KGB Monday Night Poetry Reading Series Spring 2006
Hosted by Deborah Landau and Matthew Zapruder
Monday nights at 7:30pm
Admission is FREE
February 27: Billy Collins and Anthony McCann
March 6: Jennifer Michael Hecht and Lawrence Joseph
March 13: Miguel Ángel Zapata and Michael Malinowitz
March 20: Mark Doty and David Rivard
March 27: Noelle Kocot and Michelle Robinson
April 3: Geoff Bouvier and Kay Ryan
April 10: Arielle Greenberg and Lara Glenum
April 17: Kurt Brown and Lidija Dimkovska
April 24: Robin Robertson and Sarah Manguso
May 1: David Lehman and Susan Firer
May 8: Major Jackson and Star Black
May 15: Sally Keith and Joshua Beckman
May 22: Legitimate Dangers Anthology Reading: Dan Chiasson, Thomas Heise, Matt Rohrer, Robin Schiff, Brenda Shaughnessy
KGB Bar - 85 East 4th Street / New York, NY
Tuesday, March 21, 2006
Sunday, March 12, 2006
Adulto peruano contemporáneo
Tres poetas no tan jóvenes y su pasaje a la adultez en un país demasiado doloroso
El año 2005 se publicaron libros de poesía verdaderamente notables de poetas nacionales como los de José Watanabe, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Mario Montalbetti, Mariela Dreyfus o Magdalena Chocano, entre otros. En esta ocasión hemos querido mostrar a un grupo de poetas que, en sus textos, expresan una madurez inusual y un oficio impecable, que confirman lo dicho. Se trata de tres compañeros generacionales cuyos temas, y no por pura coincidencia, son la muerte, la enfermedad y el destierro.
Por Rocío Silva Santisteban
Los tres aprendieron al Perú en sus años universitarios, mientras asistían a talleres de poesía o clases sobre Góngora y escuchaban el sordo eco de las bombas que sitiaban la ciudad. Todos han bebido cerveza, han fumado hierba, han cubierto sus llagas con palabras y han querido huir alguna vez. Es inevitable que tengan en común temas recurrentes que, cada quien a su manera y en muy diferente estilo, tocan con destreza despiadada para entregar al lector una espléndida mirada sobre el paisaje cruel de aprender, en el Perú, a ser un adulto. Y los tres, a pesar de todo, atraviesan el umbral de la madurez con sonrisas infantiles.
En los tres libros las relaciones familiares son el tema central y están marcadas por la muerte, la ausencia o la enfermedad. Victoria Guerrero en su cuarto libro de poesía, Ya nadie incendia el mundo, muestra escenas de dolor a través del recorrido de la enfermedad en el cuerpo propio, y a su vez, en el cuerpo de la madre. La asepsia de los hospitales, la dureza de enfermarse en la cárcel y la imposibilidad de restituir los miembros cercenados. El paisaje es Lima durante los años más duros de la violencia. Guerrero atraviesa estos parajes con una voz afilada, versos narrativos y certeros, y un aliento épico que sitúa la heroicidad en la propia supervivencia.
Parque Infantil, el tercer libro de Martín Rodríguez-Gaona, narra el recorrido de aprender una pérdida dolorosa: la ausencia del padre. La muerte del padre cobra tal fuerza que, al final del poemario, es el ausente quien toma la voz del yo poético. El lector, entonces, se convierte en voyeur privilegiado de una vida completa, y de sus huellas, a veces tiernamente ingenuas. Se construye en el texto en diálogo —y a veces en reclamo— con el padre ausente, pero poco a poco se va desnudando la voz de tal manera que queda "más de Augusto por Martín".
Luis Fernando Chueca en su cuarto libro de poesía, Contemplación de los cuerpos, propone una verdad contundente: somos el producto de aquellos que nos dejaron, pero no sólo de las muertes de los seres queridos —en el caso del texto el abuelo, los amigos jóvenes, el joven poeta suicida— sino también de las muertes que se han sucedido a lo largo de la historia nacional. Son lo que podría llamarse los muertos de la patria, aquéllos que también construyen la identidad de uno, cuando este "sujeto escindido y roto" requiere de un lugar. Aquí Chueca puede llegar a ser verdaderamente desgarrador, ni siquiera evita el morbo, al contrario, lo estimula: la dificultad moral o ética del morbo es reemplazada inmediatamente por la descripción seca y periodística de la exhumación… entonces nos percatamos que, ante la irreducible contundencia de los hechos, las palabras no pueden ser excesivas. Las palabras, también, hacen la vida.
El año 2005 se publicaron libros de poesía verdaderamente notables de poetas nacionales como los de José Watanabe, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Mario Montalbetti, Mariela Dreyfus o Magdalena Chocano, entre otros. En esta ocasión hemos querido mostrar a un grupo de poetas que, en sus textos, expresan una madurez inusual y un oficio impecable, que confirman lo dicho. Se trata de tres compañeros generacionales cuyos temas, y no por pura coincidencia, son la muerte, la enfermedad y el destierro.
Por Rocío Silva Santisteban
Los tres aprendieron al Perú en sus años universitarios, mientras asistían a talleres de poesía o clases sobre Góngora y escuchaban el sordo eco de las bombas que sitiaban la ciudad. Todos han bebido cerveza, han fumado hierba, han cubierto sus llagas con palabras y han querido huir alguna vez. Es inevitable que tengan en común temas recurrentes que, cada quien a su manera y en muy diferente estilo, tocan con destreza despiadada para entregar al lector una espléndida mirada sobre el paisaje cruel de aprender, en el Perú, a ser un adulto. Y los tres, a pesar de todo, atraviesan el umbral de la madurez con sonrisas infantiles.
En los tres libros las relaciones familiares son el tema central y están marcadas por la muerte, la ausencia o la enfermedad. Victoria Guerrero en su cuarto libro de poesía, Ya nadie incendia el mundo, muestra escenas de dolor a través del recorrido de la enfermedad en el cuerpo propio, y a su vez, en el cuerpo de la madre. La asepsia de los hospitales, la dureza de enfermarse en la cárcel y la imposibilidad de restituir los miembros cercenados. El paisaje es Lima durante los años más duros de la violencia. Guerrero atraviesa estos parajes con una voz afilada, versos narrativos y certeros, y un aliento épico que sitúa la heroicidad en la propia supervivencia.
Parque Infantil, el tercer libro de Martín Rodríguez-Gaona, narra el recorrido de aprender una pérdida dolorosa: la ausencia del padre. La muerte del padre cobra tal fuerza que, al final del poemario, es el ausente quien toma la voz del yo poético. El lector, entonces, se convierte en voyeur privilegiado de una vida completa, y de sus huellas, a veces tiernamente ingenuas. Se construye en el texto en diálogo —y a veces en reclamo— con el padre ausente, pero poco a poco se va desnudando la voz de tal manera que queda "más de Augusto por Martín".
Luis Fernando Chueca en su cuarto libro de poesía, Contemplación de los cuerpos, propone una verdad contundente: somos el producto de aquellos que nos dejaron, pero no sólo de las muertes de los seres queridos —en el caso del texto el abuelo, los amigos jóvenes, el joven poeta suicida— sino también de las muertes que se han sucedido a lo largo de la historia nacional. Son lo que podría llamarse los muertos de la patria, aquéllos que también construyen la identidad de uno, cuando este "sujeto escindido y roto" requiere de un lugar. Aquí Chueca puede llegar a ser verdaderamente desgarrador, ni siquiera evita el morbo, al contrario, lo estimula: la dificultad moral o ética del morbo es reemplazada inmediatamente por la descripción seca y periodística de la exhumación… entonces nos percatamos que, ante la irreducible contundencia de los hechos, las palabras no pueden ser excesivas. Las palabras, también, hacen la vida.
El oficio de vivir
Entrevista a Mario Vargas Llosa
Por Fernando Rimblas
El laureado escritor llega a los 70 años en un momento dulce de su vida y su escritura. Novela, ensayo, cine y teatro respaldan la vitalidad inagotable de un creador maduro
Sobre su mesa de trabajo, una manada de hipopótamos guarda el humor y el trabajo de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936). Tal vez sea esta colección, repartida entre sus casas diseminadas por el mundo, guardiana de los secretos creativos de un escritor fundamental del siglo XX.
Llega a los 70 en una verdadera explosión creativa.
Espero mantener ese estado hasta que me muera, estar muy vivo hasta el final.
¿Aumenta la pulsión creativa con el paso el tiempo?
Nunca me ha preocupado mucho el tiempo. La idea de envejecer, de morir, no es algo que me haya obsesionado ni angustiado, salvo en períodos en que -por razones diversas- he tenido que interrumpir mi trabajo, o no he podido mantener mi ritmo normal. Mientras estoy comprometido con proyectos que me apasionan no tengo la preocupación del tiempo ni de la decadencia. Creo que uno debe mantenerse vivo como si fuera inmortal, que la vida es hermosísima y que no hay más que esta, así que hay que aprovecharla al máximo, y no concibo mejor manera que tratando de realizar tus ilusiones. Entonces, sí, llego a los 70 años, una edad muy respetable, pero no me siento viejo en absoluto. Por lo menos psicológicamente.
Uno de los ganchos promocionales utilizados para vender su último libro reza: "Por fin van a encontrar al Vargas Llosa de izquierdas". ¿Es usted tan de derechas?
En realidad, ese tipo de categorías no esclarece nada, son conjuros, una manera de descalificarte y de sentirse seguros en su rincón. Yo creo que en muchas cosas soy lo que convencionalmente se llama de izquierdas: una persona que cree en la sociedad laica, en las reformas sociales, que está a favor de las uniones gays, del aborto, de la despenalización de las drogas. Pero, al mismo tiempo, amo profundamente la libertad, creo que es una de las más grandes conquistas de la humanidad y que debe ser defendida de una manera muy convencida, y eso me lleva muchas veces a desencuentros radicales con la izquierda, porque hay sectores que no tienen esa concepción de la libertad y están dispuestos a sacrificarla por el poder. De modo que ataco a los dictadores, sin excepción, incluidos los de izquierdas, como Fidel Castro, o Hugo Chávez, como ataqué desde el primero hasta el último día a Pinochet. ¿Ahora soy de derechas por criticar a la izquierda y no tragar con lo que esta traga muchas veces, con el nacionalismo, y hasta el racismo? Por lo demás, de la derecha me distancian muchísimas cosas, yo no soy un conservador, no creo que el modelo ideal de una sociedad esté en el pasado. Soy un liberal, creo que, al contrario, el modelo ideal de sociedad hay que seguir construyéndolo, perfeccionándolo.
¿Conserva aún el intelectual una función pública?
Creo que sí, aunque menos de lo que creíamos de jóvenes. En los años 50, incluso en los 60, la idea generalizada era que un intelectual podía influir en la vida política y social, que sus opiniones eran importantes, y que por eso había que comprometerse. Hoy creo que había mucha ingenuidad en esa idea. Pero tampoco estoy de acuerdo con quienes creen que la literatura, o la cultura en general, no tienen mayor efecto sobre la historia, que es una actividad fundamentalmente de entretenimiento -muy elaborado, superior, pero de entretenimiento-, y que no deja huella en la vida política o social. Eso me parece inexacto, y en ese sentido, sí hay una responsabilidad de parte de los artistas y de los intelectuales, sin ninguna duda.
Tiene casa en París, en Madrid, en Lima, en Londres. ¿Qué obtiene de cada una de las ciudades donde habita?
Desde muy chiquito, cuando aún no lo sabía, quise ser ciudadano del mundo, o quizás de Europa, porque mi sueño era Europa, era París. Y bueno, la vida me ha gratificado en ese sentido, vivo con mucha libertad, cambiando de lugares, y no me siento extranjero en ninguna parte, ni siquiera en Londres, donde lo normal es sentirse extranjero.
¿Qué recuerda del Perú de su infancia?
Yo pasé mi infancia en Cochabamba, en Bolivia, me sacaron de Arequipa con solo un año, así que todos mis recuerdos de infancia son bolivianos. Pero en mi familia -que era un poco bíblica: en casa vivíamos mis abuelos, mis tíos, mi madre, yo, mis primas-, se cultivaba muchísimo el recuerdo del Perú, de Arequipa sobre todo, de esa ciudad del sur donde nací, de donde era la familia. Y entonces yo me sentía, por supuesto, muy peruano, muy arequipeño, pero no tenía recuerdos propios, sino heredados de mis abuelos, de mi madre, de mis tíos. O sea, que el Perú fue para mí, primero, una fantasía, y conocí el Perú solamente a los 10 años, cuando fui a vivir a Piura, donde pasé dos años. Ese fue mi primer contacto con el Perú y esos recuerdos me marcaron y han sido fuente de varias historias. Después, a los 11 años fui a Lima, una ciudad con la que tuve desde el principio una relación muy difícil, porque ir a vivir a Lima significó separarme de mi familia materna, a la que quería mucho y que me había mimado mucho, y vivir con mi padre, con quien yo no había vivido hasta entonces, una persona muy severa, muy rígida, muy autoritaria, a quien yo tenía mucho miedo. Así que mis primeros recuerdos de Lima son más bien desastrosos y quizás por eso he tenido una relación conflictiva con Lima; creo que eso se ve bastante bien en las novelas. Pero en el Perú están las referencias, allí me formé, suyo es todavía el español en el que hablo y escribo, a pesar de que he vivido ya mucho más tiempo fuera que allí.
¿Conserva algún objeto, desde no recuerda cuándo, que le haya acompañado durante mucho tiempo?
Una pariente mía, una chiquilla que estuvo viviendo con nosotros en París, murió en un accidente de aviación, en Pointe à Pitre, en Guadalupe, y tuve que ir a identificar el cadáver, espantosa experiencia. Desde entonces guardé en mi cartera un retazo del vestido que llevaba esta sobrina. Hasta hace muy poco, cuando me robaron la cartera en Amsterdam, llevaba ese recuerdo cariñoso de una persona a la que quise mucho, y que había guardado durante prácticamente 30 años.
¿Qué ha causado más víctimas inocentes en la historia, las banderas o la religión?
La primera razón de violencia en el mundo ha sido la religión y la segunda, el nacionalismo. Todas las grandes guerras de religión tienen también un contenido nacionalista muy fuerte. Son las dos fuentes principales de Apocalipsis en la historia.
¿Seguirán siéndolo?
Lo son en la actualidad. Estos días tenemos una confirmación trágica y al tiempo grotesca de cómo la religión puede incendiar un clima, crear la incomunicación. El nacionalismo lo vimos, por ejemplo, en los Balcanes, en el corazón de Europa: de pronto ese estallido irracional de inhumanidad, de salvajismo. Cuando se escarba en esas catástrofes siempre se llega a una raíz que tiene que ver con la religión y con el nacionalismo.
¿Quién es culpable?
Quienes asumen la religión de una manera fundamentalista, excluyente, fanática, y quienes hacen del nacionalismo una religión. El nacionalismo convierte en religión algo en su origen perfectamente legítimo, la identificación con el lugar donde se nace, con la lengua, con el entorno, un sentimiento positivo que si se transforma en una forma de fe excluyente y fanática produce una terrible violencia. Es muy triste comprobar que la cultura -que el siglo de las luces pensó que sería el gran antídoto contra el fanatismo, la intolerancia, y contra esa forma de irracionalidad que es querer imponer una verdad única- no resulta suficiente contención frente a la barbarie. Al contrario, hemos visto que países tan civilizados como la Alemania de los años 30, el país más civilizado del mundo, se entregaba a la locura colectiva del nazismo. En el mundo islámico ocurre algo parecido. A veces no son sectores ignorantes, sino figuras de mayor nivel intelectual las que asumen directamente esta forma irracional de fe, de negación, de exclusión del otro, que conduce irremediablemente a la violencia.
¿Hay un componente violento en la naturaleza humana?
Sí, hay un instinto de muerte, de destrucción en el ser humano, siempre presente en la historia, que en períodos se atenúa o se sublima, a veces en el arte, a veces en el amor, pero que subyace siempre en la vida y en determinadas circunstancias aflora y causa las catástrofes más espantosas. Uno de los mecanismos que encontró el ser humano para atenuar ese instinto destructor ha sido la democracia, la posibilidad de una coexistencia de credos, costumbres y lenguas, a través de concesiones mutuas. La democracia ha hecho avanzar extraordinariamente a la humanidad, pero no ha podido erradicar ese instinto de destrucción enraizado en nosotros. Para los creyentes ese es el pecado original; para los demás tiene que ver con los instintos, que a veces prevalecen sobre la racionalidad, la anulan, obnubilan al ser humano y al final imponen el imperio del odio. La tolerancia es la única garantía de la supervivencia.
