El creador de la China Tudela Loveday tiene el convencimiento de que el rechazo entre peruanos se exacerba en elecciones
Entrevista a Rafo León
Por Patricia del Río
Una vez más, la contienda electoral saca la bandera del racismo como blanco de ataque entre los candidatos. Pocas personas tan autorizadas como Rafo León, creador de uno de los personajes que mejor refleja la discriminación en el Perú, para intentar explicar este fenómeno complejo que da cuenta de diferencias irreconciliables entre los peruanos.
El racismo es un tema que se pone en el tapete con cada proceso electoral. ¿Por qué?
Las elecciones son una oportunidad para enfrentarte al tema de la representación, es decir con qué candidato te sientes expresado, reflejado, o lo que estamos viendo ahora, qué candidato te permite odiar de manera legítima.
¿Y a quién o quiénes representa Humala?
Humala, en este momento, es un apellido que agrupa distintas variantes y concentra varios sectores: Antauro, decididamente, es el brazo lumpenesco; está el desquiciado de Ulises, que habla de decapitaciones y ejecuciones; y por supuesto, está Ollanta Humala que representa al cholo achorado militarote, alimeñado, que causa mucho miedo. El apellido Humala, entonces, concentra una serie de peligros que el 'establishment' limeño ve con verdadero espanto.
¿Cómo se refleja ese miedo?
Por ejemplo, estoy francamente impresionado de cómo cierta prensa escrita, televisada y radial, enfrenta el tema Humala. Creo que hay que aclarar la opción Humala, como hay que aclarar todas las demás, pero apertrecharse en un feudo social y reaccionar con paranoia es lo peor que puede pasar en este momento. No solamente porque se termina alimentando al candidato al que se recusa, sino porque ahondas las brechas que en este país son peligrosísimas, y que puede tener una salida muy seria y muy violenta. Esa reacción de la prensa, básicamente joven, me parece sumamente irresponsable.
¿Somos un país muy racista, polarizado?
El racismo en el Perú definitivamente existe. Tenemos datos concretos, dados por el Indecopi, sobre multas a discotecas por discriminación racial, o las terribles cifras del informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, así que es un hecho innegable.
¿Más allá de los insultos durante las elecciones, cómo se expresa diariamente?
El comportamiento del racismo en el Perú es muy plástico, es adaptativo. No vivimos en un 'apartheid' con reglas de exclusión establecidas; la discriminación es más bien sutil, pero sumada a ciertas condiciones económicas y a determinadas ideas, configura un fenómeno de exclusión mucho más complejo, que va más allá de lo racial.
Un buen ejemplo de esa conducta discriminadora...
El caso de Toledo, por ejemplo. A él no se le ha perdonado una, por el hecho de ser como es. No solo genera ese rechazo por sus rasgos físicos, sino también por su pertenencia a un patrón de conducta que es considerado bien cholo: no puede ocultar su arribismo, se engolosina en el poder, apenas se le da una oportunidad de codearse con una personalidad enloquece. Creo que eso es lo que la pituquería no admite y no le perdona a Toledo ni al empresario exitoso con el que tienen que convivir en su playa.
Como diría la China Tudela, no le perdonan la osadía de querer ser parte de la GCU (Gente Como Uno).
Claro. ¿Quién es este agentado?, dicen algunas personas, y si bien se trata de una expresión horrorosa, se utiliza, y ese tipo de expresiones, de las que hay muchas, son un reflejo de esa discriminación. A Toledo justamente se le ha atacado tanto porque tiene el síntoma físico del prototipo del cholo, pero también el social.
Lo que demuestra que los problemas de discriminación y exclusión abarcan muchos aspectos complejos... Efectivamente, si nos quedamos simplemente en la evidencia física de la raza no podremos entender nada de lo que está ocurriendo actualmente en el Perú. Por ejemplo, podrá parecer frívolo, pero una tiranía evidente es la cultura del buen gusto. Ese es uno de los elementos de mayor exclusión, por lo menos en Lima. Existen reglas no escritas, tácitas, sobre lo que son el buen y el mal gusto, que se ejercen día a día en ciertos sectores sociales altos, y que constituyen barreras de discriminación absolutamente contundentes.
¿Cuáles son esas reglas?
