De modelo y cantante de rock a radiante mamá y poeta sombría. En Lima para presentar su primer poemario. La cita es el miércoles 20 de diciembre en Patagonia
Por César Sarria
Que la imagen de los cosméticos Avant Garde tuviera 16 años y leyera con igual entusiasmo al nihilista Nietzsche y a la poeta suicida Alejandra Pizarnik no era algo común en 1990, y tampoco lo es ahora. El nombre de esa chica de pelo negro, delgada y pecosa era Paloma La Hoz y combinaba las pasarelas con la poesía y el rock underground. Tenía apenas siete años cuando escribió su primer poema. En él hablaba con tristeza pero sin temor de la muerte de un anciano. Al regresar a Lima de su casa de Pucusana ese mismo fin de semana se enteró que su bisabuela había muerto. Desde entonces la muerte, la noche y las aves son los temas recurrentes en su poesía.
Hija del poeta Luis La Hoz, Paloma siempre destacó por su belleza y en su adolescencia no le fue difícil convertirse en una cotizada modelo. Llegó a ser tan conocida que en 1998 fue convocada por Iguana para ser una de las protagonistas de la telenovela Apocalipsis, junto a Salvador del Solar. Un año después se casó por primera vez con Michael Lovon, un cantante de rock, del que se divorció cuatro años después.
Su vida luego dio un giro con su viaje a Londres, el nacimiento de su hijo y su nuevo matrimonio. Desde hace un par de meses vive en Minnesota, Estados Unidos, y combina la poesía con la crianza de Nicolás, de año y medio, en una ciudad que, según ella, limita su necesidad de volar.
¿Tu nombre ha tenido algo que ver con tu forma de ser?
Yo siempre he pensado que tengo un ave dentro. Es más, tengo un sueño recurrente. Me sueño volando. Si me dieran la oportunidad de pedir un deseo, ese sería volar.
Paloma es un nombre poco común en chicas de tu generación, ¿siempre te gustó?
Me gustaba que nadie se llame Paloma, me hacía sentir especial. Pero cuando salí del colegio a la realidad, fue muy duro darme cuenta de que era una más.
Empezaste a modelar a los 15 años, ¿hasta que edad lo hiciste?
Hasta que me fui de viaje a Londres en el 2003. Como modelo ganaba bien y vivía de eso, además no tenía un horario fijo. No imaginé mi vida con horario de oficina entrando a las 9 de la mañana y saliendo a las 6 de la tarde.
¿Nunca quisiste estudiar una carrera?
Estudié Filosofía en la Universidad Pontificia y Civil de Lima, pero no la terminé. Estuve en la facultad sólo año y medio. A los 16 era un poco soberbia y pensé que por haber leído a Nietzsche y a Sartre podía ser filosofa. Me di cuenta que eso no era para mí.
En el 2004, también fuiste la vocalista de '12 garras', un grupo de rock underground, ¿cómo llegas a la música?
Desde que estaba en el colegio me gustaba cantar en las actuaciones. Aunque no tengo buena voz siempre quise formar mi propia banda de rock. Pienso que eran mis últimas acciones como adolescente.
Pero tenías 29 años…
Hasta esa edad fui una adolescente. Yo siempre fui rockera y mis amigos también. Quería sacarme el clavo y ser una estrella de rock. Pero yo ya sabía que me iba a Londres y no iba a tener tiempo de crear mi propia banda, así es que acepté la propuesta de este grupo.
Pero, ¿por qué querías ser rockera?
Porque quería enfrentarme a la sociedad, romper con esa imagen de modelito "pituca" y decir lo que quería.
¿Dónde cantaban?
En los conos. La mayor parte de gente que escucha ese tipo de música está en los conos. Ellos tienen más motivos para protestar y estar descontentos con la sociedad que nosotros que vivimos en Miraflores o en Barranco. Eran conciertos de aproximadamente mil personas para las que yo era finalmente una pituca y ellos no entendían por qué renegaba.
¿Y de qué renegabas?
Cada uno tiene sus propios problemas y sus motivos para quejarse y sufrir sin que tenga que ver con el nivel socioeconómico.
¿Cuál fue tu mejor momento como roquera?
Fue en el centro de Lima, en el Yacana. El sitio estaba repleto y la gente, eufórica. Yo ya estaba canchera y le gritaba al público pero eso sí, siempre bien arreglada.
¿Cómo conociste a Andrés Prado, tu actual esposo?
Lo conocí hace muchos años en Máncora. De vez en cuando nos encontrábamos en Barranco pero nunca pasó nada. Luego yo me casé y él también. Nos volvimos a ver años después en Lima, ya divorciados ambos. El vino de Londres para quedarse unos meses y nos enamoramos.
¿Y se casaron?
Sí, nos casamos hace casi cuatro meses en Las Vegas. En una de esas capillas al paso.
¡Como en las películas!
Exacto. Era lo más fácil. Andrés estuvo casado con una inglesa y se divorció allá. Y sus papeles del divorcio requerían demasiados trámites para poder casarnos acá, así que decidimos irnos a Las Vegas que era lo más fácil y barato. Mi hijo Nicolás fue nuestro testigo. No tuvo nada de glamoroso.
¿Qué opina tu padre de tus poemas?
Le gustan. Creo que se ha sorprendido gratamente porque no había leído nada mío desde que estaba en el colegio. Nunca antes me había atrevido a mostrarle mis poemas.
Pero alguna crítica te debe haber hecho…
Al menos no me ha dicho: "Dedícate a otra cosa". Y eso ya es bastante.
¿Tu poesía está inspirada en tu propia vida?
Es una revisión de una serie de eventos en mi vida. Muy necesaria desde el punto de vista creativo. Necesitaba cerrar una etapa.
El poema "Confesión" parece una visión nostálgica pero a la vez arrepentida de noches de juerga y excesos…
Sí, he tenido una vida nocturna muy intensa. Finalmente, mantener ese ritmo te agota y te lleva a una serie de desengaños. Las cosas que parecen maravillosas finalmente no lo son. Esa fue una de las razones por las cuales me divorcié de mi primer esposo. No regresaría a esa vida por nada.
Azul Pájaro Negro
Creí en el azul pájaro negro
En las largas noches de día
En las risas y cristales
Ahora creo en la memoria
En las cornisas
En mi próximo escape