¿Ha cambiado tanto la perspectiva histórica que lo que en los 60 era un proyecto posible hoy es tan solo una vía muerta que acabará necesariamente en pesadilla?
En los años 60 la ilusión de la sociedad perfecta había echado raíces en toda una generación a lo largo de medio mundo. El 68 es una expresión de ese sentimiento, que ya se daba antes, a partir del triunfo de la revolución cubana, de que se podía construir la sociedad perfecta a través de una acción de vanguardias heroicas, sacrificadas. La ilusión produjo figuras muy atractivas, románticas, pero el balance final dejó en América Latina una multitud de dictaduras militares absolutamente despiadadas, implacables, que encontraron en las guerrillas, en los movimientos de liberación, el pretexto ideal para interrumpir los procesos democráticos iniciados en algunos países o simplemente para acabar con tradiciones democráticas arraigadas, como en Chile o Uruguay. Hubo luego que empezar desde cero, reconstruyendo esas democracias que los grandes idealistas satanizaron y presentaron como la máscara de la explotación. Al final, la humanidad descubrió que la democracia era preferible, que era preferible renunciar a la sociedad perfecta y aceptar el principio de las sociedades perfectibles a través de la democracia, de los consensos, de las instituciones, porque así morían muchos menos inocentes de los que murieron por esos maximalismos revolucionarios que llevan a la destrucción de las libertades, y la destrucción de las libertades no trae progreso social, contrariamente a lo que enseñaron Sartre o Luckás, todos los grandes gurúes de los años 50, Marcuse también, de quien Josep Pla decía: "uno de esos grandes pensadores que contribuyeron como nadie a la confusión contemporánea", frase magnífica.
¿Qué complejos arrastra Latinoamérica?
Una incapacidad manifiesta para aprovechar las oportunidades que se le presentan y una tendencia a perseverar en el error. Aunque quizás sea injusto generalizar, porque hay menos dictaduras hoy, aunque tenemos la más longeva del mundo, la de Fidel Castro, 45 años ya, más de tres generaciones de cubanos. Tenemos también a un fenómeno, ese pequeño Fidel que es Hugo Chávez, cuya aspiración es suceder a Castro como dictador longevo. Pero con esas excepciones, América Latina tiene democracias, bien que imperfectas, y un fenómeno interesante que no existía hace 20 años: una izquierda democrática, la de Lula, Tabaré Vázquez, el caso magnífico de Chile con Lagos y Bachelet, una izquierda que acepta el juego democrático, liberal en políticas económicas, a la manera de un Tony Blair o del socialismo de Felipe González en España, con grandes beneficios para el país, como los que se lograron en España. Es un fenómeno nuevo en América Latina.
Invítenos a cenar en Lima.
La comida es una de las mejores cosas que tiene el Perú. Pablo Neruda decía que en el Perú se come o no se come; ahora, quienes comen, ¡qué bien comen! En el Perú hay una cocina muy rica, con inventiva. La comida es uno de los aspectos de la vida donde se ha desarrollado más la creatividad de los peruanos, tal vez por la gran tradición represiva de nuestra historia: desde la época prehispánica teníamos imperios desarrolladísimos, pero controladores de la vida, así que la gastronomía era una actividad donde se podía desarrollar con toda libertad la imaginación, la fantasía. Últimamente pasa algo curioso en Perú: todos los chicos y chicas quieren ser chefs.
Con unas materias primas extraordinarias.
Claro, y así la comida es muy rica y variada, y además, motivo de orgullo, de presentación, incluso un pueblo muy pequeñito introduce variantes en los platos típicos. Veamos entonces, un menú. Para mí es muy especial el chupe de camarones, un plato típico de Arequipa, absolutamente maravilloso. Si sobrevives al chupe y eres valiente, puedes comer de segundo un lomito saltado con arroz o un seco de cordero, plato del norte, o si no, un arroz con pato, de Chiclayo. Y así podría continuar un menú interminable, recorriendo toda la geografía peruana.
La obligación de escribir con autenticidad
¿En qué ha cambiado el Mario Vargas Llosa lector? ¿Qué lectura le sigue haciendo disfrutar?
Todavía no tenía cinco años cuando empecé a leer, y recuerdo cómo se me ensanchó el mundo, cómo me sentí de pronto viviendo en más sitios, transformándome en muchas personas. La vida se multiplicó de manera extraordinaria y ese tipo de milagros todavía los vivo cuando un libro me apasiona. Claro que mis lecturas están en parte condicionadas por mi trabajo, por lo que estoy escribiendo. Y después están las lecturas por puro placer, muchas veces relecturas de autores que me han marcado, como Flaubert, Faulkner, libros que he releído, como Madame Bovary, que me marcó tremendamente, pero también contemporáneos. Pero en algo he cambiado: de joven creía tener la obligación moral de terminar todo libro que empezaba, aunque me aburriera infinitamente.
¿Qué le han dado los libros?
Sin los libros que he leído, sin las ideas que me convencieron, que se integraron en mi manera de ser, hubiera sido mucho peor de lo que soy y hubiera tenido una visión mucho más pobre de la realidad, una sensibilidad mucho menos alerta. Es decir, la literatura y la cultura sí influyen en la vida, pero no creo que eso pueda decidirse de antemano y planificar actividades creativas para conseguir determinados efectos. No funciona automáticamente, sino de una manera sutil, imprevisible, pero que deja una tremenda huella en la vida.
¿Qué escritores detesta pero admira?
Por ejemplo, Louis Ferdinand Celine, un extraordinario novelista que refleja un mundo negro, de sordidez, mediocridad y mezquindad, con esa verba popular, sabrosa, vulgar; y, al mismo tiempo, un personaje repugnante, un racista antisemita, autor de uno de los libros más asquerosos que se han escrito, las Bagatelles pour un massacre. Pero hay muchos casos de personajes poco estimables y, sin embargo, extraordinarios escritores.
¿Cómo se depuran las responsabilidades de la literatura?
Un escritor tiene la obligación de escribir con autenticidad, volcar lo que lleva dentro, aquello por lo que es escritor. Pero sin disciplina esa autenticidad por sí sola no vale. Creo que no se ha escrito ningún gran libro que no sea la expresión auténtica de una personalidad. Auténtica no quiere decir buena, puede ser perversa, pero creo que las obras que quedan en la memoria porque nos revelan algo muy profundo de nosotros mismos, son las que están escritas como una especie de inmolación. Quizá el caso más alentador es el del escritor que está siempre buscando, aunque a veces se rompa la crisma en el intento, y para el que la literatura es siempre un juego peligroso. Ese es el escritor que admiro más.
¿Por qué ha dedicado un ensayo a Víctor Hugo?
Hugo tenía una facilidad para escribir casi inhumana. Acababa una obra de teatro en una semana, una novela en tres. A veces le salían cosas muy pobres, pero también cumbres tan extraordinarias como Los Miserables, una obra maestra absoluta. Víctor Hugo es un caso extraordinario de gran creador, cuyo equivalente en nuestra lengua sería Neruda, autor también de una obra gigantesca, donde hay de todo, obras maestras, hojarasca y a veces cosas malísimas. Víctor Hugo, cuya faceta retórica resulta de dudoso interés para el lector contemporáneo, sigue deslumbrando con libros como Nuestra Señora de París o Los Miserables, y parte de su poesía, o incluso por aspectos que se mencionan menos, como su pintura visionaria, de sombras y castillos, muy creativa y muy vigente todavía.
"La política se ha petrificado"
¿Cuáles son las tres certezas valiosas que guarda en el bolsillo?
Una no es mía, la dijo Popper y a mí me convenció absolutamente, y siempre la repito: Con todas las cosas que andan mal en el mundo, nunca la humanidad vivió mejor, nunca ha tenido mejores instrumentos para poder derrotar a los grandes demonios, el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la explotación. Es algo que conviene tener presente, sobre todo frente a los pesimistas: hace 50 años vivíamos peor que hoy. La segunda certeza es que nunca sacrificaré mi libertad por nada, para mí es una condición sine qua non de la existencia. La tercera es que la vida, aunque esté habitualmente llena de decepciones y frustraciones, a pesar de que nunca llegaremos a materializar nuestros sueños, es siempre absolutamente maravillosa.
Conoció España muy joven. ¿Cómo ha cambiado?
España el caso más extraordinario de transformación de una sociedad que he visto. Llegué a España en el año 58 y se parecía mucho a los países subdesarrollados de América Latina, una dictadura brutal, un país de contrastes sociales y económicos a nivel sudamericano, con una minoría de alto nivel de vida, una escasa clase media y una masa enorme de españoles pobres, que emigraban. España vivía completamente ensimismada, era un país acuartelado. Los jóvenes españoles no pueden imaginar la España de hace 40 años, hoy que parece como si realmente la democracia fuera la historia de España.
¿Qué hipoteca dejaremos a las generaciones posteriores?
Los seres humanos son ciudadanos del mundo, y eso ofrece oportunidades extraordinarias pero también puede ser fuente de grandes catástrofes. En los últimos 50 años el mundo ha cambiado más que en toda la historia, de manera que es posible que dentro de 20 años el mundo sea otro. Estamos en una frontera.
El 65 por ciento de los menores de 30 años no muestra el menor interés por la actividad política. ¿De qué andamos más escasos, de gestores eficaces, de políticos honestos, de intelectuales que levanten la voz?
Ese es uno de los grandes problemas actuales. La política se ha petrificado, y el gran desafío para las democracias desarrolladas es la renovación. Habría que devolver la ilusión por la política a los jóvenes. Es muy difícil que una democracia se regenere sin la participación de los mejores en la vida política; y desgraciadamente, cada vez hay un desafecto mayor por la política, que es considerada despreciable. Hay que devolver la dignidad y la decencia a la política.
Por Fernando Rimblas
El laureado escritor llega a los 70 años en un momento dulce de su vida y su escritura. Novela, ensayo, cine y teatro respaldan la vitalidad inagotable de un creador maduro
Sobre su mesa de trabajo, una manada de hipopótamos guarda el humor y el trabajo de Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936). Tal vez sea esta colección, repartida entre sus casas diseminadas por el mundo, guardiana de los secretos creativos de un escritor fundamental del siglo XX.
Llega a los 70 en una verdadera explosión creativa.
Espero mantener ese estado hasta que me muera, estar muy vivo hasta el final.
¿Aumenta la pulsión creativa con el paso el tiempo?
Nunca me ha preocupado mucho el tiempo. La idea de envejecer, de morir, no es algo que me haya obsesionado ni angustiado, salvo en períodos en que -por razones diversas- he tenido que interrumpir mi trabajo, o no he podido mantener mi ritmo normal. Mientras estoy comprometido con proyectos que me apasionan no tengo la preocupación del tiempo ni de la decadencia. Creo que uno debe mantenerse vivo como si fuera inmortal, que la vida es hermosísima y que no hay más que esta, así que hay que aprovecharla al máximo, y no concibo mejor manera que tratando de realizar tus ilusiones. Entonces, sí, llego a los 70 años, una edad muy respetable, pero no me siento viejo en absoluto. Por lo menos psicológicamente.
Uno de los ganchos promocionales utilizados para vender su último libro reza: "Por fin van a encontrar al Vargas Llosa de izquierdas". ¿Es usted tan de derechas?
En realidad, ese tipo de categorías no esclarece nada, son conjuros, una manera de descalificarte y de sentirse seguros en su rincón. Yo creo que en muchas cosas soy lo que convencionalmente se llama de izquierdas: una persona que cree en la sociedad laica, en las reformas sociales, que está a favor de las uniones gays, del aborto, de la despenalización de las drogas. Pero, al mismo tiempo, amo profundamente la libertad, creo que es una de las más grandes conquistas de la humanidad y que debe ser defendida de una manera muy convencida, y eso me lleva muchas veces a desencuentros radicales con la izquierda, porque hay sectores que no tienen esa concepción de la libertad y están dispuestos a sacrificarla por el poder. De modo que ataco a los dictadores, sin excepción, incluidos los de izquierdas, como Fidel Castro, o Hugo Chávez, como ataqué desde el primero hasta el último día a Pinochet. ¿Ahora soy de derechas por criticar a la izquierda y no tragar con lo que esta traga muchas veces, con el nacionalismo, y hasta el racismo? Por lo demás, de la derecha me distancian muchísimas cosas, yo no soy un conservador, no creo que el modelo ideal de una sociedad esté en el pasado. Soy un liberal, creo que, al contrario, el modelo ideal de sociedad hay que seguir construyéndolo, perfeccionándolo.
¿Conserva aún el intelectual una función pública?
Creo que sí, aunque menos de lo que creíamos de jóvenes. En los años 50, incluso en los 60, la idea generalizada era que un intelectual podía influir en la vida política y social, que sus opiniones eran importantes, y que por eso había que comprometerse. Hoy creo que había mucha ingenuidad en esa idea. Pero tampoco estoy de acuerdo con quienes creen que la literatura, o la cultura en general, no tienen mayor efecto sobre la historia, que es una actividad fundamentalmente de entretenimiento -muy elaborado, superior, pero de entretenimiento-, y que no deja huella en la vida política o social. Eso me parece inexacto, y en ese sentido, sí hay una responsabilidad de parte de los artistas y de los intelectuales, sin ninguna duda.
Tiene casa en París, en Madrid, en Lima, en Londres. ¿Qué obtiene de cada una de las ciudades donde habita?
Desde muy chiquito, cuando aún no lo sabía, quise ser ciudadano del mundo, o quizás de Europa, porque mi sueño era Europa, era París. Y bueno, la vida me ha gratificado en ese sentido, vivo con mucha libertad, cambiando de lugares, y no me siento extranjero en ninguna parte, ni siquiera en Londres, donde lo normal es sentirse extranjero.
¿Qué recuerda del Perú de su infancia?
Yo pasé mi infancia en Cochabamba, en Bolivia, me sacaron de Arequipa con solo un año, así que todos mis recuerdos de infancia son bolivianos. Pero en mi familia -que era un poco bíblica: en casa vivíamos mis abuelos, mis tíos, mi madre, yo, mis primas-, se cultivaba muchísimo el recuerdo del Perú, de Arequipa sobre todo, de esa ciudad del sur donde nací, de donde era la familia. Y entonces yo me sentía, por supuesto, muy peruano, muy arequipeño, pero no tenía recuerdos propios, sino heredados de mis abuelos, de mi madre, de mis tíos. O sea, que el Perú fue para mí, primero, una fantasía, y conocí el Perú solamente a los 10 años, cuando fui a vivir a Piura, donde pasé dos años. Ese fue mi primer contacto con el Perú y esos recuerdos me marcaron y han sido fuente de varias historias. Después, a los 11 años fui a Lima, una ciudad con la que tuve desde el principio una relación muy difícil, porque ir a vivir a Lima significó separarme de mi familia materna, a la que quería mucho y que me había mimado mucho, y vivir con mi padre, con quien yo no había vivido hasta entonces, una persona muy severa, muy rígida, muy autoritaria, a quien yo tenía mucho miedo. Así que mis primeros recuerdos de Lima son más bien desastrosos y quizás por eso he tenido una relación conflictiva con Lima; creo que eso se ve bastante bien en las novelas. Pero en el Perú están las referencias, allí me formé, suyo es todavía el español en el que hablo y escribo, a pesar de que he vivido ya mucho más tiempo fuera que allí.
¿Conserva algún objeto, desde no recuerda cuándo, que le haya acompañado durante mucho tiempo?
Una pariente mía, una chiquilla que estuvo viviendo con nosotros en París, murió en un accidente de aviación, en Pointe à Pitre, en Guadalupe, y tuve que ir a identificar el cadáver, espantosa experiencia. Desde entonces guardé en mi cartera un retazo del vestido que llevaba esta sobrina. Hasta hace muy poco, cuando me robaron la cartera en Amsterdam, llevaba ese recuerdo cariñoso de una persona a la que quise mucho, y que había guardado durante prácticamente 30 años.
