo que aquí me bajo (1972) y un grupo de interesantes crónicas periodísticas reunidas bajo el título Gato encerrado (1987).
"Yo llevo una doble vida", confiesa, "la del periodista y la del escritor. El periodismo es una vocación muy importante para mí, porque además es mi trabajo alimenticio. La literatura, en cambio, es el trabajo que me da vida". Felizmente, agrega, ambas vocaciones no se excluyen, aunque hubo un tiempo en que la prensa le demandó dedicación exclusiva. Fue durante su época de reportero y conductor de programas periodísticos, así como los años en que fue parte del staff de la revista CARETAS. "Hice periodismo político y pasé como 8 ó 9 años sin escribir, aunque leía mucho. Estaba más metido en la realidad de un país convulsionado por el terrorismo", afirma.
El punto de retorno a la ficción sería la terrible realidad de Tierra del Fuego, en 1991. Resulta que el bote en el que estaba Ampuero como excursionista, zozobró tras el desprendimiento de 400 toneladas de hielo de la pared de un glaciar, que a su vez provocó una ola de doce metros de altura. “Luego de este episodio, me sentí desolado, vacío, y tuve la necesidad de volver a escribir cuentos”. Y fue allí que empezó a publicar los libros de su madurez: las novelas El Enano – Historia de una enemistad y Caramelo Verde, los libros de cuentos Bicho Raro, Malos Modales, Mujeres Difíciles, Hombres Benditos, la obra de teatro Arresto domiciliario y los poemarios Muslo que subo y Voces de luna llena.
Quince años después, Ampuero publica Puta Linda (Editorial Planeta), la historia de un joven aprendiz de escritor que recurre a una meretriz para proveerse de material literario. Esta nueva entrega supone un paso adelante en su carrera, pues ahora nada menos que Carmen Balcells, la mítica representante de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique, será su agente literaria. Algunos ya auguran su internacionalización definitiva.
¿Cómo construiste a Noemí, la protagonista de Puta Linda?
Creo que de alguna manera tenía guardado a este personaje en el corazón. A fines de los 60 y comienzos de los liberales 70, los muchachos nos acostábamos con nuestras chicas, claro, pero de todos modos íbamos a los burdeles a hacer un poco de… turismo de aventura (risas). En todo caso, lo que hice fue evocar esa época: los escritores sólo deben escribir las novelas que llevan dentro.
Uno de tus personajes dice que el anhelo de toda actriz es interpretar a una prostituta. ¿Crees que ese es también un deseo que comparten todas las mujeres?
Creo que sí, pero en el buen término. Hablo de ese lirismo putañero, no de uno venal y terrible. Para decirlo con un verso de Octavio Paz, "Déjame ser tu puta", le dijo Eloísa a Abelardo, pero quiso decir, "déjame ser la persona que te de todo el placer y todo el amor por encima de las convenciones sociales". Es un modo de entregar el alma y no solamente el cuerpo.
Pasando a otro tema: Tienes una imagen de galán maduro. ¿Es justificada o es un mito urbano?
Yo creo que aquí hay una confusión. Alguna gente me quiere ver como un seductor. No lo soy. Tan solo he tenido muchos fracasos sentimentales y, en el intento de recomponer las cosas, alguien me ha fabricado esta leyenda.
Pero no me vas a decir que no eres enamorador.
He sido enamorador. Por favor, trata de creerme.
En todo caso ¿cuál es la mujer con la que siempre soñaste y nunca podrás tener?
Obviamente todas las mujeres prohibidas.
¿Cómo sería la mujer perfecta?
Como Soledad, mi novia.
¿Y tu primer amor?
Cada vez que me enamoro siento que se trata de mi primer amor.
A propósito, ¿qué prefieres: "mujeres difíciles" o "putas lindas"?
Si estás hablando de mi vida literaria, cada una tuvo su momento. Si me hablas de la vida real, también.