Últimas acrobacias literarias del poeta Óscar Málaga
Por Maribel de Paz
"Lo que voy a decir no es tan importante como lo que te puedes imaginar", dice de arranque Óscar Málaga y desde ya provoca preguntarle más. Habiendo vivido más de una década en China, Málaga acaba de publicar El secreto de la trapecista, la historia totalmente falsa, según propia confesión, del primer circo que llega a Lima, un circo donde erotismo y fruición por los culos se entremezclan con algo tan serio como la salvación del circo mismo. Ambientada en los primeros años de la Independencia del Perú, ahí están la mujer barbuda de cuerpo apetecible, el hombre más fuerte del mundo con la voz más chillona del mundo, el enano grande, el enano chico, el tragafuegos enamorado y, obviamente, las trapecistas.
¿El origen de la historia? Un sueño del autor allá por el año 93 en Pekín. "Una noche soñé con un circo, yo estaba colgado en un palco en el cielo, y de ahí miraba toda la vida del circo, veía la mujer barbuda que se afeitaba, pero también lo que le pasaba después, que se enamoraba, que moría, era como mirar toda la vida de esta gente en simultáneo", explica Málaga, quien vuelve a romper el silencio editorial que lo caracteriza y cree que una novela que no dice las cosas claras es una novela fracasada.
En la novela empleas palabras ajenas a los inicios de la República. Tus personajes dicen "huevón".
Es totalmente anacrónico, porque no quería hacer una novela histórica. Además, tampoco había concurso "Señorita Independencia", como el que aparece en el libro. He querido que se note que es una novela grotesca, que bordea el ridículo. Almodóvar, por ejemplo, hace películas donde lo grotesco está al borde de lo genial. En "Volver" la aparente muerta se mete debajo de la cama. Es ridículo pero genial, y además muestra la separación del mundo de arriba y el mundo de abajo. Creo que la literatura debe correr ese riesgo, llegar al borde de lo ridículo para demostrar una situación que está en el borde de lo razonable. He tenido la intención de hacer una novela divertida.
Como la fascinación del dueño del circo por los culos.
Que comparto... Me parecía que era significativo para un hombre como el dueño del circo, esa preocupación por encontrar algo en los culos, un lunar, por ejemplo.
No te has internado en un circo para escribir el libro.
Es absolutamente ficción. Es una novela totalmente atemporal. La puedes leer ahora o dentro de mil años y da lo mismo. Me parecía que si empezaba un proceso de investigación iba a terminar con mi interés de generar la ficción total. Pero de niño, para Fiestas Patrias, mis padres siempre me llevaban al circo vestido de circo: con manzanita acaramelada en la mano. Y además el circo tenía un olor especial.
A caca.
Pero caca de animal. Claro. Y había cosas que te daban cierto temor pero eran agradables. Por ejemplo, cuando salía la jaula del león salían los hombres con las escopetas señalándolos en caso de que se escaparan. Claro que al león lo tenían con Diazepán. Y los elefantes giraban sobre una especie de batea. Daba miedo cuando el culo del elefante te pasaba por la cara.
Seguimos con los culos...
Pero el de elefante, que es el único que da miedo.
Y no tenía lunar.
No hice la introspección necesaria. Pero luego ya no había elefantes y llegaron los circos de Moscú y de Pekín, con ilusionistas y acróbatas, pero el verdadero circo tenía más de freak.
¿Y tú qué personaje serías dentro de ese freakshow?
Don José, el dueño del circo, un circo que está en ruinas y por el cual todos están dispuestos a colaborar porque salga de ese estado. Intento mostrar que el mundo del circo es menos caótico que el mundo exterior. Es más solidario, más coherente. En ese mundo del circo, aparentemente irracional, anormal, hay un espíritu de unidad, mientras que en el mundo de afuera, que sería el Perú, ese espíritu de unidad ha desaparecido. En el circo, sus seres extraños tienen más elementos que los vinculan, a comparación de nosotros, los de afuera. Como dice el director del diario de la ciudad, no sabemos qué somos, por qué estamos juntos.
¿Qué somos?
Tengo una experiencia muy particular sobre el asunto. Cuando en China decía que teníamos problemas de identidad los chinos se reían. Ellos son chinos desde que nacen y saben que son chinos hasta morir. En el Perú, estos procesos de identidad son bastante complejos, con elementos teorizantes más que vitales. En el circo, sus miembros buscan soluciones personales pero sin dejar de pensar que son miembros del circo.
Son chinos perfectos, digamos.
Exacto. Son seres que saben qué son y a dónde van, mientras que el mundo de afuera está lleno de seres que no tienen vinculaciones.
O sea, los peruanos ni siquiera podemos aspirar a ser personajes de circo.
No, los peruanos podemos aspirar a lo que sea.
Otra cosa es lograrlo.
Me parece que la novela es una especie de fábula sobre nuestra condición de latinoamericanos o peruanos, donde hace años vivimos una confusión permanente, extraordinaria.
La madre de la trapecista dice: "en el mundo cada cual tiene su circo que salvar". ¿Cuál sería el tuyo?
La razón de vivir, la literatura. A lo largo de los años de mi vida, que son un montón, he ido optando siempre por tener tiempo para escribir. Así es la vida, hay que optar.
¿Y entre las cárceles de la memoria y la ilusión a las cuales te refieres en la novela, con cuál te quedas?
Con la cárcel de la ilusión, la ilusión de seguir creyendo.