¿Qué ha causado más víctimas inocentes en la historia, las banderas o la religión?
La primera razón de violencia en el mundo ha sido la religión y la segunda, el nacionalismo. Todas las grandes guerras de religión tienen también un contenido nacionalista muy fuerte. Son las dos fuentes principales de Apocalipsis en la historia.
¿Seguirán siéndolo?
Lo son en la actualidad. Estos días tenemos una confirmación trágica y al tiempo grotesca de cómo la religión puede incendiar un clima, crear la incomunicación. El nacionalismo lo vimos, por ejemplo, en los Balcanes, en el corazón de Europa: de pronto ese estallido irracional de inhumanidad, de salvajismo. Cuando se escarba en esas catástrofes siempre se llega a una raíz que tiene que ver con la religión y con el nacionalismo.
¿Quién es culpable?
Quienes asumen la religión de una manera fundamentalista, excluyente, fanática, y quienes hacen del nacionalismo una religión. El nacionalismo convierte en religión algo en su origen perfectamente legítimo, la identificación con el lugar donde se nace, con la lengua, con el entorno, un sentimiento positivo que si se transforma en una forma de fe excluyente y fanática produce una terrible violencia. Es muy triste comprobar que la cultura -que el siglo de las luces pensó que sería el gran antídoto contra el fanatismo, la intolerancia, y contra esa forma de irracionalidad que es querer imponer una verdad única- no resulta suficiente contención frente a la barbarie. Al contrario, hemos visto que países tan civilizados como la Alemania de los años 30, el país más civilizado del mundo, se entregaba a la locura colectiva del nazismo. En el mundo islámico ocurre algo parecido. A veces no son sectores ignorantes, sino figuras de mayor nivel intelectual las que asumen directamente esta forma irracional de fe, de negación, de exclusión del otro, que conduce irremediablemente a la violencia.
¿Hay un componente violento en la naturaleza humana?
Sí, hay un instinto de muerte, de destrucción en el ser humano, siempre presente en la historia, que en períodos se atenúa o se sublima, a veces en el arte, a veces en el amor, pero que subyace siempre en la vida y en determinadas circunstancias aflora y causa las catástrofes más espantosas. Uno de los mecanismos que encontró el ser humano para atenuar ese instinto destructor ha sido la democracia, la posibilidad de una coexistencia de credos, costumbres y lenguas, a través de concesiones mutuas. La democracia ha hecho avanzar extraordinariamente a la humanidad, pero no ha podido erradicar ese instinto de destrucción enraizado en nosotros. Para los creyentes ese es el pecado original; para los demás tiene que ver con los instintos, que a veces prevalecen sobre la racionalidad, la anulan, obnubilan al ser humano y al final imponen el imperio del odio. La tolerancia es la única garantía de la supervivencia.
¿Ha cambiado tanto la perspectiva histórica que lo que en los 60 era un proyecto posible hoy es tan solo una vía muerta que acabará necesariamente en pesadilla?
En los años 60 la ilusión de la sociedad perfecta había echado raíces en toda una generación a lo largo de medio mundo. El 68 es una expresión de ese sentimiento, que ya se daba antes, a partir del triunfo de la revolución cubana, de que se podía construir la sociedad perfecta a través de una acción de vanguardias heroicas, sacrificadas. La ilusión produjo figuras muy atractivas, románticas, pero el balance final dejó en América Latina una multitud de dictaduras militares absolutamente despiadadas, implacables, que encontraron en las guerrillas, en los movimientos de liberación, el pretexto ideal para interrumpir los procesos democráticos iniciados en algunos países o simplemente para acabar con tradiciones democráticas arraigadas, como en Chile o Uruguay. Hubo luego que empezar desde cero, reconstruyendo esas democracias que los grandes idealistas satanizaron y presentaron como la máscara de la explotación. Al final, la humanidad descubrió que la democracia era preferible, que era preferible renunciar a la sociedad perfecta y aceptar el principio de las sociedades perfectibles a través de la democracia, de los consensos, de las instituciones, porque así morían muchos menos inocentes de los que murieron por esos maximalismos revolucionarios que llevan a la destrucción de las libertades, y la destrucción de las libertades no trae progreso social, contrariamente a lo que enseñaron Sartre o Luckás, todos los grandes gurúes de los años 50, Marcuse también, de quien Josep Pla decía: "uno de esos grandes pensadores que contribuyeron como nadie a la confusión contemporánea", frase magnífica.
¿Qué complejos arrastra Latinoamérica?
Una incapacidad manifiesta para aprovechar las oportunidades que se le presentan y una tendencia a perseverar en el error. Aunque quizás sea injusto generalizar, porque hay menos dictaduras hoy, aunque tenemos la más longeva del mundo, la de Fidel Castro, 45 años ya, más de tres generaciones de cubanos. Tenemos también a un fenómeno, ese pequeño Fidel que es Hugo Chávez, cuya aspiración es suceder a Castro como dictador longevo. Pero con esas excepciones, América Latina tiene democracias, bien que imperfectas, y un fenómeno interesante que no existía hace 20 años: una izquierda democrática, la de Lula, Tabaré Vázquez, el caso magnífico de Chile con Lagos y Bachelet, una izquierda que acepta el juego democrático, liberal en políticas económicas, a la manera de un Tony Blair o del socialismo de Felipe González en España, con grandes beneficios para el país, como los que se lograron en España. Es un fenómeno nuevo en América Latina.
Invítenos a cenar en Lima.
La comida es una de las mejores cosas que tiene el Perú. Pablo Neruda decía que en el Perú se come o no se come; ahora, quienes comen, ¡qué bien comen! En el Perú hay una cocina muy rica, con inventiva. La comida es uno de los aspectos de la vida donde se ha desarrollado más la creatividad de los peruanos, tal vez por la gran tradición represiva de nuestra historia: desde la época prehispánica teníamos imperios desarrolladísimos, pero controladores de la vida, así que la gastronomía era una actividad donde se podía desarrollar con toda libertad la imaginación, la fantasía. Últimamente pasa algo curioso en Perú: todos los chicos y chicas quieren ser chefs.
Con unas materias primas extraordinarias.
Claro, y así la comida es muy rica y variada, y además, motivo de orgullo, de presentación, incluso un pueblo muy pequeñito introduce variantes en los platos típicos. Veamos entonces, un menú. Para mí es muy especial el chupe de camarones, un plato típico de Arequipa, absolutamente maravilloso. Si sobrevives al chupe y eres valiente, puedes comer de segundo un lomito saltado con arroz o un seco de cordero, plato del norte, o si no, un arroz con pato, de Chiclayo. Y así podría continuar un menú interminable, recorriendo toda la geografía peruana.
La obligación de escribir con autenticidad
¿En qué ha cambiado el Mario Vargas Llosa lector? ¿Qué lectura le sigue haciendo disfrutar?
Todavía no tenía cinco años cuando empecé a leer, y recuerdo cómo se me ensanchó el mundo, cómo me sentí de pronto viviendo en más sitios, transformándome en muchas personas. La vida se multiplicó de manera extraordinaria y ese tipo de milagros todavía los vivo cuando un libro me apasiona. Claro que mis lecturas están en parte condicionadas por mi trabajo, por lo que estoy escribiendo. Y después están las lecturas por puro placer, muchas veces relecturas de autores que me han marcado, como Flaubert, Faulkner, libros que he releído, como Madame Bovary, que me marcó tremendamente, pero también contemporáneos. Pero en algo he cambiado: de joven creía tener la obligación moral de terminar todo libro que empezaba, aunque me aburriera infinitamente.
¿Qué le han dado los libros?
Sin los libros que he leído, sin las ideas que me convencieron, que se integraron en mi manera de ser, hubiera sido mucho peor de lo que soy y hubiera tenido una visión mucho más pobre de la realidad, una sensibilidad mucho menos alerta. Es decir, la literatura y la cultura sí influyen en la vida, pero no creo que eso pueda decidirse de antemano y planificar actividades creativas para conseguir determinados efectos. No funciona automáticamente, sino de una manera sutil, imprevisible, pero que deja una tremenda huella en la vida.
¿Qué escritores detesta pero admira?
Por ejemplo, Louis Ferdinand Celine, un extraordinario novelista que refleja un mundo negro, de sordidez, mediocridad y mezquindad, con esa verba popular, sabrosa, vulgar; y, al mismo tiempo, un personaje repugnante, un racista antisemita, autor de uno de los libros más asquerosos que se han escrito, las Bagatelles pour un massacre. Pero hay muchos casos de personajes poco estimables y, sin embargo, extraordinarios escritores.
¿Cómo se depuran las responsabilidades de la literatura?
Un escritor tiene la obligación de escribir con autenticidad, volcar lo que lleva dentro, aquello por lo que es escritor. Pero sin disciplina esa autenticidad por sí sola no vale. Creo que no se ha escrito ningún gran libro que no sea la expresión auténtica de una personalidad. Auténtica no quiere decir buena, puede ser perversa, pero creo que las obras que quedan en la memoria porque nos revelan algo muy profundo de nosotros mismos, son las que están escritas como una especie de inmolación. Quizá el caso más alentador es el del escritor que está siempre buscando, aunque a veces se rompa la crisma en el intento, y para el que la literatura es siempre un juego peligroso. Ese es el escritor que admiro más.
¿Por qué ha dedicado un ensayo a Víctor Hugo?
Hugo tenía una facilidad para escribir casi inhumana. Acababa una obra de teatro en una semana, una novela en tres. A veces le salían cosas muy pobres, pero también cumbres tan extraordinarias como Los Miserables, una obra maestra absoluta. Víctor Hugo es un caso extraordinario de gran creador, cuyo equivalente en nuestra lengua sería Neruda, autor también de una obra gigantesca, donde hay de todo, obras maestras, hojarasca y a veces cosas malísimas. Víctor Hugo, cuya faceta retórica resulta de dudoso interés para el lector contemporáneo, sigue deslumbrando con libros como Nuestra Señora de París o Los Miserables, y parte de su poesía, o incluso por aspectos que se mencionan menos, como su pintura visionaria, de sombras y castillos, muy creativa y muy vigente todavía.
"La política se ha petrificado"
¿Cuáles son las tres certezas valiosas que guarda en el bolsillo?
Una no es mía, la dijo Popper y a mí me convenció absolutamente, y siempre la repito: Con todas las cosas que andan mal en el mundo, nunca la humanidad vivió mejor, nunca ha tenido mejores instrumentos para poder derrotar a los grandes demonios, el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la explotación. Es algo que conviene tener presente, sobre todo frente a los pesimistas: hace 50 años vivíamos peor que hoy. La segunda certeza es que nunca sacrificaré mi libertad por nada, para mí es una condición sine qua non de la existencia. La tercera es que la vida, aunque esté habitualmente llena de decepciones y frustraciones, a pesar de que nunca llegaremos a materializar nuestros sueños, es siempre absolutamente maravillosa.
Conoció España muy joven. ¿Cómo ha cambiado?
España el caso más extraordinario de transformación de una sociedad que he visto. Llegué a España en el año 58 y se parecía mucho a los países subdesarrollados de América Latina, una dictadura brutal, un país de contrastes sociales y económicos a nivel sudamericano, con una minoría de alto nivel de vida, una escasa clase media y una masa enorme de españoles pobres, que emigraban. España vivía completamente ensimismada, era un país acuartelado. Los jóvenes españoles no pueden imaginar la España de hace 40 años, hoy que parece como si realmente la democracia fuera la historia de España.
¿Qué hipoteca dejaremos a las generaciones posteriores?
Los seres humanos son ciudadanos del mundo, y eso ofrece oportunidades extraordinarias pero también puede ser fuente de grandes catástrofes. En los últimos 50 años el mundo ha cambiado más que en toda la historia, de manera que es posible que dentro de 20 años el mundo sea otro. Estamos en una frontera.
El 65 por ciento de los menores de 30 años no muestra el menor interés por la actividad política. ¿De qué andamos más escasos, de gestores eficaces, de políticos honestos, de intelectuales que levanten la voz?
Ese es uno de los grandes problemas actuales. La política se ha petrificado, y el gran desafío para las democracias desarrolladas es la renovación. Habría que devolver la ilusión por la política a los jóvenes. Es muy difícil que una democracia se regenere sin la participación de los mejores en la vida política; y desgraciadamente, cada vez hay un desafecto mayor por la política, que es considerada despreciable. Hay que devolver la dignidad y la decencia a la política.
Friday, March 10, 2006
Jorge Eduardo Eielson: Palabras mayores
Elegía por uno de los poetas peruanos más importantes del siglo XX
Las letras peruanas siguen de luto. Al reciente deceso de la narradora Pilar Dughi, llega desde Italia la noticia de la muerte de Jorge Eduardo Eielson, uno de los poetas más importantes de la literatura peruana contemporánea
Por Giancarlo Stagnaro
"No es la luna que regresa / Ni tu desnudez que pasa / Como el viento en el estío Es tan sólo mi ceniza / Que desea tu ceniza."
JEE, "Elegía".
Desde Milán, su hogar hace 50 años, arriba la noticia del lamentable deceso del gran artista total Jorge Eduardo Eielson, a la edad de 81 años. Para los amantes de la poesía, y de la peruana en particular, la partida de Eielson nos deja con una de las obras poéticas más sólidas del siglo XX.
El poeta falleció a las 16.00 horas del miércoles 8 de marzo en su casa en la norteña ciudad italiana. Nacido en Lima en 1924, vivió desde hace casi cincuenta años en Italia. A los 21 años obtuvo el premio nacional de poesía, no sin antes haber recorrido las redacciones de los principales diarios de la época, donde ejercía la crítica literaria y artística. Fue miembro destacado de la denominada Generación del 50 en poesía.
Sus primeros trabajos revelan una preferencia formal, como en Canción y muerte de Rolando (1943, pero publicado en 1959) y Reinos (1945). Estos libros, impresos en breves tiradas o como separatas, apenas se conocieron fuera de Lima.
Su exilio europeo, que lo ha llevado por Roma y diferentes ciudades italianas, contribuye a definir otra etapa en su producción, totalmente distinta de la primera: Habitación en Roma (1951) y Mutatis mutandis (1967). La mayor parte de su obra poética ha sido reunida en Poesía escrita (1976). También ha escrito dos novelas: El cuerpo de Giulia-no (1971) y Primera muerte de María (1988).
Su obra plástica, con fuerte influencia precolombina, ha sido expuesta en diversas partes y figura en importantes museos del mundo. Eielson intervino en diversas bienales de Venecia y sus obras se han exhibido en salas de Europa y América Latina; así como en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde compartió espacio con Julio Le Parc, Keizo, Morishita y Bruno Munari.
Su trabajo plástico figura en colecciones tan importantes como la del MOMA de Nueva York y la colección Nelson Rockefeller. Asimismo, un libro que realiza una fusión de arte poético y visual ha aparecido en italiano bajo el titulo de Poesía visibile (2002).
Sin fronteras
¿Quién fue, a final de cuentas, Jorge Eduardo Eielson? ¿El hombre que, en el homenaje que le rindió Telefónica en 2002, a través de una videoconferencia, se presentó detrás de una máscara? ¿Uno de los primeros artistas peruanos en articular su praxis artística con el happening y la performance? ¿El artista que renovó la plástica peruana con nudos y quipus? ¿El que envió una osada solicitud a la NASA para que las naves del Apolo llevaran consigo obras de arte a la Luna?
Para muchos, Jorge Eduardo Eielson traspuso las fronteras de la experiencia artística. Supo sintetizar, como muy pocos artistas peruanos, las intrincadas relaciones entre los géneros artísticos. De ahí el reconocimiento tardío que recibiera, pero que servirá de guía para las generaciones futuras. El máximo aporte de Eielson a la cultura peruana consiste en la vitalidad perenne que le imprimió a todas sus creaciones, en un afán por lograr que la vida se convierta, con toda su plenitud, en una obra de arte.
Reacciones
Rodolfo Hinostroza
Poeta
La noticia me deja consternado, era muy amigo mío. Era el poeta vivo más importante del Perú. Lo llamé por teléfono a Italia para invitarlo a un congreso de literatura, al que no pudo venir. Es un gran lírico, con un manejo extraordinario de la imagen poética. Eielson posee gran fuerza y coraje visual. Un acto de gran calibre lírico. Aunque tiene una obra artística de gran calidad, la gente no la ha cotizado tanto como su poesía.
