Friday, July 28, 2006

Reflejo de una cultura mixta, híbrida

Por Carmen Ollé


Es evidente que la poesía peruana cambia con los años pero no como un producto comercial que se ubique en el mercado técnicamente más desarrollado que la poesía de sus predecesores. Prefiero hablar de estéticas contrapuestas que conviven entre sí. En el Perú de ahora prevalece el gusto por una poesía de ideas, como respuesta -y ya va para largo- a la poética integral de Hora Zero de los años 70 y su profusión de imágenes tomadas de la realidad inmediata: el parque Universitario, el Mercado Central, Tacora. Diría que varias estéticas lidian entre sí y algunos poetas intentan incluso crear un nuevo canon para denunciar el centralismo limeño. Se reacciona también visceralmente contra la poesía "erótica" o la poesía "de género", etiquetas con las que se pretende parametrar la poesía escrita por mujeres y así ser dueño absoluto de la verdad en materia del gusto poético.
Me interesa destacar dos maneras de concebir la poesía últimamente. En un extremo la estética clásica ve el acto poético como un hecho aislado de la política, donde la "indeterminación de lo determinado" -como afirma Jorge Wiesse- configura un universo cuyos cuerpos están en suspensión. La poesía nace de la tradición y vuelve a ella sin contaminarse con el ruido social; es el caso del último libro de Ana María Gazzolo Cuadernos de ultramar (2004) publicado con el nombre de Felice Ianua, libro que no hace ninguna concesión al lector.
En la otra punta, Roxana Crisólogo refleja en sus poemas rítmicos una cultura mixta, híbrida, donde lo culto y lo popular no necesitan diferenciarse neuróticamente, como pretende la "alta cultura", pues –a decir de García Canclini- el arte moderno latinoamericano tiene "muchas intersecciones entre lo culto, lo popular, lo artesanal y la producción masiva".
Si en el siglo XX Rocío Silva Santisteban reconoce en los poetas de su generación la tendencia a ser parias sentimentales o una nueva suerte de hastío baudelariano, en Roxana Crisólogo, en cambio, el pathos trágico cambia de tono y tiene otros bemoles. La sombra del expresionismo alemán con George Trakl a la cabeza y la búsqueda de la autodestrucción del yo, que alcanza su máxima expresión en la argentina Alejandra Pizarnik, dos íconos neorrománticos de la poesía del siglo XX, dan paso a un tipo de escritura más sincrética, con el síncope nervioso de las ciudades emergentes. El arte en esta nueva poesía no tiene paradigmas referenciales legítimos, busca por el contrario su esencia en la multiplicidad.