Creo que nadie sabría formularlas con mucha claridad. Lo más revelador que he leído sobre eso fue un e-mail que circuló hace cinco años por toda Lima: el famoso Cholómetro. Se trataba de una tabla de supuestos comportamientos del patrón cholo. Si te sacabas un puntaje alto, debías pensar seriamente en que algo andaba mal contigo
Pero hasta cierto punto es natural que ciertas cosas te parezcan de mal gusto...
Ciertamente, a mí me produce escalofrío cuando las personas aplauden porque aterriza el avión, o me espanta pensar que mi vecino va a sacar los parlantes y el cajón de cerveza y va a armar una fiesta en el pasillo... Eso es de bastante mal gusto, pero yo también me pregunto cuánto de mal gusto hay en las cirugías plásticas de la pituquería que hace que todas las mujeres se vean exactas y crean que son diferentes... Esa burda manera de apegarse a lo físico es de pésimo gusto, como lo es decorar tu casa bajo los principios del feng shui para que el marido se coquee en el sillón.
Se trata de una discriminación más encubierta...
Sobre todo más sutil. Con todo, la derecha y la pituquería tienen cierta sutileza para expresar esta exclusión. Isaac Humala, por ejemplo, no tiene ninguna. Él declara, abiertamente, que solo les dará ciudadanía a los cobrizos y punto. La derecha no va a ser nunca así de clara
¿Porque es políticamente incorrecto, porque la discriminación es inconsciente? ¿A qué responde la sutileza?
Hay cierta conciencia de que estas cosas no se pueden decir en público, salvo la China Tudela, por supuesto, así que estas expresiones se quedan en el ámbito de la conversación privada, se escuchan en circuitos muy cerrados donde se permite muchísimo.
Ahora, el discriminado no necesita que se lo digan para saberse excluido...
Por supuesto, el discriminado se estrella con su condición cuando llega a una discoteca y no lo dejan entrar; y después de eso va a ser muy difícil que vote o le crea a Lourdes Flores, a Paniagua, o a Salinas. La discriminación se siente, es evidente.
¿Y es cada vez peor?
Difícil decirlo. Por ejemplo, estoy viendo las repeticiones de Ferrando, que resultan muy interesantes verlas con otros ojos, y si comparas eso con Laura Bozzo, te das cuenta de que se ha retrocedido. En el caso de Bozzo, no solo asistes a la imagen de un sector social muy denigrado, sino animalizado. Creo que Ferrando llegó a construir un universo en el que la gente se podía sentir medianamente retratada con un cierto humor, y al ponerle esa distancia les reservaba una cierta dignidad. En el caso de Bozzo, la discriminación es frontal, es brutal, sin ningún matiz.
¿Qué es lo que defiende o perpetúa esta conducta de la exclusión?
Básicamente, la experiencia del privilegio. Sentirte el elemento actuante y terminal de una tradición muy larga de 400 años, donde tú no has participado de un mundo de sujetos de derecho, sino de sujetos de privilegio. Esa situación de privilegio se traduce en el día a día. Por ejemplo, hace unas semanas se juntaron ocho vuelos en el aeropuerto a las 12 de la noche. Era una locura, había miles de personas esperando pasar por migración. En eso llegó una señora limeña típica, de esas regias, se paró y habló en voz muy alta: qué ridículo, no me he pasado ocho horas en un avión para pasarme seis en un aeropuerto. Y se metió y pasó.
Como si fuera dueña del mundo...
Es exactamente eso: el dominio de la realidad a partir de la noción de privilegio. Eso es lo que se defiende.
Y obviamente el que llegue alguien que no representa este privilegio al poder es terrible...
Es la peor amenaza. Ahora la pregunta es por qué, por ejemplo, una vez que Fujimori llegó al poder, ganándole a Vargas Llosa, cierta derecha se le plegó tan rápido. Yo tengo una hipótesis: a los peruanos les fascina el autoritarismo y Fujimori les vendió la idea de que él podía poner el orden que ellos reclamaban. Se convirtió en una especie de buen capataz de la hacienda, que anda con el látigo en la mano y hace el trabajo sucio que tú ni quieres ver...
Algo en lo que perfectamente podría convertirse Ollanta Humala.
Perfectamente, tiene todos los elementos. En primer lugar, porque lo primero que vehiculiza Humala es esa fascinación por el autoritarismo. Además, ya está coqueteando con la derecha, hay quienes lo están buscando
Y en ese escenario los que hoy le temen olvidarían los elementos radicales de su discurso...