Carlos Germán Belli
Poeta
Jorge Eduardo Eielson es uno de los notables poetas latinoamericanos del siglo XX, y asimismo un creador total, porque, además del quehacer literario, cultivó también las artes plásticas, por añadidura con propuestas ultranovedosas. Lo veo como un heredero de José María Eguren, por su extrema sensibilidad estética.
Ricardo Wiesse
Artista plástico
Jorge Eduardo fue un alma absolutamente sensitiva y dueña del poder de la palabra. También un muy perceptivo artista visual. Influyó grandemente con sus exposiciones en los años 1970, en artistas como yo, que empezamos a ver el Perú con nuestros ojos. Soportes inspiradores, los planos arenados, los nudos; y los cuadros con arena, fueron un detonante para exploraciones mías. Ejerció el espíritu del alma, que supo encarnar a fondo, sin ningún tipo de trabas, como ningún otro. La luz de su poesía nos seguirá iluminando.
Emilio Tarazona
Curador
La obra de Jorge Eielson va mucho más lejos que su creación plastica o poesía extraordinarias, aunque ellas sean las principales fuentes que nos permitirán intuirla: una maravillosa actitud ante la vida, silenciosa y solitariamente generosa ante el mundo y ante la humanidad. Ella se ha nutrido desde su interior y se ha mantenido creciendo hasta hoy sin concesiones y sin dejarse abatir por nada. Ni siquiera por la proximidad de la muerte intuida durante los últimos meses y estoy seguro que tampoco con su llegada.
Las letras peruanas siguen de luto. Al reciente deceso de la narradora Pilar Dughi, llega desde Italia la noticia de la muerte de Jorge Eduardo Eielson, uno de los poetas más importantes de la literatura peruana contemporánea
Por Giancarlo Stagnaro
"No es la luna que regresa / Ni tu desnudez que pasa / Como el viento en el estío Es tan sólo mi ceniza / Que desea tu ceniza."
JEE, "Elegía".
Desde Milán, su hogar hace 50 años, arriba la noticia del lamentable deceso del gran artista total Jorge Eduardo Eielson, a la edad de 81 años. Para los amantes de la poesía, y de la peruana en particular, la partida de Eielson nos deja con una de las obras poéticas más sólidas del siglo XX.
El poeta falleció a las 16.00 horas del miércoles 8 de marzo en su casa en la norteña ciudad italiana. Nacido en Lima en 1924, vivió desde hace casi cincuenta años en Italia. A los 21 años obtuvo el premio nacional de poesía, no sin antes haber recorrido las redacciones de los principales diarios de la época, donde ejercía la crítica literaria y artística. Fue miembro destacado de la denominada Generación del 50 en poesía.
Sus primeros trabajos revelan una preferencia formal, como en Canción y muerte de Rolando (1943, pero publicado en 1959) y Reinos (1945). Estos libros, impresos en breves tiradas o como separatas, apenas se conocieron fuera de Lima.
Su exilio europeo, que lo ha llevado por Roma y diferentes ciudades italianas, contribuye a definir otra etapa en su producción, totalmente distinta de la primera: Habitación en Roma (1951) y Mutatis mutandis (1967). La mayor parte de su obra poética ha sido reunida en Poesía escrita (1976). También ha escrito dos novelas: El cuerpo de Giulia-no (1971) y Primera muerte de María (1988).
Su obra plástica, con fuerte influencia precolombina, ha sido expuesta en diversas partes y figura en importantes museos del mundo. Eielson intervino en diversas bienales de Venecia y sus obras se han exhibido en salas de Europa y América Latina; así como en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde compartió espacio con Julio Le Parc, Keizo, Morishita y Bruno Munari.
Su trabajo plástico figura en colecciones tan importantes como la del MOMA de Nueva York y la colección Nelson Rockefeller. Asimismo, un libro que realiza una fusión de arte poético y visual ha aparecido en italiano bajo el titulo de Poesía visibile (2002).
Sin fronteras
¿Quién fue, a final de cuentas, Jorge Eduardo Eielson? ¿El hombre que, en el homenaje que le rindió Telefónica en 2002, a través de una videoconferencia, se presentó detrás de una máscara? ¿Uno de los primeros artistas peruanos en articular su praxis artística con el happening y la performance? ¿El artista que renovó la plástica peruana con nudos y quipus? ¿El que envió una osada solicitud a la NASA para que las naves del Apolo llevaran consigo obras de arte a la Luna?
Para muchos, Jorge Eduardo Eielson traspuso las fronteras de la experiencia artística. Supo sintetizar, como muy pocos artistas peruanos, las intrincadas relaciones entre los géneros artísticos. De ahí el reconocimiento tardío que recibiera, pero que servirá de guía para las generaciones futuras. El máximo aporte de Eielson a la cultura peruana consiste en la vitalidad perenne que le imprimió a todas sus creaciones, en un afán por lograr que la vida se convierta, con toda su plenitud, en una obra de arte.
Reacciones
Rodolfo Hinostroza
Poeta
La noticia me deja consternado, era muy amigo mío. Era el poeta vivo más importante del Perú. Lo llamé por teléfono a Italia para invitarlo a un congreso de literatura, al que no pudo venir. Es un gran lírico, con un manejo extraordinario de la imagen poética. Eielson posee gran fuerza y coraje visual. Un acto de gran calibre lírico. Aunque tiene una obra artística de gran calidad, la gente no la ha cotizado tanto como su poesía.
Carlos Germán Belli
Poeta
Jorge Eduardo Eielson es uno de los notables poetas latinoamericanos del siglo XX, y asimismo un creador total, porque, además del quehacer literario, cultivó también las artes plásticas, por añadidura con propuestas ultranovedosas. Lo veo como un heredero de José María Eguren, por su extrema sensibilidad estética.
Ricardo Wiesse
Artista plástico
Jorge Eduardo fue un alma absolutamente sensitiva y dueña del poder de la palabra. También un muy perceptivo artista visual. Influyó grandemente con sus exposiciones en los años 1970, en artistas como yo, que empezamos a ver el Perú con nuestros ojos. Soportes inspiradores, los planos arenados, los nudos; y los cuadros con arena, fueron un detonante para exploraciones mías. Ejerció el espíritu del alma, que supo encarnar a fondo, sin ningún tipo de trabas, como ningún otro. La luz de su poesía nos seguirá iluminando.
Emilio Tarazona
Curador
La obra de Jorge Eielson va mucho más lejos que su creación plastica o poesía extraordinarias, aunque ellas sean las principales fuentes que nos permitirán intuirla: una maravillosa actitud ante la vida, silenciosa y solitariamente generosa ante el mundo y ante la humanidad. Ella se ha nutrido desde su interior y se ha mantenido creciendo hasta hoy sin concesiones y sin dejarse abatir por nada. Ni siquiera por la proximidad de la muerte intuida durante los últimos meses y estoy seguro que tampoco con su llegada.
Thursday, March 09, 2006
Resultados del primer concurso nacional de libro objeto en el Perú
Romper la inercia, sacudir las conciencias y avivar el ingenio. He ahí tres buenos motivos que sirvieron para llevar adelante el I CONCURSO NACIONAL DE LIBRO-OBJETO 2005 Premio Carlos Oquendo de Amat. Y es que los libros-objeto –como por ejemplo el inigualable 5 METROS DE POEMAS—obligan a replantear las relaciones que establecemos los seres humanos con los objetos, con el conocimiento y con los sentidos.
Esta primera edición del concurso estuvo a cargo del comité editorial de la revista literaria Dedo Crítico y se llevó a cabo con el apoyo del Instituto Runa, la ong holandesa HIVOS y el Centro Cultural de España. A lo que apunta en el futuro es a convertirse en una tradición bienal.
El fallo
El jurado calificador, compuesto por Élida Román, José Watanabe y Eduardo Tokeshi, decidió otorgar un reconocimiento especial a cinco trabajos (de los cuarenta presentados al concurso). Encabeza la lista El libro de cera de Cecilia Podestá, artefacto que muestra una galería de personajes y una secreta aventura táctil; le sigue Transparencias de Berly Luna, un experimento verbal deconstructivo. Además está Las celosías de New York de Cinthya Capriata, una suerte de reinterpretación del sueño cosmopolita de Oquendo de Amat, en letras caladas. Asimismo, mencionamos al libro objeto Sinonimia, de Juan Carreño, simple e infinito, producto de un arduo trabajo conceptual, no obstante de una impecable sencillez.
Finalmente, el ganador del concurso fue el libro-objeto llamado Nostalgias Imperiales de Diego Gianella, joven artista formado en el Perú, con talleres de grabado y encuadernación en el exterior.
Diego Gianella se hizo acreedor a un premio ascendente a 1800 dólares.
El libro objeto ganador
Nostalgias Imperiales, de Diego Gianella, es una reivindicación de la idea del Álbum fotográfico como eterno archivador de recuerdos. Es también un juego nostálgico. El artista seleccionó once poemas de César Vallejo en los que el vate hace alusión explícita a su terruño (Santiago de Chuco). Asimismo, les impuso una rica atmósfera para-textual en base a antiguas fotografías de su propia familia, que proviene de la misma zona de Vallejo.
De esta manera, el lector de Nostalgias Imperiales es tentado a asociar poemas y fotos, construyendo una callada y antigua narración. Es como si alguien mayor nos susurrase la historia de nuestros abuelos mientras pasamos las pesadas páginas del álbum familiar.
Con la ayuda de esta ficción, podemos acercarnos al apacible paisaje de la sierra de La Libertad, a esos balcones acribillados por el sol, a las paredes encaladas, a sus tristes burros peruanos y a las solemnes tahonas estuosas. También podemos descubrir el imaginado rostro de la dulce Rita, aquella de junco y capulí, en las facciones de una buenamoza veinteañera, que en vida fue la abuela materna de Diego. Bellas mentiras, verdades en nuestra imaginación.
Por otro lado, uno de los aspectos más llamativos de Nostalgias Imperiales es su exquisita factura, el fino trabajo de encuadernación y el cuidado y correspondencia entre el papel, estampado y los poemas.
Pero donde reside principalmente la originalidad y se muestra la creatividad del artista es tanto en la creación del objeto, así como también el contenido gráfico y conceptual del mismo.
Aviso
Finalmente, debe hacerse público que los trabajos que resultaron finalistas formarán parte de una exhibición organizada por el CC de España en el mes de mayo, en una conocida galería de arte de Lima. La curadoría de esa muestra estará a cargo de Élida Román.
Los trabajos que no resultaron ganadores podrán ser recogidos a partir de la segunda quincena de abril en el local del Instituto Runa.
Contacto con los organizadores:
Gabriel Espinoza S.
Cel: 99 65 56 07
E-mail: gaesu@yahoo.com
Esta primera edición del concurso estuvo a cargo del comité editorial de la revista literaria Dedo Crítico y se llevó a cabo con el apoyo del Instituto Runa, la ong holandesa HIVOS y el Centro Cultural de España. A lo que apunta en el futuro es a convertirse en una tradición bienal.
El fallo
El jurado calificador, compuesto por Élida Román, José Watanabe y Eduardo Tokeshi, decidió otorgar un reconocimiento especial a cinco trabajos (de los cuarenta presentados al concurso). Encabeza la lista El libro de cera de Cecilia Podestá, artefacto que muestra una galería de personajes y una secreta aventura táctil; le sigue Transparencias de Berly Luna, un experimento verbal deconstructivo. Además está Las celosías de New York de Cinthya Capriata, una suerte de reinterpretación del sueño cosmopolita de Oquendo de Amat, en letras caladas. Asimismo, mencionamos al libro objeto Sinonimia, de Juan Carreño, simple e infinito, producto de un arduo trabajo conceptual, no obstante de una impecable sencillez.
Finalmente, el ganador del concurso fue el libro-objeto llamado Nostalgias Imperiales de Diego Gianella, joven artista formado en el Perú, con talleres de grabado y encuadernación en el exterior.
Diego Gianella se hizo acreedor a un premio ascendente a 1800 dólares.
El libro objeto ganador
Nostalgias Imperiales, de Diego Gianella, es una reivindicación de la idea del Álbum fotográfico como eterno archivador de recuerdos. Es también un juego nostálgico. El artista seleccionó once poemas de César Vallejo en los que el vate hace alusión explícita a su terruño (Santiago de Chuco). Asimismo, les impuso una rica atmósfera para-textual en base a antiguas fotografías de su propia familia, que proviene de la misma zona de Vallejo.
De esta manera, el lector de Nostalgias Imperiales es tentado a asociar poemas y fotos, construyendo una callada y antigua narración. Es como si alguien mayor nos susurrase la historia de nuestros abuelos mientras pasamos las pesadas páginas del álbum familiar.
Con la ayuda de esta ficción, podemos acercarnos al apacible paisaje de la sierra de La Libertad, a esos balcones acribillados por el sol, a las paredes encaladas, a sus tristes burros peruanos y a las solemnes tahonas estuosas. También podemos descubrir el imaginado rostro de la dulce Rita, aquella de junco y capulí, en las facciones de una buenamoza veinteañera, que en vida fue la abuela materna de Diego. Bellas mentiras, verdades en nuestra imaginación.
Por otro lado, uno de los aspectos más llamativos de Nostalgias Imperiales es su exquisita factura, el fino trabajo de encuadernación y el cuidado y correspondencia entre el papel, estampado y los poemas.
Pero donde reside principalmente la originalidad y se muestra la creatividad del artista es tanto en la creación del objeto, así como también el contenido gráfico y conceptual del mismo.
Aviso
Finalmente, debe hacerse público que los trabajos que resultaron finalistas formarán parte de una exhibición organizada por el CC de España en el mes de mayo, en una conocida galería de arte de Lima. La curadoría de esa muestra estará a cargo de Élida Román.
Los trabajos que no resultaron ganadores podrán ser recogidos a partir de la segunda quincena de abril en el local del Instituto Runa.
Contacto con los organizadores:
Gabriel Espinoza S.
Cel: 99 65 56 07
E-mail: gaesu@yahoo.com
¿Por qué no?
El señor de los colmillos
¿POR QUÉ NO?
Por José B. Adolph
¡Pucha, cuánto se ha escrito sobre la escritura! Autores, críticos, reseñadores, lectores y analfabetos han eyaculado libros enteros, artículos-sábana, ingeniosidades sin fin y tedio insoslayable sobre qué es la literatura, para qué sirve, cómo debe ser, cómo no debe ser, si vive o muere con esta generación o la que sigue, etcétera.
La mayoría de los contribuyentes a tal investigación, análisis, diatriba, romanticismo sublime y honda solemnidad, arguye que el entretenimiento no es un elemento a tomar en serio y en cuenta a la hora de calificar un texto literario. ¡Dios nos impida gozar de un libro porque nos entretiene o, peor aún, nos divierte!
Bueno, pues, me sumaré a ese ejército de exégetas y denostadores con la siguiente, modesta, colaboración discrepante:
¿Por qué no?
Es decir, ¿qué tienen contra el entretenimiento, que es la cuna misma de la literatura?
Antes, cuando alguien me preguntaba sobre qué género literario me gusta y cuál no, yo respondía que, en mi opinión, no hay géneros buenos o malos sino libros buenos o malos. Niente de “subgéneros” o “géneros menores”. ¿O la Odisea, el Quijote y el teatro de Shakespeare no fueron originalmente “de entretenimiento”, bestsellers?
Ahora soy más radical: sólo hay los libros que me gustan y los que no me gustan. Y punto. ¿Y cuál es mi criterio?
Los que me gustan son los que no me aburren, bien escritos, bien construidos, los que me conmueven o me hacen reír. Los que no me gustan son los tediosos, los solemnes, los acartonados, los que quieren renovar la literatura y ser originales (a menos que cumplan con lo prometido, lo que ocurre pocas veces) y los que sólo sirven para promover los forúnculos del autor o autora (a menos que sea un genio como Henry Miller y ya sabemos que los genios no caen de los árboles).
Ya oigo un murmullo: “Claro, el colmilludo no es serio, por eso sus libros hacen quebrar editores”. Bueno, es cierto que no soy serio, en el sentido de “solemne”. Y los editores se han repuesto, gracias.
