Domingo de Ramos presenta antología poética Pastor de Perros
Por Rebeca Vaisman
Luego de la antología multimedia que presentara en el 2003 intitulada Pastor de Perros, Domingo de Ramos (Ica, 1960) retorna a terrenos editoriales y publica, bajo ese mismo nombre, una selección de su obra poética. Esta comprende textos de sus libros Arquitectura del Espanto (1988), Luna cerrada (1995), Ósmosis (1996), Erótika de Klase (2004), y del inédito Dorada Apocalypsis. El papel, explica, es una tierra desde donde ordena el caos de la ciudad real que lo rodea y abruma. "Que es conflictiva y excluyente; que no me pertenece, y de la que tampoco puedo salir. Una condena constante", dice.
Llegaste de Ica a los 5 años. ¿Recuerdas tu primera impresión de Lima?
Mis primeros recuerdos son del colegio, a los 6 ó 7 años. Mi mundo pasó de la protección del hogar a las aulas: con todos esos niños hostiles de los cuales yo me tenía que defender ejerciendo, también, la violencia.
¿Aún sientes la necesidad de defenderte?
Es mi método para sobrevivir. Es suficiente que uno se autodestruya como para encima soportar esa arma de destrucción masiva que es la realidad.
¿La juventud actual se rebela, cuestiona?
Creo que el poder mediático, que ha dominado toda forma de pensamiento, la ha vuelto pasiva, sin garras. Existen pequeños grupos de resistencia, pero no logran un verdadero cambio. Por ejemplo, ¿dónde esta ahora el movimiento antifujimorista universitario?
¿Y qué piensas de las medidas culturales del gobierno actual?
Que ha roto una línea que avanzaba. Dorada Apocalypsis iba ser publicada por el Fondo Editorial del Congreso. Pero llegó García y dijo: "Hasta se publican libros", y detuvo todo. El Estado no apoya a sus hijos. Hay muchos casos lamentables de artistas que han muerto en la miseria. Pero no quiero hablar de eso, porque ahí veo mi futuro.
¿Le temes al futuro?
Para mí no existe. Para otros sí: empresarios, gente con poder. Yo creo que en cualquier momento el país puede colapsar. Y sin embargo, la patria es algo que uno lleva adentro. Mi poesía es, también, mi patria.
¿Dónde estarías sin ella?
Quizás hubiera acabado siendo político, algo que detesto. Así que la poesía me salvó.