Por supuesto. Como decíamos, el racismo en el Perú es muy plástico, se va adaptando. Fujimori tenía todos los elementos para no ser querido por la derecha y se convirtió en líder indiscutible de buena parte de ella.
Pero sin renegar de esa base popular que le dio su voto...
Es que su talento radica en saber darle gusto a la derecha a través de la pasividad del pueblo. Aparentemente ese perverso modelo es el más deseable, porque implica tranquilidad y orden, las cosas están en su lugar y nada se mueve.
Ahora, tú en tus viajes tienes el privilegio de ir a lugares donde no llega nadie. ¿La gente que conoces en estos sitios tan aislados ha enganchado con Humala? ¿Es cierto que el voto viene de ahí, de los absolutamente excluidos?
Creo que el voto de Humala viene de cierto tipo de excluidos del sur. No quiero hacer un juicio apresurado, pero tengo la impresión de que en sectores bajos del interior del país ahora es Humala, pero más tarde podrá ser quien les ofrezca algo elemental. Puede ser una bolsa de arroz o una carretera. Si no, no te explicas por qué ese caudal fujimorista ha pasado a Humala. Creo que no es guiado por un factor cultural ni político, sino por el factor del acomodo y la conveniencia derivados de la miseria.
Porque tienen la esperanza de recibir algo...
Pero ese algo es elementalísimo. El mayor destructor del partido político es la pobreza, es la marginación, es la exclusión, es la miseria. No hay que hacer un trabajo demasiado delicado para tirarte en contra de los partidos políticos tradicionales y ganarte a una masa en este país.
¿Por qué el tema de la exclusión y la discriminación no se discute, por qué solo se usa para el insulto?
Te contestaré como 'yuppie' tecnócrata: una de las cosas que no hay en el Perú -y creo que va a ser muy difícil que haya- es una visión compartida de desarrollo. Cada quien apunta a lo suyo. Por ejemplo, el empresario -que sin duda ha evolucionado- considera que está cumpliendo su responsabilidad con el país a partir de la generación de empleo. Ahí está su cuota. Más allá de eso no está dispuesto a conceder; por tanto, no hay ninguna voluntad de construir un poder democrático que tenga en cuenta, en similares condiciones, a aquella otra gente que es parte de su planilla y punto. Para muchos empresarios sus trabajadores son simplemente recursos. No hay una voluntad dialogante ni concertadora. Esa creo que es la consecuencia más grave de todo este asunto.
¿No hay puntos de encuentro?
Se pueden buscar, pero es bien complicado. Yo analizo, leo y pienso, y siempre llego a una conclusión elemental, cliché como ella sola: el problema está en la escuela, la educación. En el Perú uno mama la exclusión desde el momento en que entra o a una escuela pública o privada. Ahí, oficialmente, se legitima la diferencia. Ese es un elemento clarísimo de diferenciación muy primario que ya no tiene sutura. Puede que a lo largo de la vida haya puntos de coincidencia por intereses económicos, razones laborales o sociales, pero el sentido de la exclusión ya está sembrado.
¿Por qué hay tanto temor al otro?
Tengo la impresión de que estos fenómenos se dan en el Perú de una manera especialmente aguda, pero no tenemos el privilegio. En Chile, donde estuve hace poco, ante la ausencia de elementos de diferenciación gracias a la estabilidad económica han empezado a desempolvar títulos nobiliarios, es la última moda. Y bueno, no hablemos de los horrores europeos con los migrantes. En el fondo el sentido de la diferencia es muy fuerte. Creo que el temor al otro está dado por el horror a la pobreza, a la limitación de tu estándar de consumo.
¿Crees que en algún futuro lejano o cercano habrá posibilidad de integración?
Pienso que sí hay indicadores de que la integración es posible. Si vas a Arequipa, por ejemplo, y hablas con un arequipeño tradicional, te va a salir con el 'rollo' de que hace 25 años están invadidos por los puneños, que la informalidad y el Estado destruyeron el parque industrial que era ejemplar, que están en la miseria, etc. Sin embargo, vas al Saga de Arequipa, que tiene doce multicines, y resulta que no cabe un alfiler, porque es una ciudad repleta de consumidores.
¿De nuevos consumidores?