¿POR QUÉ NO?
Por José B. Adolph
¡Pucha, cuánto se ha escrito sobre la escritura! Autores, críticos, reseñadores, lectores y analfabetos han eyaculado libros enteros, artículos-sábana, ingeniosidades sin fin y tedio insoslayable sobre qué es la literatura, para qué sirve, cómo debe ser, cómo no debe ser, si vive o muere con esta generación o la que sigue, etcétera.
La mayoría de los contribuyentes a tal investigación, análisis, diatriba, romanticismo sublime y honda solemnidad, arguye que el entretenimiento no es un elemento a tomar en serio y en cuenta a la hora de calificar un texto literario. ¡Dios nos impida gozar de un libro porque nos entretiene o, peor aún, nos divierte!
Bueno, pues, me sumaré a ese ejército de exégetas y denostadores con la siguiente, modesta, colaboración discrepante:
¿Por qué no?
Es decir, ¿qué tienen contra el entretenimiento, que es la cuna misma de la literatura?
Antes, cuando alguien me preguntaba sobre qué género literario me gusta y cuál no, yo respondía que, en mi opinión, no hay géneros buenos o malos sino libros buenos o malos. Niente de “subgéneros” o “géneros menores”. ¿O la Odisea, el Quijote y el teatro de Shakespeare no fueron originalmente “de entretenimiento”, bestsellers?
Ahora soy más radical: sólo hay los libros que me gustan y los que no me gustan. Y punto. ¿Y cuál es mi criterio?
Los que me gustan son los que no me aburren, bien escritos, bien construidos, los que me conmueven o me hacen reír. Los que no me gustan son los tediosos, los solemnes, los acartonados, los que quieren renovar la literatura y ser originales (a menos que cumplan con lo prometido, lo que ocurre pocas veces) y los que sólo sirven para promover los forúnculos del autor o autora (a menos que sea un genio como Henry Miller y ya sabemos que los genios no caen de los árboles).
Ya oigo un murmullo: “Claro, el colmilludo no es serio, por eso sus libros hacen quebrar editores”. Bueno, es cierto que no soy serio, en el sentido de “solemne”. Y los editores se han repuesto, gracias.
Habitación (vacía) en Roma
Por Enrique Sánchez Hernani
Para Diego
que entenderá este dolor
Ha muerto Jorge Eduardo Eielson
sus tersas manos soltaron el papel
sus dedos volvieron a la tierra
a reunirse con el rocío matutino
ha muerto Jorge Eduardo Eielson
arde Roma y en Nápoles los pianos sollozan
dime tú ¿cómo es posible
que dios muera y el mar
permanezca sobre las piedras?
Jorge Eduardo Eielson ha muerto
o eso nos parece:
sus pies ya resbalan por un espejismo
y una nota de jazz los acompaña
una sola nota
delgada y dulce como el cuello
de una jirafa
Eielson no ha muerto:
somos nosotros los que hemos desaparecido
de su campo visual
arrobados entre oscuras estrellas.
Dime Diego:
¿cómo es posible que dios
se muera?
San Roque, 8 de marzo de 2006
Para Diego
que entenderá este dolor
Ha muerto Jorge Eduardo Eielson
sus tersas manos soltaron el papel
sus dedos volvieron a la tierra
a reunirse con el rocío matutino
ha muerto Jorge Eduardo Eielson
arde Roma y en Nápoles los pianos sollozan
dime tú ¿cómo es posible
que dios muera y el mar
permanezca sobre las piedras?
Jorge Eduardo Eielson ha muerto
o eso nos parece:
sus pies ya resbalan por un espejismo
y una nota de jazz los acompaña
una sola nota
delgada y dulce como el cuello
de una jirafa
Eielson no ha muerto:
somos nosotros los que hemos desaparecido
de su campo visual
arrobados entre oscuras estrellas.
Dime Diego:
¿cómo es posible que dios
se muera?
San Roque, 8 de marzo de 2006
Notizie biograpiche
a cura di Martha L. Canfield
Jorge Eduardo Eielson è nato a Lima (Perù) nel 1924: sua madre apparteneva a una famiglia della capitale e il padre era di origine scandinava, (il nonno era arrivato in Perù verso la fine del secolo precedente e vi si era stabilito).
Scomparso prematuramente il padre, quando Jorge ha appena sette anni di età, gli viene impartita un'educazione alquanto liberale. Cresciuto tra la madre, le sorelle e un fratello, anche lui morto prematuramente, fin da bambino manifesta spiccate tendenze artistiche che si estrinsecano in varia maniera, esercitandosi al piano forte (tutta la famiglia amava la musica), disegnando copiosamente, recitando parte dei suoi autori prediletti, inventando oggetti con qualsiasi cosa gli capiti sotto mano. Eielson stesso, nel corso di qualche intervista, individuerà un nesso tra le sue composite origini etnico-culturali ("le mie quattro culture - dice lui - spagnola, italiana, svedese, nazca, riferendosi in quest'ultimo caso, all'antica civiltà preispanica della costa del Perù) e la varietà dei suoi interessi creativi, non esclusa la curiosità scientifica, filosofica e religiosa.
A quell'epoca la capitale peruviana non è ancora intaccata dall'inarrestabile degrado dei tempi più recenti (degrado che Eielson descriverà con visionaria fantasia nel romanzo Primera muerte de Maria verso la fine degli anni Cinquanta). C'è una relativa stabilità economica, ci sono fermenti culturali ricchi ed aperti alle influenze provenienti dai grandi centri internazionali. Il giovane si nutre quindi e soprattutto di cultura europea. Impara l'inglese e il francese, legge Rimbaud, Mallarmé, Shelley, Eliot e altri autori nelle lingue originali, oltre ai mistici e ai classici spagnoli del secolo d'oro e ai poeti iberici del Novecento. Legge anche i grandi poeti d'America, Poe e Whitman, Dario, Vallejo, Neruda e Borges.
Sempre irrequieto, cambia scuola diverse volte finché, verso la fine degli studi secondari, ha come professore di lingua spagnola l'allora esordiente Jose Maria Arguedas, che, colpito dal talento dell'adolescente, stringe con lui una fraterna amicizia e lo introduce, giovanissimo, nei circoli artistici e letterari della capitale. Ed è sempre Arguedas che lo inizia alla conoscenza delle antiche culture peruviane, quasi sconosciute al giovane a causa di un insegnamento di stampo coloniale.
Nel 1945, a ventuno anni, Eielson vince il Premio nazionale di poesia e l'anno dopo un Premio nazionale di teatro. Da quegli anni datano anche le sue prime tele dove è evidente l'influenza di due artisti molto importanti nella sua formazione: Klee e Mirò. Eielson, che già allora non crede nell'insegnamento accademico fa una sorta di concessione a se stesso quando, grazie all'amicizia col direttore dell'Accademia di Belle Arti di Lima, il noto artista peruviano Ricardo Grau, frequenta per un certo periodo alcune classi di disegno e pittura. Ma ben presto lo stesso Grau - uomo colto e moderno, formatosi a Parigi nell'atelier di André Lothe - lo dissuade dalla frequentazione accademica, ritenendo quegli studi inadeguati per lui.
Nel 1948 Eielson espone per la prima volta in una galleria della capitale, unica allora esistente, un gruppo di opere che già testimoniano la sua naturale versatilità. La mostra comprende disegni, acquarelli, oli, costruzioni con legni colorati e bruciati, oggetti di impronta surreale e "movils" di metallo a forma di spirali appesi al soffitto.
Contemporaneamente scrive per diverse pubblicazioni locali e, in collaborazione con Jean Supervielle, figlio del grande poeta francese Jules Supervielle, dirige una rivista d'arte e letteratura dal titolo premonitorio: "El Correo de Ultramar".
Sempre nel 1948 compie un viaggio a Parigi grazie ad una borsa di studio offertagli dal governo francese. Nella grande metropoli europea il giovane latinoamericano si sente a suo agio. Frequenta subito il Quartiere Latino, allora in piena effervescenza esistenzialista, passe le giornate e le notti nelle caves di Saint-Germain des Près insieme con altri scrittori e artisti provenienti da tutto il mondo, in quello straordinario fulcro di creatività che è la Parigi del dopoguerra.
E' allora che scopre l'arte di Piet Mondrian e poco dopo, insieme al gruppo Madi (capeggiato da Arden Quin e che a Buenos Aires annovera aderenti come Lucio Fontana, Tomás Maldonado, G. Kosice e altri), è invitato alla prima manifestazione d'arte astratta, il Salon des Réalités Nouvelles, fondato da Andrè Bloc. In seguito a questa partecipazione espone anche da Colette Allendy, una delle galleria d'avanguardia più interessanti di Parigi.
E' questo il momento del suo avvicinamento a Raymond Hains, al quale rimarrà legato da una lunga amicizia, tuttora intatta. Più tardi, attraverso Hains, conosce gli altri membri del gruppo del "nouveaux réalistes", con Pierre Restany come mentore spirituale e lucido teorico.
Eielson conclude allora la sua fase geometrica, costruttivista, neoplastica e si reca in Svizzera usufruendo di una borsa di studio dell'Unesco, assegnatagli per i suoi articoli giornalistici. Qui incontra Max Bill. A Ginevra ritorna alla scrittura e nel 1951 compie il viaggio forse più importante della sua vita, venendo in Italia per una vacanza estiva di qualche settimana in compagnia del poeta Javier Sologuren. Non appena mette piede nella penisola capisce che ha trovato la sua terre d'elezione. Arrivato a Roma, decide di rimanervi, prega il suo amico di fargli mandare alcuni libri ed effetti personali e inizia così la sua lunga e intensa esplorazione delle radici latine.
Ancora una volta vince un concorso, indetto dal centro sperimentale di Cinecittà di Roma, per seguire un corso di regia cinematografica -il cinema è una delle sue grandi passioni- ma non rimane a lungo nell'ambiente disgustato da certi aspetti. Nel 1953 espone i suoi "movils" alla Galleria dell'Obelisco, allora il più importante spazio di ricerca della capitale, e in questa occasione conosce Emilio Villa che scriverà un'acuta recensione sulla sua opera per la rivista "Arti Visive", da lui diretta. Tra gli altri Villa gli presenta Alberto Burri e Ettore Colla, col primo dei quali Eielson intavolerà uno stimolante rapporto durante il periodo dei "sacchi", eseguiti nell'atelier di Via Aurora. Anche Giuseppe Capogrossi s'interessa ai suoi "movils" e gli presenta Carlo Cardazzo, in procinto di aprire una galleria a Roma, ma Eielson deciso a continuare la sua strada, declina l'invito del gallerista e interrompe proprio allora la fase dei "movils".
In attesa di riprendere la ricerca visuale, si reca quasi tutte le sere nello studio di Corrado Cagli, in via del Circo Massimo, dove l'artista marchigiano lo accoglie con grande simpatia e gli presenta Afro, Mirko, Salvatore Scarpitta, Richard Serra e altri. In quegli anni conosce anche alcuni dei cosiddetti "artisti di piazza del Popolo", come Piero Dorazio, Achille Perilli, Mimmo Rotella, Antonio Sanfilippo, Carla Accardi, Cy Twombly, Matta, prima ancora dell'avvento della pop art italiana, per la quale Eielson non prova particolare interesse. E' in questo stesso periodo che scrive una della sue più importanti raccolte di poesie, Habitación en Roma, e i suoi due romanzi, El cuerpo de Giulia-no e Primera muerte de María. E' anche il momento della scoperta del buddismo zen e del suo rifiuto della letteratura, con l'approdo a una scrittura iconica, visuale e concettuale che finirà per riavvicinarlo alle arti figurative. Nel 1959 Eielson riprende il lavoro visuale, intento ora a esplorare le sue remote radici americane. Abbandonata l'avanguardia estrema, adotta materiali eterogenei, come terre, sabbie (qualche volta fatte arrivare appositamente dal Perù), argille, escrementi animali, polvere di marmo e di ferro, oltre al cemento con il quale scolpisce la superficie del quadro, e con queste materie costruisce un paesaggio austero, desolato, astratto, quasi metafisico, come è effettivamente quello della costa peruviana. (E' con queste opere che Eielson inizia un lungo e contrastato rapporto con la Galleria Lorenzelli di Milano e Bergamo, rapporto più volte interrotto e ripreso, ma che significherà per lui un buon appoggio sulla scena artistica italiana prima dl suo ritorno a Parigi e quindi nelle Americhe.)
In seguito i suoi paesaggi si popolano gradualmente dell'immagine umana, ricavata attraverso indumenti di ogni sorta: camicie, giacche, blue-jeans, abiti da sera, da sposa, calze, scarpe, cravatte, guanti, cappelli ecc. Questo suo interesse per la simbologia e la funzione sociale del vestiario è ugualmente presente nei già citati romanzi e nel poema Noche oscura del cuerpo, scritto allora, e lo sarà anche più tardi nelle sue performances e installazioni. Attraverso la manipolazione dei vestiti - raggrinziti, strappati, bruciati, attorcigliati e finalmente annodati - Eielson scopre la sua particolare sensibilità per i tessuti.
Ben presto individua la grande energia e bellezza racchiusa nel nodo -peraltro usato come un vero e proprio linguaggio dei suoi avi precolombiani- e inizia, nel 1963, la prima serie dei suoi "quipus" utilizzando tessuti dai colori vivaci, annodati e tesi sul telaio. Approda in questo modo a una vera e propria sintesi culturale, plastica, magica e simbolica allo stesso tempo, e cioè al linguaggio degli antichi amerindi -inteso nel suo aspetto più visuale- in stretta armonia con uno degli elementi fondamentali dell'arte occidentale: il telaio europeo. La dualità tela-telaio, così ricomposta dall'artista, diventa ora un oggetto estetico nuovo che coincide, anche se con segno diverso, col "concetto spaziale" di Fontana, nel quale pure la dualità tela-telaio è messa in evidenza come un'unica protagonista dell'opera. Ma il nodo in quanto tale si riscontra a ogni stadio di civiltà e va dalla semplice funzione utilitaria alla più sofisticate concezioni mitiche, magiche e sacrali. Eielson è consapevole di questo e non pretende di rielaborare nessun linguaggio, ma piuttosto di mettere a fuoco un'entità plastica e cromatica provvista di un contenuto archetipico quasi inesplorato.
Il luogo preponderante che Eielson attribuisce al nodo nel suo codice espressivo è sicuramente dovuto al complesso insieme di significati che esso implica. Il nodo è per lui segno grafico, fondamento estetico, nucleo del colore. Ed è il punto di saldatura fra il passato precolombiano del suo paese e il suo presente storico e artistico. Altri artisti latinoamericani hanno cercato nei codici maya e atzechi o in altre forme dell'arte preispanica un segno che venisse a modulare il loro linguaggio contemporaneo con la suggestione e la profondità delle radici storiche: così hanno fatto il cileno Matta, il cubano Lam, l'uruguaiano Torres-Garcia e altri. Ma solo Eielson ha saputo trovare un fondamento artistico e antropologico nel "quipus" peruviano e ha saputo trasformare l'antico segno quechua nel nucleo estetico e semantico di un linguaggio squisitamente attuale.
Il nodo di Eielson però è anche il momento di incontro fra i suoi vari codici espressivi, dalla pittura alle tele, agli oggetti, alla poesia, nonché fra le due aree in cui si svolge la sua ricerca materiale e metafisica. Esso è visibilmente testimoniato da due quadri dai titoli emblematici: Nodi come stelle / Stelle come nodi. Quindi il nodo lega anche il cielo con la terra, il corpo con il cielo, l'anima con le viscere. Da qui le infinite variazioni dello stesso nodo che esercita molteplici tensioni creando spazi dinamici, diagonali, triangolari o romboidali che spesso conducono a oasi circolari dove l'energia sprigionata dagli annodamenti si distende più serenamente. Altre volte, al posto del nodo con le sue varie tensioni, compaiono fasci di tessuti attorcigliati, che talora sono bandiere, talora indumenti, o puri giochi di tessuti colorati o neutri (iuta, cotone, panno, velluto, ecc.), ma che possono anche presentarsi come oggetti scultorei, tridimensionali, liberati da ogni tipo di superficie o telaio.
