Por Paolo de Lima
TRES LIBROS: La batalla del pasado, libro de cuentos publicado en España en 1983; El tigre blanco, novela con la cual obtuvo el primer premio de un importante concurso literario local, en 1985; y Los vestidos de una dama, segundo libro de cuentos, publicado en 1987; además de decenas de artículos periodísticos, ensayos y entrevistas escritas y televisivas le han valido a Alonso Cueto (Lima, 1954) el respeto personal e intelectual.
Hace unos días fui a entrevistarlo a su centro de trabajo: la Academia "Altamira", en San Antonio, Miraflores. Y me habló, entre otras cosas, del oficio del escritor. De la situación actual del mismo, de las constantes y terribles variantes que afectan su labor.
Cueto es un escritor de estilo sencillo, de frases cortas que no utiliza imágenes ni metáforas recargadas al escribir (ni al hablar).
Asegura que la novela debe dar la sensación de contarse sola y que no es escrita por nadie, como las obras de Flaubert, o más específicamente "como toda la novela moderna a partir de Flaubert".
Acerca de su preferencia por la prosa, dice:
-"En general, es la mejor manera de retratar la expriencia humana, pues se conjugan el elemento subjetivo y objetivo, ya que el teatro lo hace sólo objetivamente y la poesía sólo subjetivamente".
Y refiriéndose a los escritores:
-"Los escritores latinoamericanos tienden a girar en torno al estilo de García Márquez, metafórico de frases largas, y otros al estilo de Rulfo y Borges, de frases cortas".
LA DECADA de los 80 es una de las más difícilmente relatables que exista a lo largo de nuestra historia. Años de fracasos y defraudes colectivos, de horrores y terrores, de triunfos pasajeros y tragedias constantes, quienes iniciaron su carrera literaria en esos años sufrieron mucho para poder escribir como querían. Y más aún, muchos fracasaron en su intento de realizar obras mayores.
Alonso Cueto es consciente de que las principales trabas de todo escritor afincado en nuestra ciudad, son los menudos problemas cotidianos que tiene que solucionar a cada instante de la vida diaria.
Las siguientes palabras de Cueto encieran una idea que analiza a cabalidad la situación de los escritores peruanos en los últimos años:
-"En Lima es mucho más fácil ser cuentista que novelista; esto debido a las trivialidades cotidianas en la vida de una persona que vive en esta ciudad: la falta de agua, la falta de luz, el cambio constante de los precios de las cosas, etcétera. Problemas que dificultan el trabajo del novelista, ya que para poder escribir una novela es necesario tener una capacidad de concentración muy constante a lo largo de los meses o quizás de los años (eso depende del proyecto literario que tengamos en mente).
La concentración y el orden son necesarios para poder trabajar la historia con tranquilidad, para poder mantener la hilación, para poder meditarla. Escribir una novela es igual a tener una relación larga y duradera con la galería de personajes que integran el argumento de la obra, por eso se debe tener una disciplina en el tiempo y una capacidad en el orden. Uno se debe predisponer, debe prepararse para poder comenzar a escribir, ya que al hacerlo no se puede preveer el momento en el cual se va a concluir la misma, no se puede saber con certeza si la luz al final del túnel está lejos o cerca.
Debido a los problemas diarios que se debe afrontar, son tantos los escritores peruanos que viven en el extranjero, pues escribir sobre el Perú en el exterior es mucho mejor ya que se tiene la misma imagen del país pero sin los problemas cotidianos. Sin embargo, es necesario volver cada cierto tiempo para recuperar la atmósfera, para no olvidar el ambiente natural, el lenguaje coloquial propio del medio.
En el mismo orden de cosas, las dificultades cotidianas influyen a que en nuestro país haya tantos poetas, y a la vez tantos cuentistas. Ya que escribir un cuento es mucho más fácil porque, como es breve, es fácil de preveer cómo va a acabar. Un cuento bien hecho es como un círculo que se cierra en el instante mismo de leer la última línea del texto, se goza de una capacidad de síntesis mayor. Igual sucede con un poema. Una novela, en cambio, muchas veces deja una sensación extraña cuando se termina de leer, como si al parecer fuese a continuar el argumento y la vida de los personajes".
POR OTRO lado, en un país tan novelable como el nuestro, es curioso que se hayan tratado tan superficialmente los problemas y acontecimientos principales de los últimos años (por los escritores residentes aquí, y por los que residen en el exterior):
-"El Perú es una cantera extraordinaria para un escritor. En una sociedad como la nuestra, sociedad de conflictos, de choques, uno siempre tiene muchos temas para narrar. Es por esto que cada vez hay mayor número de escritores en nuestro país y, por otro lado, es por eso que en sociedades perfectas y armónicas no hay muchos escritores, no hay muchos novelistas. En Suiza, por ejemplo.
Yo viví ocho años fuera del Perú. En esa época de mi estadía en el exterior mi interés fue el de escribir sobre temas peruanos, y más precisamente sobre personajes peruanos, sobre la manera en la que se comportan cuando viven en el exterior, ya que hay ciertas características de los peruanos que se acentúan en el extranjero, como la introspección y el silencio. Un centroamericano y un español, por ejemplo, son más extrovertidos, viven hacia afuera; por el contrario, el peruano es muy callado, muy silencioso, parco de palabras, pero a la vez ese silencio guarda un rencor escondido, una máscara de seda que esconde oscuras pasiones. Tiene heridas produndas que no exhibe abiertamente. Hay una especie de miedo a mostrarse. Sin embargo, esto está cambiando un poco.
Pero como te decía, a la vez que hay una cantera extraordinaria de la cual se puede sacar un número inagotable de historias, muchos de esos temas capitales de los aconteceres y los hechos más importantes de nuestro país no han sido tratados por los escritores peruanos. El tema del senderismo, por ejemplo. Al parecer el problema de Sendero es tan amplio y complejo que le cuesta asir con facilidad a la clase intelectual. Hay algunos casos en los cuales se hace referencia al tema, sin embargo, nadie se ha metido en la camiseta de un senderista al momento de escribir. Nadie ha descrito el problema de Sendero de la manera en que lo hace Joseph Conrad cuando escribe la vida de un terrorista en El agente secreto".
ALONSO CUETO demuestra tener conciencia del problema, pero a la vez forma parte del mismo. Sin embargo, el escritor tiene en sus manos medios para enrumbar la literatura peruana perdida en la espesura de constantes problemas y tragedias cotidianas. Espero que la novela que viene escribiendo confirme mis palabras.
Suplemento Gente Libre del diario Página Libre. Lima: martes 02 octubre 1990, pág. 4.