Claro, físicamente no se parecen en nada a ese señor que me dijo que Arequipa ya no existía. Ahí hay una democratización, por lo menos a partir del consumo. Lo mismo ocurre en los conos en Lima, o con la señora de Huanta que borda flores en las zapatillas y tiene que tratar con un comprador de Ripley. Ahí tenemos verdadera democracia, por lo menos desde un punto de partida elemental, cotidiano, diario.
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Una mirada al personaje más representantivo de la discriminación en el Perú
¿Tus columnas de La China te Cuenta que... han contribuido a que la gente se cuestione estas conductas de exclusión?
Yo tengo serias ambivalencias respecto de mi propio personaje, tengo sentimientos de amor y de odio. Sin embargo, sí creo que el humor, aun cuando irrite mucho, es una manera de oxigenar las cosas. Como el humor es juego y no es realidad, puedes atreverte a muchísimo. Ahora, debo confesarte que me molesta muchísimo encontrarme con la pituquería cuando me celebra el personaje. Me pongo de un humor horroroso y siempre que me ocurre, decido que es la última vez que escribo, que no va más
Porque te estás convirtiendo en el abanderado, en el ícono...
En ese aspecto creo que hay efectivamente un asunto de representatividad perversa. Gente que debería sentirse maltratada y es la que más lo celebra. ¡Santo Dios, quién entiende esto! Mario Ghibellini me dijo que eso se llamaba el síndrome Ferrando: adoras a quien te tortura. Cuando dejé de sacar la China por seis meses y me encontraba de casualidad con alguna señora muy pituca que me decía te puedo dar datos para tu columna, ahí sí que me ponía muy mal.
Porque te sientes cómplice...
Claro, de algo que no quiero. Pero a la misma vez hay muchísima gente que hace una lectura distinta, que es capaz de entender el espacio simbólico, que es capaz de diferenciar lo que es el estereotipo de lo que es la realidad.
¿Y los que te tildan de racista no entendieron nada?
Creo que no saben reírse, creo que no saben colocarse frente al personaje. Para empezar, yo no soy el personaje. Ahora también entiendo, no es fácil colocarse frente a la China Tudela.
Sobre todo si has sido víctima de eso de lo que ella se ríe.
Por supuesto. Ahora, salvo una vez que una señora de la comunidad judía me mandó una carta porque sintió que había una China Tudela antisemita -y es probable que la haya habido- no he recibido reclamo directo de ninguna persona que se haya sentido racialmente excluida por el personaje. Las protestas vienen de gente que siente que está representando a los sectores excluidos, ya sea que trabajen en una ONG o que sea la primera dama.
¿De dónde sacas tus 'tips' para la china?
Fíjate que lo que menos usa la China son 'tips'. Es más, yo estoy completamente desactualizado y no tengo ningún contacto con ese mundo pituco.
Pero les has pescado varias...
Bueno, copio cosas que salen en los medios, pero te juro que no ando cazando 'tips'. No me interesa.
Como Rafo León, ¿cómo te sientes frente a la oferta electoral, quién te representa?
Me cuesta mucho trabajo ubicarme frente a todo esto que está pasando. Yo no sé a cuántas personas les esté ocurriendo, pero para mí, cuya fuerza generacional mayor estuvo del lado de la izquierda, de la contestación y de la búsqueda de mundos alternativos, lo que estamos viviendo ahora es muy desconcertante y muy interesante. Es una suerte de reivindicación de ideales de hace 30 años...
Sí, pero ideales que corresponden a problemas aún vigentes, ojo. Por eso hay que estar luchando para no dejarte seducir por populismos como los de Humala.
LA FICHA
NOMBRE: Rafo León.
NACIMIENTO: Lima, 1950.
FORMACIÓN: Estudió Literatura y Lingüística en la PUCP.
TRAYECTORIA: Lleva 25 años como periodista, crítico y columnista en medios escritos. Es creador de personajes reconocidos como Caín y Abel, José del Salto Cadbury y la China Tudela Loveday.
PUBLICACIONES: "La China Tudela: Antología de sus crónicas", "Rutas secretas del Perú. The secret By-ways of Perú", "La China Tudela y la panaca real" y "Viajes de perro. Crónica de travesías y extravíos". Desde hace seis años conduce y dirige el programa "Tiempo de viaje".