A partire dalla Biennale di Venezia del 1964, dove espone i suoi primi "nodi", Eielson ottiene prestigiosi riconoscimenti internazionali, partecipando a grandi mostre in musei come il MOMA o nell'ambito della collezione Nelson Rockefeller di New York, accogliendo ripetuti inviti al Salon des Comparaisons di Parigi, esponendo in gallerie private.
Nel 1967 è a New York e frequenta l'ambiente del Chelsea Hotel dove incontra i maggiori artisti americani della pop art e della nascente arte concettuale. Di ritorno a Parigi, in pieno maggio 1968, partecipa attivamente a quel particolare periodo che segnerà così profondamente la sua creatività. Nel 1969 è invitato alla storica mostra "Plans and Projects as Art" alla Kunsthalle di Zurigo, dove presenta un lavoro dal titolo Scultura sotterranea, una serie di cinque oggetti immaginari e irrealizzabili da seppellire in diverse città del pianeta da lui frequentate (Parigi, Roma, New York, Eningen e Lima). Alla mezzanotte del 16 dicembre 1969, nello spazio della Galerie Sonnabend di Parigi, si tiene "l'inaugurazione" della Scultura sotterranea alla presenza di Eielson, mentre nelle altre città prescelte si svolgono contemporaneamente le "sepolture".
Lo stesso anno Eielson propone all'ente spaziale americano la collocazione di una sua "scultura" sulla Luna. La NASA risponde suggerendogli una data futura, giacché per il momento l'evento è irrealizzabile nell'ambito del "Progetto Apollo". In seguito Eielson proporrà la disseminazione delle sue ceneri sulla superficie della Luna, ritenendo che da sempre il satellite della Terra non è stato altro che un ideale cimitero di poeti.
Seguono altri lavori simili: il Balletto sotterraneo su un vagone in movimento della metropolitana di Parigi; la performance Nage nella campagna parigina; il Concerto della Pace a Documenta 5 di Kassel, su invito di Harald Szeemann; la performance El cuerpo de Giulia-no, tratta dal romanzo omonimo, alla Biennale di Venezia del 1972; la performance Grande Quipus delle nazioni alle Olimpiadi di Monaco di Baviera, interrotta da noti fatti terroristici; la performance Paracas-Pyramid alla Kunstakademie di Dusseldorf, già diretta da Joseph Beuys.
Nel 1976 il romanzo El cuerpo de Giulia-no, già pubblicato in Messico nel 1971 per interessamento di Octavio Paz, che Eielson conosce fin dagli anni parigini, esce in francese per i tipi dell'editore Albin Michel ottenendo una calda accoglienza dalla critica. Nello stesso anno Eielson compie un viaggio in Venezuela, dove presenta Paracas-Pyramid e una mostra di fotografie al Museo de Arte Contemporáneo di Caracas. Prosegue quindi per il Perù, dove l'Instituto de Cultura dà alle stampe la maggior parte della sua opera poetica con il titolo Poesía escrita. Espone in gallerie private e si dedica con fervore allo studio dell'arte precolombiana, con particolare riguardo ai tessuti preispanici, da lui considerati tra i prodotti più straordinari dell'arte tessile di ogni tempo, dotati di una freschezza e modernità che non cessano di stupire, come dimostra la suggestione da esercitata su artisti come Klee, Miró, Picasso, Mondrian, Torres García, Matta, fino a Keith Haring e altri ancora. Nel 1978 gli viene accordata la Guggenheim Fellowship per la letteratura a New York e nel 1979 espone nel Museo de Arte Moderno di Città del Messico. Seguono saggi sull'arte precolombiana, come Puruchuco, El arte y la religión Chavín, Escultura precolombiana de cuarzo, Luce e trasparenza nei tessuti dell'antico Perù, oltre ad articoli vari.
La sua attività nel campo delle arti visive prosegue con mostre personali al Museo de Bellas Artes di Caracas nel 1986, alla III Bienal de Trujillo in Perù nell'87, al Centro Cultural de la Municipalidad de Miraflores a Lima e alla Biennale di Venezia nell'88. Nel 1987 viene pubblicato il suo romanzo Primera muerte de María dal Fondo de Cultura Económica in Messico e nel '90 esce una cospicua antologia delle sue poesie presso la casa editrice Vuelta di Città del Messico, diretta da Octavio Paz; ancora nel '90, invitato da Paz, partecipa alla mostra "Los privilegios de la vista" al Centro Internacional de Arte Contemporáneo della stessa città e tiene una personale all'istituto Italo Latinoamericano di Roma che segna il suo ritorno all'attività artistica in Italia e mette fine - forse - a un nomadismo geografico e culturale che ha arricchito e diversificato i suoi modi espressione ma che gli ha anche procurato qualche incomprensione, in campo letterario come in quello artistico. Basti pensare alla varietà delle sue proposte visuali: sebbene il "quipus" sia la sua invenzione centrale, Eielson pratica anche una personalissima pittura che è una brillante rivisitazione dell'arte tessile preispanica.
Realizza oggetti e installazioni ispirandosi per lo più ai propri scritti, ma anche a testi altrui. Sul piano letterario Eielson è oggi considerato uno dei maggiori poeti di lingua spagnola (le sue poesie sono tradotte in dodici lingue), anche se lui non accetta tale definizione, preferendo essere ritenuto, a seconda del lavoro che fa, semplicemente come "un lavoratore della parola, un lavoratore dell'immagine, un lavoratore del colore, un lavoratore dello spazio e via dicendo".
A tale proposito, in varie occasioni Eielson ha cercato di chiarire la sua posizione, che non è semplicisticamente contestataria nei confronti di un sistema il quale richiede sempre lo stesso "prodotto", ma che corrisponde piuttosto alla sua libertà interiore. Una libertà che gli ha permesso di muoversi da un campo all'altro dell'espressione artistica contemporanea con estrema naturalezza e che gli ha dato modo di sviluppare una visione globale, cosmopolita, planetaria. L'attualità della sua ricerca risiede proprio in questo continuo "spostamento" al fine di creare una sorta di rete di relazioni interattive tra razionalità e magia, tra sacro e profano, tra affettività e concetto, tra visuale e verbale, tra arcaico e moderno. Un universo gemello di quello che ci rivela la fisica contemporanea, che non ammette nessuna gerarchia, nessun punto fermo, nessun "mattone fondamentale".
Per rimanere nel campo delle arti visuali, rispondendo a una domanda su quali tra gli artisti di tutti i tempi consideri più affini a lui, Eielson ha risposto: "Che domanda enorme! Potrei distinguere tra artisti-padri, artisti-madri, e così via. Vorrei semplicemente dire che amo molto la mia grandissima famiglia, la quale comprende gli artisti cicladici greci, gli artisti preispanici d'America, gli artisti zen di Kioto, gli scultori dell'Africa nera, i pittori del Quattrocento fiorentino e fiammingo. E poi Leonardo, Goya, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Miró, Malevich, Mondrian, Klee, Schwitters, Torres García, Duchamp, Pollock, Burri, Calder, Brancusi, Rothko, Fontana, Klein, Hains, Manzoni, Beuys, alcuni artisti concettuali e dell'arte povera italiana. Che famiglia migliore si può desiderare?"
Jorge Eduardo Eielson è nato a Lima (Perù) nel 1924: sua madre apparteneva a una famiglia della capitale e il padre era di origine scandinava, (il nonno era arrivato in Perù verso la fine del secolo precedente e vi si era stabilito).
Scomparso prematuramente il padre, quando Jorge ha appena sette anni di età, gli viene impartita un'educazione alquanto liberale. Cresciuto tra la madre, le sorelle e un fratello, anche lui morto prematuramente, fin da bambino manifesta spiccate tendenze artistiche che si estrinsecano in varia maniera, esercitandosi al piano forte (tutta la famiglia amava la musica), disegnando copiosamente, recitando parte dei suoi autori prediletti, inventando oggetti con qualsiasi cosa gli capiti sotto mano. Eielson stesso, nel corso di qualche intervista, individuerà un nesso tra le sue composite origini etnico-culturali ("le mie quattro culture - dice lui - spagnola, italiana, svedese, nazca, riferendosi in quest'ultimo caso, all'antica civiltà preispanica della costa del Perù) e la varietà dei suoi interessi creativi, non esclusa la curiosità scientifica, filosofica e religiosa.
A quell'epoca la capitale peruviana non è ancora intaccata dall'inarrestabile degrado dei tempi più recenti (degrado che Eielson descriverà con visionaria fantasia nel romanzo Primera muerte de Maria verso la fine degli anni Cinquanta). C'è una relativa stabilità economica, ci sono fermenti culturali ricchi ed aperti alle influenze provenienti dai grandi centri internazionali. Il giovane si nutre quindi e soprattutto di cultura europea. Impara l'inglese e il francese, legge Rimbaud, Mallarmé, Shelley, Eliot e altri autori nelle lingue originali, oltre ai mistici e ai classici spagnoli del secolo d'oro e ai poeti iberici del Novecento. Legge anche i grandi poeti d'America, Poe e Whitman, Dario, Vallejo, Neruda e Borges.
Sempre irrequieto, cambia scuola diverse volte finché, verso la fine degli studi secondari, ha come professore di lingua spagnola l'allora esordiente Jose Maria Arguedas, che, colpito dal talento dell'adolescente, stringe con lui una fraterna amicizia e lo introduce, giovanissimo, nei circoli artistici e letterari della capitale. Ed è sempre Arguedas che lo inizia alla conoscenza delle antiche culture peruviane, quasi sconosciute al giovane a causa di un insegnamento di stampo coloniale.
Nel 1945, a ventuno anni, Eielson vince il Premio nazionale di poesia e l'anno dopo un Premio nazionale di teatro. Da quegli anni datano anche le sue prime tele dove è evidente l'influenza di due artisti molto importanti nella sua formazione: Klee e Mirò. Eielson, che già allora non crede nell'insegnamento accademico fa una sorta di concessione a se stesso quando, grazie all'amicizia col direttore dell'Accademia di Belle Arti di Lima, il noto artista peruviano Ricardo Grau, frequenta per un certo periodo alcune classi di disegno e pittura. Ma ben presto lo stesso Grau - uomo colto e moderno, formatosi a Parigi nell'atelier di André Lothe - lo dissuade dalla frequentazione accademica, ritenendo quegli studi inadeguati per lui.
Nel 1948 Eielson espone per la prima volta in una galleria della capitale, unica allora esistente, un gruppo di opere che già testimoniano la sua naturale versatilità. La mostra comprende disegni, acquarelli, oli, costruzioni con legni colorati e bruciati, oggetti di impronta surreale e "movils" di metallo a forma di spirali appesi al soffitto.
Contemporaneamente scrive per diverse pubblicazioni locali e, in collaborazione con Jean Supervielle, figlio del grande poeta francese Jules Supervielle, dirige una rivista d'arte e letteratura dal titolo premonitorio: "El Correo de Ultramar".
Sempre nel 1948 compie un viaggio a Parigi grazie ad una borsa di studio offertagli dal governo francese. Nella grande metropoli europea il giovane latinoamericano si sente a suo agio. Frequenta subito il Quartiere Latino, allora in piena effervescenza esistenzialista, passe le giornate e le notti nelle caves di Saint-Germain des Près insieme con altri scrittori e artisti provenienti da tutto il mondo, in quello straordinario fulcro di creatività che è la Parigi del dopoguerra.
E' allora che scopre l'arte di Piet Mondrian e poco dopo, insieme al gruppo Madi (capeggiato da Arden Quin e che a Buenos Aires annovera aderenti come Lucio Fontana, Tomás Maldonado, G. Kosice e altri), è invitato alla prima manifestazione d'arte astratta, il Salon des Réalités Nouvelles, fondato da Andrè Bloc. In seguito a questa partecipazione espone anche da Colette Allendy, una delle galleria d'avanguardia più interessanti di Parigi.
E' questo il momento del suo avvicinamento a Raymond Hains, al quale rimarrà legato da una lunga amicizia, tuttora intatta. Più tardi, attraverso Hains, conosce gli altri membri del gruppo del "nouveaux réalistes", con Pierre Restany come mentore spirituale e lucido teorico.
Eielson conclude allora la sua fase geometrica, costruttivista, neoplastica e si reca in Svizzera usufruendo di una borsa di studio dell'Unesco, assegnatagli per i suoi articoli giornalistici. Qui incontra Max Bill. A Ginevra ritorna alla scrittura e nel 1951 compie il viaggio forse più importante della sua vita, venendo in Italia per una vacanza estiva di qualche settimana in compagnia del poeta Javier Sologuren. Non appena mette piede nella penisola capisce che ha trovato la sua terre d'elezione. Arrivato a Roma, decide di rimanervi, prega il suo amico di fargli mandare alcuni libri ed effetti personali e inizia così la sua lunga e intensa esplorazione delle radici latine.
Ancora una volta vince un concorso, indetto dal centro sperimentale di Cinecittà di Roma, per seguire un corso di regia cinematografica -il cinema è una delle sue grandi passioni- ma non rimane a lungo nell'ambiente disgustato da certi aspetti. Nel 1953 espone i suoi "movils" alla Galleria dell'Obelisco, allora il più importante spazio di ricerca della capitale, e in questa occasione conosce Emilio Villa che scriverà un'acuta recensione sulla sua opera per la rivista "Arti Visive", da lui diretta. Tra gli altri Villa gli presenta Alberto Burri e Ettore Colla, col primo dei quali Eielson intavolerà uno stimolante rapporto durante il periodo dei "sacchi", eseguiti nell'atelier di Via Aurora. Anche Giuseppe Capogrossi s'interessa ai suoi "movils" e gli presenta Carlo Cardazzo, in procinto di aprire una galleria a Roma, ma Eielson deciso a continuare la sua strada, declina l'invito del gallerista e interrompe proprio allora la fase dei "movils".
In attesa di riprendere la ricerca visuale, si reca quasi tutte le sere nello studio di Corrado Cagli, in via del Circo Massimo, dove l'artista marchigiano lo accoglie con grande simpatia e gli presenta Afro, Mirko, Salvatore Scarpitta, Richard Serra e altri. In quegli anni conosce anche alcuni dei cosiddetti "artisti di piazza del Popolo", come Piero Dorazio, Achille Perilli, Mimmo Rotella, Antonio Sanfilippo, Carla Accardi, Cy Twombly, Matta, prima ancora dell'avvento della pop art italiana, per la quale Eielson non prova particolare interesse. E' in questo stesso periodo che scrive una della sue più importanti raccolte di poesie, Habitación en Roma, e i suoi due romanzi, El cuerpo de Giulia-no e Primera muerte de María. E' anche il momento della scoperta del buddismo zen e del suo rifiuto della letteratura, con l'approdo a una scrittura iconica, visuale e concettuale che finirà per riavvicinarlo alle arti figurative. Nel 1959 Eielson riprende il lavoro visuale, intento ora a esplorare le sue remote radici americane. Abbandonata l'avanguardia estrema, adotta materiali eterogenei, come terre, sabbie (qualche volta fatte arrivare appositamente dal Perù), argille, escrementi animali, polvere di marmo e di ferro, oltre al cemento con il quale scolpisce la superficie del quadro, e con queste materie costruisce un paesaggio austero, desolato, astratto, quasi metafisico, come è effettivamente quello della costa peruviana. (E' con queste opere che Eielson inizia un lungo e contrastato rapporto con la Galleria Lorenzelli di Milano e Bergamo, rapporto più volte interrotto e ripreso, ma che significherà per lui un buon appoggio sulla scena artistica italiana prima dl suo ritorno a Parigi e quindi nelle Americhe.)
In seguito i suoi paesaggi si popolano gradualmente dell'immagine umana, ricavata attraverso indumenti di ogni sorta: camicie, giacche, blue-jeans, abiti da sera, da sposa, calze, scarpe, cravatte, guanti, cappelli ecc. Questo suo interesse per la simbologia e la funzione sociale del vestiario è ugualmente presente nei già citati romanzi e nel poema Noche oscura del cuerpo, scritto allora, e lo sarà anche più tardi nelle sue performances e installazioni. Attraverso la manipolazione dei vestiti - raggrinziti, strappati, bruciati, attorcigliati e finalmente annodati - Eielson scopre la sua particolare sensibilità per i tessuti.
