El señor de los colmillos
POLITICA Y RELIGIÓN
Por José B. Adolph
Ya Occidente ha tenido experiencias de la mezcla de poder político-militar y religión. Particularmente con el monoteísmo.
El judaísmo (y en cierto grado el zoroastrismo) tuvo su etapa agresiva contra otros pueblos semitas, como los cananeos. Esto se agudizó en los reinos de Israel y Judá: el primero (las famosas tribus perdidas) acabó destruido y dispersado por los asirios y el segundo, destruido y dispersado por los romanos, es el origen de los judíos actuales, a su vez mezclados con pueblos arios conversos como los jázaros, lo que explica los judíos rubios de hoy.
Luego llegó el cristianismo que, a partir de la conquista de Roma como sede, se lanzó al fanatismo que culminó en las Cruzadas y en la Inquisición. Tenía poder temporal, además del espiritual.
La secularización y con ella la separación de religión y poder estatal trajo consigo, muy a pesar de las religiones, la libertad de cultos y una cierta tolerancia que a veces fue rota y nunca muy estable. (Ver caso “píldora del día siguiente”).
Desde entonces y con escasas excepciones, la conquista de nuevos afiliados se mantuvo en los límites de la propaganda y el ejemplo.
Esto rara vez ha ocurrido en el mundo del Islam. Hay uno u otro ejemplo de separación de poderes, como por ejemplo en Turquía, pero siempre bajo riesgo de la reconquista por la influencia de los fundamentalismos (algo que también podría ocurrir en Occidente pero con menos posibilidades de éxito por ahora).
De manera que hoy por hoy estamos ante un sistema político-militar-religioso que conspira contra la propia respetabilidad del Islam como religión, respetabilidad que podría ser tan grande o tan pequeña como la de las demás grandes religiones. Esto es, si dejara de lado su actual teocratismo y aceptara los valores democráticos, entre ellos la (siempre relativa pero existente) libertad de expresión. Por algo será que hay chistes judíos, chistes católicos, etc., pero no conozco chistes musulmanes y casi no los hay árabes.