Ben presto individua la grande energia e bellezza racchiusa nel nodo -peraltro usato come un vero e proprio linguaggio dei suoi avi precolombiani- e inizia, nel 1963, la prima serie dei suoi "quipus" utilizzando tessuti dai colori vivaci, annodati e tesi sul telaio. Approda in questo modo a una vera e propria sintesi culturale, plastica, magica e simbolica allo stesso tempo, e cioè al linguaggio degli antichi amerindi -inteso nel suo aspetto più visuale- in stretta armonia con uno degli elementi fondamentali dell'arte occidentale: il telaio europeo. La dualità tela-telaio, così ricomposta dall'artista, diventa ora un oggetto estetico nuovo che coincide, anche se con segno diverso, col "concetto spaziale" di Fontana, nel quale pure la dualità tela-telaio è messa in evidenza come un'unica protagonista dell'opera. Ma il nodo in quanto tale si riscontra a ogni stadio di civiltà e va dalla semplice funzione utilitaria alla più sofisticate concezioni mitiche, magiche e sacrali. Eielson è consapevole di questo e non pretende di rielaborare nessun linguaggio, ma piuttosto di mettere a fuoco un'entità plastica e cromatica provvista di un contenuto archetipico quasi inesplorato.
Il luogo preponderante che Eielson attribuisce al nodo nel suo codice espressivo è sicuramente dovuto al complesso insieme di significati che esso implica. Il nodo è per lui segno grafico, fondamento estetico, nucleo del colore. Ed è il punto di saldatura fra il passato precolombiano del suo paese e il suo presente storico e artistico. Altri artisti latinoamericani hanno cercato nei codici maya e atzechi o in altre forme dell'arte preispanica un segno che venisse a modulare il loro linguaggio contemporaneo con la suggestione e la profondità delle radici storiche: così hanno fatto il cileno Matta, il cubano Lam, l'uruguaiano Torres-Garcia e altri. Ma solo Eielson ha saputo trovare un fondamento artistico e antropologico nel "quipus" peruviano e ha saputo trasformare l'antico segno quechua nel nucleo estetico e semantico di un linguaggio squisitamente attuale.
Il nodo di Eielson però è anche il momento di incontro fra i suoi vari codici espressivi, dalla pittura alle tele, agli oggetti, alla poesia, nonché fra le due aree in cui si svolge la sua ricerca materiale e metafisica. Esso è visibilmente testimoniato da due quadri dai titoli emblematici: Nodi come stelle / Stelle come nodi. Quindi il nodo lega anche il cielo con la terra, il corpo con il cielo, l'anima con le viscere. Da qui le infinite variazioni dello stesso nodo che esercita molteplici tensioni creando spazi dinamici, diagonali, triangolari o romboidali che spesso conducono a oasi circolari dove l'energia sprigionata dagli annodamenti si distende più serenamente. Altre volte, al posto del nodo con le sue varie tensioni, compaiono fasci di tessuti attorcigliati, che talora sono bandiere, talora indumenti, o puri giochi di tessuti colorati o neutri (iuta, cotone, panno, velluto, ecc.), ma che possono anche presentarsi come oggetti scultorei, tridimensionali, liberati da ogni tipo di superficie o telaio.
A partire dalla Biennale di Venezia del 1964, dove espone i suoi primi "nodi", Eielson ottiene prestigiosi riconoscimenti internazionali, partecipando a grandi mostre in musei come il MOMA o nell'ambito della collezione Nelson Rockefeller di New York, accogliendo ripetuti inviti al Salon des Comparaisons di Parigi, esponendo in gallerie private.
Nel 1967 è a New York e frequenta l'ambiente del Chelsea Hotel dove incontra i maggiori artisti americani della pop art e della nascente arte concettuale. Di ritorno a Parigi, in pieno maggio 1968, partecipa attivamente a quel particolare periodo che segnerà così profondamente la sua creatività. Nel 1969 è invitato alla storica mostra "Plans and Projects as Art" alla Kunsthalle di Zurigo, dove presenta un lavoro dal titolo Scultura sotterranea, una serie di cinque oggetti immaginari e irrealizzabili da seppellire in diverse città del pianeta da lui frequentate (Parigi, Roma, New York, Eningen e Lima). Alla mezzanotte del 16 dicembre 1969, nello spazio della Galerie Sonnabend di Parigi, si tiene "l'inaugurazione" della Scultura sotterranea alla presenza di Eielson, mentre nelle altre città prescelte si svolgono contemporaneamente le "sepolture".
Lo stesso anno Eielson propone all'ente spaziale americano la collocazione di una sua "scultura" sulla Luna. La NASA risponde suggerendogli una data futura, giacché per il momento l'evento è irrealizzabile nell'ambito del "Progetto Apollo". In seguito Eielson proporrà la disseminazione delle sue ceneri sulla superficie della Luna, ritenendo che da sempre il satellite della Terra non è stato altro che un ideale cimitero di poeti.
Seguono altri lavori simili: il Balletto sotterraneo su un vagone in movimento della metropolitana di Parigi; la performance Nage nella campagna parigina; il Concerto della Pace a Documenta 5 di Kassel, su invito di Harald Szeemann; la performance El cuerpo de Giulia-no, tratta dal romanzo omonimo, alla Biennale di Venezia del 1972; la performance Grande Quipus delle nazioni alle Olimpiadi di Monaco di Baviera, interrotta da noti fatti terroristici; la performance Paracas-Pyramid alla Kunstakademie di Dusseldorf, già diretta da Joseph Beuys.
Nel 1976 il romanzo El cuerpo de Giulia-no, già pubblicato in Messico nel 1971 per interessamento di Octavio Paz, che Eielson conosce fin dagli anni parigini, esce in francese per i tipi dell'editore Albin Michel ottenendo una calda accoglienza dalla critica. Nello stesso anno Eielson compie un viaggio in Venezuela, dove presenta Paracas-Pyramid e una mostra di fotografie al Museo de Arte Contemporáneo di Caracas. Prosegue quindi per il Perù, dove l'Instituto de Cultura dà alle stampe la maggior parte della sua opera poetica con il titolo Poesía escrita. Espone in gallerie private e si dedica con fervore allo studio dell'arte precolombiana, con particolare riguardo ai tessuti preispanici, da lui considerati tra i prodotti più straordinari dell'arte tessile di ogni tempo, dotati di una freschezza e modernità che non cessano di stupire, come dimostra la suggestione da esercitata su artisti come Klee, Miró, Picasso, Mondrian, Torres García, Matta, fino a Keith Haring e altri ancora. Nel 1978 gli viene accordata la Guggenheim Fellowship per la letteratura a New York e nel 1979 espone nel Museo de Arte Moderno di Città del Messico. Seguono saggi sull'arte precolombiana, come Puruchuco, El arte y la religión Chavín, Escultura precolombiana de cuarzo, Luce e trasparenza nei tessuti dell'antico Perù, oltre ad articoli vari.
La sua attività nel campo delle arti visive prosegue con mostre personali al Museo de Bellas Artes di Caracas nel 1986, alla III Bienal de Trujillo in Perù nell'87, al Centro Cultural de la Municipalidad de Miraflores a Lima e alla Biennale di Venezia nell'88. Nel 1987 viene pubblicato il suo romanzo Primera muerte de María dal Fondo de Cultura Económica in Messico e nel '90 esce una cospicua antologia delle sue poesie presso la casa editrice Vuelta di Città del Messico, diretta da Octavio Paz; ancora nel '90, invitato da Paz, partecipa alla mostra "Los privilegios de la vista" al Centro Internacional de Arte Contemporáneo della stessa città e tiene una personale all'istituto Italo Latinoamericano di Roma che segna il suo ritorno all'attività artistica in Italia e mette fine - forse - a un nomadismo geografico e culturale che ha arricchito e diversificato i suoi modi espressione ma che gli ha anche procurato qualche incomprensione, in campo letterario come in quello artistico. Basti pensare alla varietà delle sue proposte visuali: sebbene il "quipus" sia la sua invenzione centrale, Eielson pratica anche una personalissima pittura che è una brillante rivisitazione dell'arte tessile preispanica.
Realizza oggetti e installazioni ispirandosi per lo più ai propri scritti, ma anche a testi altrui. Sul piano letterario Eielson è oggi considerato uno dei maggiori poeti di lingua spagnola (le sue poesie sono tradotte in dodici lingue), anche se lui non accetta tale definizione, preferendo essere ritenuto, a seconda del lavoro che fa, semplicemente come "un lavoratore della parola, un lavoratore dell'immagine, un lavoratore del colore, un lavoratore dello spazio e via dicendo".
A tale proposito, in varie occasioni Eielson ha cercato di chiarire la sua posizione, che non è semplicisticamente contestataria nei confronti di un sistema il quale richiede sempre lo stesso "prodotto", ma che corrisponde piuttosto alla sua libertà interiore. Una libertà che gli ha permesso di muoversi da un campo all'altro dell'espressione artistica contemporanea con estrema naturalezza e che gli ha dato modo di sviluppare una visione globale, cosmopolita, planetaria. L'attualità della sua ricerca risiede proprio in questo continuo "spostamento" al fine di creare una sorta di rete di relazioni interattive tra razionalità e magia, tra sacro e profano, tra affettività e concetto, tra visuale e verbale, tra arcaico e moderno. Un universo gemello di quello che ci rivela la fisica contemporanea, che non ammette nessuna gerarchia, nessun punto fermo, nessun "mattone fondamentale".
Per rimanere nel campo delle arti visuali, rispondendo a una domanda su quali tra gli artisti di tutti i tempi consideri più affini a lui, Eielson ha risposto: "Che domanda enorme! Potrei distinguere tra artisti-padri, artisti-madri, e così via. Vorrei semplicemente dire che amo molto la mia grandissima famiglia, la quale comprende gli artisti cicladici greci, gli artisti preispanici d'America, gli artisti zen di Kioto, gli scultori dell'Africa nera, i pittori del Quattrocento fiorentino e fiammingo. E poi Leonardo, Goya, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Miró, Malevich, Mondrian, Klee, Schwitters, Torres García, Duchamp, Pollock, Burri, Calder, Brancusi, Rothko, Fontana, Klein, Hains, Manzoni, Beuys, alcuni artisti concettuali e dell'arte povera italiana. Che famiglia migliore si può desiderare?"
Diego Trelles presentó nueva novela
Escritor presentó en Sevilla libro que trata acerca de su "parricidio literario" contra Roberto Bolaño
Sevilla. EFE
El escritor peruano Diego Trelles Paz presentó su novela El círculo de los escritores asesinos, que simboliza la vocación de todo discípulo en el arte del "parricidio" contra su maestro, en este caso un "asesinato literario" al autor chileno Roberto Bolaño.
Durante la presentación del libro a cargo del escritor peruano Fernando Iwasaki, el autor de la novela explicó que eligió a Bolaño como "padre literario", pero que ahora debe encontrar su propia voz. "Ahora yo tengo que matar a Bolaño homenajeándole", anotó el autor. Esta novela narra el asesinato del "afamado crítico literario" García Ordóñez por parte de algún miembro del "círculo", una pandilla de jóvenes escritores y cinéfilos que rinden pleitesía al poeta peruano César Vallejo y no creen en democracia más necesaria que la del talento. El autor peruano Fernando Iwasaki, señaló que esta novela "juega con la teoría de la trama literaria" y exige inteligencia y nivel de crítica al lector, pues solo así "disfrutará de verdad".
Sevilla. EFE
El escritor peruano Diego Trelles Paz presentó su novela El círculo de los escritores asesinos, que simboliza la vocación de todo discípulo en el arte del "parricidio" contra su maestro, en este caso un "asesinato literario" al autor chileno Roberto Bolaño.
Durante la presentación del libro a cargo del escritor peruano Fernando Iwasaki, el autor de la novela explicó que eligió a Bolaño como "padre literario", pero que ahora debe encontrar su propia voz. "Ahora yo tengo que matar a Bolaño homenajeándole", anotó el autor. Esta novela narra el asesinato del "afamado crítico literario" García Ordóñez por parte de algún miembro del "círculo", una pandilla de jóvenes escritores y cinéfilos que rinden pleitesía al poeta peruano César Vallejo y no creen en democracia más necesaria que la del talento. El autor peruano Fernando Iwasaki, señaló que esta novela "juega con la teoría de la trama literaria" y exige inteligencia y nivel de crítica al lector, pues solo así "disfrutará de verdad".
Tuesday, March 07, 2006
Murió escritora Pilar Dughi
Al cierre de edición, recibimos la triste noticia de que la escritora y médica psiquiatra Pilar Dughi ha fallecido después de una larga y penosa enfermedad. La escritora nació en Lima, en 1956. Egresada de la U. de San Marcos, hizo posgrado en la U. de París. Publicó su primer libro en 1989, La premeditación y el azar. En 1995 ganó el III Concurso de Cuento de la Asociación Peruano-Japonesa con Ave de la noche. También el Premio Novela Corta del Banco Central de Reserva con Puñales escondidos. Fue finalista del Juan Rulfo de Radio Francia Internacional. Sus restos se velan en la iglesia Virgen de Fátima, Malecón Armendáriz, Miraflores.
Sunday, March 05, 2006
Memorias íntimas del desarraigo
Patricia de Souza (Cora Cora, Ayacucho, 1964) no cree en el infortunio ni en la mala suerte. "Cada experiencia, por más negativa que parezca, es vitalizante y enriquecedora. Es una cuestión de dar valor a las cosas situándolas en otro lugar”, afirma la escritora que acaba de publicar, bajo esta premisa, Electra en la ciudad (Alfaguara, 2005), novela en la que los espacios afectivos se entrecruzan de manera compleja para alejarse de todo prejuicio concebible.La novela explora las intimidades, desamores y andanzas de dos amigas, Soledad y Magdalena, en relación con personajes como Jacob y Octavio. Todos ellos viven intensamente en espacios de encuentros y desencuentros, entre las urbes cosmopolitas y los entornos rurales.
Sin reduccionismos
De Souza se halla en permanente lucha contra los estereotipos; por ellos sus personajes fluctúan y padecen por diferentes estadios. “Pasamos por una época en que la gente tiende a reducirlo todo a un esquema. Aceptar el movimiento y la complejidad asusta. Mi escritura plantea justamente lo contrario.”
Lectora convicta y confesa de Flora Tristán y el conde de Lautréamont, así como de la mitología griega, De Souza reconoce el privilegio en su obra del lenguaje y del riesgo, en contraste con los mandatos mercantilistas. “Toda propuesta literaria exigente es difícil hacerla masiva. Hay que desacralizar el libro, pero no banalizarlo. Los escritores son simples personas, sensores de la sociedad y transmisores de cosas. Escribo por imperativo vital y no por las ventas.”
Sin reduccionismos
De Souza se halla en permanente lucha contra los estereotipos; por ellos sus personajes fluctúan y padecen por diferentes estadios. “Pasamos por una época en que la gente tiende a reducirlo todo a un esquema. Aceptar el movimiento y la complejidad asusta. Mi escritura plantea justamente lo contrario.”
Lectora convicta y confesa de Flora Tristán y el conde de Lautréamont, así como de la mitología griega, De Souza reconoce el privilegio en su obra del lenguaje y del riesgo, en contraste con los mandatos mercantilistas. “Toda propuesta literaria exigente es difícil hacerla masiva. Hay que desacralizar el libro, pero no banalizarlo. Los escritores son simples personas, sensores de la sociedad y transmisores de cosas. Escribo por imperativo vital y no por las ventas.”
Thursday, March 02, 2006
Política y religión
El señor de los colmillos
POLITICA Y RELIGIÓN
Por José B. Adolph
Ya Occidente ha tenido experiencias de la mezcla de poder político-militar y religión. Particularmente con el monoteísmo.
El judaísmo (y en cierto grado el zoroastrismo) tuvo su etapa agresiva contra otros pueblos semitas, como los cananeos. Esto se agudizó en los reinos de Israel y Judá: el primero (las famosas tribus perdidas) acabó destruido y dispersado por los asirios y el segundo, destruido y dispersado por los romanos, es el origen de los judíos actuales, a su vez mezclados con pueblos arios conversos como los jázaros, lo que explica los judíos rubios de hoy.
Luego llegó el cristianismo que, a partir de la conquista de Roma como sede, se lanzó al fanatismo que culminó en las Cruzadas y en la Inquisición. Tenía poder temporal, además del espiritual.
La secularización y con ella la separación de religión y poder estatal trajo consigo, muy a pesar de las religiones, la libertad de cultos y una cierta tolerancia que a veces fue rota y nunca muy estable. (Ver caso “píldora del día siguiente”).
Desde entonces y con escasas excepciones, la conquista de nuevos afiliados se mantuvo en los límites de la propaganda y el ejemplo.
Esto rara vez ha ocurrido en el mundo del Islam. Hay uno u otro ejemplo de separación de poderes, como por ejemplo en Turquía, pero siempre bajo riesgo de la reconquista por la influencia de los fundamentalismos (algo que también podría ocurrir en Occidente pero con menos posibilidades de éxito por ahora).
De manera que hoy por hoy estamos ante un sistema político-militar-religioso que conspira contra la propia respetabilidad del Islam como religión, respetabilidad que podría ser tan grande o tan pequeña como la de las demás grandes religiones. Esto es, si dejara de lado su actual teocratismo y aceptara los valores democráticos, entre ellos la (siempre relativa pero existente) libertad de expresión. Por algo será que hay chistes judíos, chistes católicos, etc., pero no conozco chistes musulmanes y casi no los hay árabes.
POLITICA Y RELIGIÓN
Por José B. Adolph
Ya Occidente ha tenido experiencias de la mezcla de poder político-militar y religión. Particularmente con el monoteísmo.
El judaísmo (y en cierto grado el zoroastrismo) tuvo su etapa agresiva contra otros pueblos semitas, como los cananeos. Esto se agudizó en los reinos de Israel y Judá: el primero (las famosas tribus perdidas) acabó destruido y dispersado por los asirios y el segundo, destruido y dispersado por los romanos, es el origen de los judíos actuales, a su vez mezclados con pueblos arios conversos como los jázaros, lo que explica los judíos rubios de hoy.
Luego llegó el cristianismo que, a partir de la conquista de Roma como sede, se lanzó al fanatismo que culminó en las Cruzadas y en la Inquisición. Tenía poder temporal, además del espiritual.
La secularización y con ella la separación de religión y poder estatal trajo consigo, muy a pesar de las religiones, la libertad de cultos y una cierta tolerancia que a veces fue rota y nunca muy estable. (Ver caso “píldora del día siguiente”).
Desde entonces y con escasas excepciones, la conquista de nuevos afiliados se mantuvo en los límites de la propaganda y el ejemplo.
Esto rara vez ha ocurrido en el mundo del Islam. Hay uno u otro ejemplo de separación de poderes, como por ejemplo en Turquía, pero siempre bajo riesgo de la reconquista por la influencia de los fundamentalismos (algo que también podría ocurrir en Occidente pero con menos posibilidades de éxito por ahora).
De manera que hoy por hoy estamos ante un sistema político-militar-religioso que conspira contra la propia respetabilidad del Islam como religión, respetabilidad que podría ser tan grande o tan pequeña como la de las demás grandes religiones. Esto es, si dejara de lado su actual teocratismo y aceptara los valores democráticos, entre ellos la (siempre relativa pero existente) libertad de expresión. Por algo será que hay chistes judíos, chistes católicos, etc., pero no conozco chistes musulmanes y casi no los hay árabes.
Wednesday, March 01, 2006
Alonso Cueto: un escritor en busca de su novela
Por Paolo de Lima
TRES LIBROS: La batalla del pasado, libro de cuentos publicado en España en 1983; El tigre blanco, novela con la cual obtuvo el primer premio de un importante concurso literario local, en 1985; y Los vestidos de una dama, segundo libro de cuentos, publicado en 1987; además de decenas de artículos periodísticos, ensayos y entrevistas escritas y televisivas le han valido a Alonso Cueto (Lima, 1954) el respeto personal e intelectual.
Hace unos días fui a entrevistarlo a su centro de trabajo: la Academia "Altamira", en San Antonio, Miraflores. Y me habló, entre otras cosas, del oficio del escritor. De la situación actual del mismo, de las constantes y terribles variantes que afectan su labor.
Cueto es un escritor de estilo sencillo, de frases cortas que no utiliza imágenes ni metáforas recargadas al escribir (ni al hablar).
Asegura que la novela debe dar la sensación de contarse sola y que no es escrita por nadie, como las obras de Flaubert, o más específicamente "como toda la novela moderna a partir de Flaubert".
Acerca de su preferencia por la prosa, dice:
-"En general, es la mejor manera de retratar la expriencia humana, pues se conjugan el elemento subjetivo y objetivo, ya que el teatro lo hace sólo objetivamente y la poesía sólo subjetivamente".
Y refiriéndose a los escritores:
-"Los escritores latinoamericanos tienden a girar en torno al estilo de García Márquez, metafórico de frases largas, y otros al estilo de Rulfo y Borges, de frases cortas".
LA DECADA de los 80 es una de las más difícilmente relatables que exista a lo largo de nuestra historia. Años de fracasos y defraudes colectivos, de horrores y terrores, de triunfos pasajeros y tragedias constantes, quienes iniciaron su carrera literaria en esos años sufrieron mucho para poder escribir como querían. Y más aún, muchos fracasaron en su intento de realizar obras mayores.
Alonso Cueto es consciente de que las principales trabas de todo escritor afincado en nuestra ciudad, son los menudos problemas cotidianos que tiene que solucionar a cada instante de la vida diaria.
Las siguientes palabras de Cueto encieran una idea que analiza a cabalidad la situación de los escritores peruanos en los últimos años:
-"En Lima es mucho más fácil ser cuentista que novelista; esto debido a las trivialidades cotidianas en la vida de una persona que vive en esta ciudad: la falta de agua, la falta de luz, el cambio constante de los precios de las cosas, etcétera. Problemas que dificultan el trabajo del novelista, ya que para poder escribir una novela es necesario tener una capacidad de concentración muy constante a lo largo de los meses o quizás de los años (eso depende del proyecto literario que tengamos en mente).
La concentración y el orden son necesarios para poder trabajar la historia con tranquilidad, para poder mantener la hilación, para poder meditarla. Escribir una novela es igual a tener una relación larga y duradera con la galería de personajes que integran el argumento de la obra, por eso se debe tener una disciplina en el tiempo y una capacidad en el orden. Uno se debe predisponer, debe prepararse para poder comenzar a escribir, ya que al hacerlo no se puede preveer el momento en el cual se va a concluir la misma, no se puede saber con certeza si la luz al final del túnel está lejos o cerca.
Debido a los problemas diarios que se debe afrontar, son tantos los escritores peruanos que viven en el extranjero, pues escribir sobre el Perú en el exterior es mucho mejor ya que se tiene la misma imagen del país pero sin los problemas cotidianos. Sin embargo, es necesario volver cada cierto tiempo para recuperar la atmósfera, para no olvidar el ambiente natural, el lenguaje coloquial propio del medio.
En el mismo orden de cosas, las dificultades cotidianas influyen a que en nuestro país haya tantos poetas, y a la vez tantos cuentistas. Ya que escribir un cuento es mucho más fácil porque, como es breve, es fácil de preveer cómo va a acabar. Un cuento bien hecho es como un círculo que se cierra en el instante mismo de leer la última línea del texto, se goza de una capacidad de síntesis mayor. Igual sucede con un poema. Una novela, en cambio, muchas veces deja una sensación extraña cuando se termina de leer, como si al parecer fuese a continuar el argumento y la vida de los personajes".
POR OTRO lado, en un país tan novelable como el nuestro, es curioso que se hayan tratado tan superficialmente los problemas y acontecimientos principales de los últimos años (por los escritores residentes aquí, y por los que residen en el exterior):
-"El Perú es una cantera extraordinaria para un escritor. En una sociedad como la nuestra, sociedad de conflictos, de choques, uno siempre tiene muchos temas para narrar. Es por esto que cada vez hay mayor número de escritores en nuestro país y, por otro lado, es por eso que en sociedades perfectas y armónicas no hay muchos escritores, no hay muchos novelistas. En Suiza, por ejemplo.
Yo viví ocho años fuera del Perú. En esa época de mi estadía en el exterior mi interés fue el de escribir sobre temas peruanos, y más precisamente sobre personajes peruanos, sobre la manera en la que se comportan cuando viven en el exterior, ya que hay ciertas características de los peruanos que se acentúan en el extranjero, como la introspección y el silencio. Un centroamericano y un español, por ejemplo, son más extrovertidos, viven hacia afuera; por el contrario, el peruano es muy callado, muy silencioso, parco de palabras, pero a la vez ese silencio guarda un rencor escondido, una máscara de seda que esconde oscuras pasiones. Tiene heridas produndas que no exhibe abiertamente. Hay una especie de miedo a mostrarse. Sin embargo, esto está cambiando un poco.
Pero como te decía, a la vez que hay una cantera extraordinaria de la cual se puede sacar un número inagotable de historias, muchos de esos temas capitales de los aconteceres y los hechos más importantes de nuestro país no han sido tratados por los escritores peruanos. El tema del senderismo, por ejemplo. Al parecer el problema de Sendero es tan amplio y complejo que le cuesta asir con facilidad a la clase intelectual. Hay algunos casos en los cuales se hace referencia al tema, sin embargo, nadie se ha metido en la camiseta de un senderista al momento de escribir. Nadie ha descrito el problema de Sendero de la manera en que lo hace Joseph Conrad cuando escribe la vida de un terrorista en El agente secreto".
ALONSO CUETO demuestra tener conciencia del problema, pero a la vez forma parte del mismo. Sin embargo, el escritor tiene en sus manos medios para enrumbar la literatura peruana perdida en la espesura de constantes problemas y tragedias cotidianas. Espero que la novela que viene escribiendo confirme mis palabras.
Suplemento Gente Libre del diario Página Libre. Lima: martes 02 octubre 1990, pág. 4.
TRES LIBROS: La batalla del pasado, libro de cuentos publicado en España en 1983; El tigre blanco, novela con la cual obtuvo el primer premio de un importante concurso literario local, en 1985; y Los vestidos de una dama, segundo libro de cuentos, publicado en 1987; además de decenas de artículos periodísticos, ensayos y entrevistas escritas y televisivas le han valido a Alonso Cueto (Lima, 1954) el respeto personal e intelectual.
Hace unos días fui a entrevistarlo a su centro de trabajo: la Academia "Altamira", en San Antonio, Miraflores. Y me habló, entre otras cosas, del oficio del escritor. De la situación actual del mismo, de las constantes y terribles variantes que afectan su labor.
Cueto es un escritor de estilo sencillo, de frases cortas que no utiliza imágenes ni metáforas recargadas al escribir (ni al hablar).
Asegura que la novela debe dar la sensación de contarse sola y que no es escrita por nadie, como las obras de Flaubert, o más específicamente "como toda la novela moderna a partir de Flaubert".
Acerca de su preferencia por la prosa, dice:
-"En general, es la mejor manera de retratar la expriencia humana, pues se conjugan el elemento subjetivo y objetivo, ya que el teatro lo hace sólo objetivamente y la poesía sólo subjetivamente".
Y refiriéndose a los escritores:
-"Los escritores latinoamericanos tienden a girar en torno al estilo de García Márquez, metafórico de frases largas, y otros al estilo de Rulfo y Borges, de frases cortas".
LA DECADA de los 80 es una de las más difícilmente relatables que exista a lo largo de nuestra historia. Años de fracasos y defraudes colectivos, de horrores y terrores, de triunfos pasajeros y tragedias constantes, quienes iniciaron su carrera literaria en esos años sufrieron mucho para poder escribir como querían. Y más aún, muchos fracasaron en su intento de realizar obras mayores.
Alonso Cueto es consciente de que las principales trabas de todo escritor afincado en nuestra ciudad, son los menudos problemas cotidianos que tiene que solucionar a cada instante de la vida diaria.
Las siguientes palabras de Cueto encieran una idea que analiza a cabalidad la situación de los escritores peruanos en los últimos años:
-"En Lima es mucho más fácil ser cuentista que novelista; esto debido a las trivialidades cotidianas en la vida de una persona que vive en esta ciudad: la falta de agua, la falta de luz, el cambio constante de los precios de las cosas, etcétera. Problemas que dificultan el trabajo del novelista, ya que para poder escribir una novela es necesario tener una capacidad de concentración muy constante a lo largo de los meses o quizás de los años (eso depende del proyecto literario que tengamos en mente).
La concentración y el orden son necesarios para poder trabajar la historia con tranquilidad, para poder mantener la hilación, para poder meditarla. Escribir una novela es igual a tener una relación larga y duradera con la galería de personajes que integran el argumento de la obra, por eso se debe tener una disciplina en el tiempo y una capacidad en el orden. Uno se debe predisponer, debe prepararse para poder comenzar a escribir, ya que al hacerlo no se puede preveer el momento en el cual se va a concluir la misma, no se puede saber con certeza si la luz al final del túnel está lejos o cerca.
Debido a los problemas diarios que se debe afrontar, son tantos los escritores peruanos que viven en el extranjero, pues escribir sobre el Perú en el exterior es mucho mejor ya que se tiene la misma imagen del país pero sin los problemas cotidianos. Sin embargo, es necesario volver cada cierto tiempo para recuperar la atmósfera, para no olvidar el ambiente natural, el lenguaje coloquial propio del medio.
En el mismo orden de cosas, las dificultades cotidianas influyen a que en nuestro país haya tantos poetas, y a la vez tantos cuentistas. Ya que escribir un cuento es mucho más fácil porque, como es breve, es fácil de preveer cómo va a acabar. Un cuento bien hecho es como un círculo que se cierra en el instante mismo de leer la última línea del texto, se goza de una capacidad de síntesis mayor. Igual sucede con un poema. Una novela, en cambio, muchas veces deja una sensación extraña cuando se termina de leer, como si al parecer fuese a continuar el argumento y la vida de los personajes".
POR OTRO lado, en un país tan novelable como el nuestro, es curioso que se hayan tratado tan superficialmente los problemas y acontecimientos principales de los últimos años (por los escritores residentes aquí, y por los que residen en el exterior):
-"El Perú es una cantera extraordinaria para un escritor. En una sociedad como la nuestra, sociedad de conflictos, de choques, uno siempre tiene muchos temas para narrar. Es por esto que cada vez hay mayor número de escritores en nuestro país y, por otro lado, es por eso que en sociedades perfectas y armónicas no hay muchos escritores, no hay muchos novelistas. En Suiza, por ejemplo.
Yo viví ocho años fuera del Perú. En esa época de mi estadía en el exterior mi interés fue el de escribir sobre temas peruanos, y más precisamente sobre personajes peruanos, sobre la manera en la que se comportan cuando viven en el exterior, ya que hay ciertas características de los peruanos que se acentúan en el extranjero, como la introspección y el silencio. Un centroamericano y un español, por ejemplo, son más extrovertidos, viven hacia afuera; por el contrario, el peruano es muy callado, muy silencioso, parco de palabras, pero a la vez ese silencio guarda un rencor escondido, una máscara de seda que esconde oscuras pasiones. Tiene heridas produndas que no exhibe abiertamente. Hay una especie de miedo a mostrarse. Sin embargo, esto está cambiando un poco.
Pero como te decía, a la vez que hay una cantera extraordinaria de la cual se puede sacar un número inagotable de historias, muchos de esos temas capitales de los aconteceres y los hechos más importantes de nuestro país no han sido tratados por los escritores peruanos. El tema del senderismo, por ejemplo. Al parecer el problema de Sendero es tan amplio y complejo que le cuesta asir con facilidad a la clase intelectual. Hay algunos casos en los cuales se hace referencia al tema, sin embargo, nadie se ha metido en la camiseta de un senderista al momento de escribir. Nadie ha descrito el problema de Sendero de la manera en que lo hace Joseph Conrad cuando escribe la vida de un terrorista en El agente secreto".
ALONSO CUETO demuestra tener conciencia del problema, pero a la vez forma parte del mismo. Sin embargo, el escritor tiene en sus manos medios para enrumbar la literatura peruana perdida en la espesura de constantes problemas y tragedias cotidianas. Espero que la novela que viene escribiendo confirme mis palabras.
Suplemento Gente Libre del diario Página Libre. Lima: martes 02 octubre 1990, pág. 4.
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