Wednesday, June 28, 2006

Informe de lectura sobre bomb4rd3r0

Sinopsis:

La mañana del 11S, el protagonista mira cómo televisión le transmite, en vivo y en directo, la muerte de una ex novia llamada Rachel. Este acontecimiento genera un tumultuoso tránsito sentimental que lo lleva a rememorar viejas heridas de amor sobre el telón de fondo de la Primera Guerra del Golfo, el Graal atómico y las conflagraciones de fin de siglo que desembocan en la actual guerra de Irak, para terminar proyectando su última relación el año 2018 –diez años después– en un piso del nuevo World Trade Center.
El discurso está lleno de referentes a la cultura de masas (música electrónica, cine, tv y literatura de ciencia ficción) escrito con ritmo trepidante y desborda una historia que discurre en paralelo con centenares de memorias subalternas cuya aparente disociación termina nutriendo la historia central: la desintegración del mundo moderno, la eterna imposibilidad del amor, la tragedia como metáfora interior. Una tragedia que se atempera y se adelgaza en la progresión de su propio humor negro.
Es, pues, una novela de amor y de guerra. Y también una novela de viaje: está Londres (oscura y electrónica), Ámsterdam (sexual, andrógina, libérrima y festiva), Berlín (ametrallada por el uranio y los teclados electrónicos), Tokio, Hiroshima y Nagasaki (paisajes amarillos sombreados por el hongo nuclear), Madrid (cabalgando en un apocalíptico Quijote de Bagdad a Atocha), Buenos Aires (mil imágenes paganas en la aquí llamada "Ciudad de la furia") y Nueva York, blanco de todas las alertas terroristas y pivote central de una novela que en 800 o acaso 1000 páginas se quiebra con la aterradora lentitud de sus Torres Gemelas.
Y también está Lima, llamada "Nubegris", plúmbea ciudad maldita/locus amoenus que juega como centro de gravedad de los combates particulares de un protagonista absorto ante el avance incontenible de las armas de destrucción masiva, los noticieros de Tv, las drogas de diseño, los virus informáticos, la soledad de los amores y demás maquinarias de muerte: 11S, 11M, 7J y etcétera.

Derrotero literario:

En este libro hay muchas voces que confluyen, se alternan y yuxtaponen para configurar un estilo que busca ser absolutamente diferente: una prosa de caprichoso barroquismo que incorpora periodismo (centenares de datos exactos) con novela negra, cyberpunk y filosofía combinada con la gélida poesía del rock. Toda la novela está escrita de manera fragmentaria, a manera de samplers que se interconectan logrando una fluidez narrativa que, a falta de definición conocida, podría denominarse "electrónica": crisol de géneros reciclándose inagotablemente en la velocidad de una prosa que parece atrapar la velocidad de los tiempos que corren.
Multi-etnicidad, fragmentación, complejidad, inestabilidad y pluralidad como delineadores de una obra con signos rastreables en postmodernismo, metaficción, discurso científico, teoría del caos, semiótica, postestructuralismo, novela pop, novela postindustrial, nuevo periodismo y cyberpunk.
Es pop por su acopio de superposiciones emulsionadas por una estética dominada por la presencia de la alta cultura: objetos domésticos unificados por una plástica que los profundiza en un río oscuro y subterráneo, a la manera del Pop Art, la Beat Generation y cierto post-estructuralismo (Lacan, Foucault y Derrida) que disuelve fronteras.
En b0mb4rd3r0 confluyen relativismo ideológico, pluralidad étnica, consumismo, conflicto social, discurso científico contemporáneo y existencialismo, delineando un devenir literario enriquecido en sus diversos grados de experimentación formal, ficción historiográfica y literatura comprometida con fuerte componente mimético y realismo postmoderno.
Está el humor, la metaficción y la duda epistemológica a la manera de Thomas Pynchon, el existencialismo a la manera de John Barth, las metaficciones de William Gass, William Gaddis, Raymond Federman o Gilbert Sorrentino. También hay huellas de un Paul Auster atrapado en las redes de los códigos semióticos, el realismo psicológico de Saul Bellow, el minimalismo de Raymond Carver. Está Kurt Vonnegut metaficcionando historiográficamente, al igual que Gore Vidal, Don DeLillo, Joseph Séller, E.L. Doctorow, Toni Morrison, Pamela Sargent, Bharati Mukherjee e Ishmael Reed, con ese humor absurdo que descontextualiza la historia, extrapolándola hasta "ahogarla" en medio de poemas, canciones, sátiras y parodias.
Paralelamente está ese híbrido llamado "nuevo periodismo", con pasajes que recuerdan páginas escritas por Truman Capote, Norman Mailer y Tom Wolfe: novelar eventos reales, renovar el realismo clásico, disolver los límites entre noticia y ficción. Textos como los de William Kennedy, Richard Ford, Joyce Carol Oates y, otra vez, DeLillo, marcan con claridad el derrotero de ese matrimonio literatura-prensa escrita: del realismo postmodernista hacia los diferentes sentimientos de vacío postindustrial que ofrece, por ejemplo, Russell Banks, pero muy especialmente J.G. Ballard: televisión, drogas de diseño, pornografía y todos los terrorismos delineando el presente Milenio Negro.
Se trata también de un libro pintado a la manera de los jóvenes artistas de la vanguardia postmoderna de Nueva York (Tama Janowitz) o los adláteres de las teorías del caos (Eric Kraft), hermanándose en el capítulo final con cierto cyberpunk (esa torsión entre ciencia-ficción y novela culta sumergida en la distopía de un planeta dramáticamente polarizado y poblado por post-humanos). Hay guiños al cyborg de William Gibson y Bruce Sterling. Pero también parece viajar de Flaubert a Douglas Coupland, de Chuck Palahniuk a Roberto Bolaño, de Manuel Puig a Nick Hornby, de Julian Barnes a Michael Moore, de Anne Tyler a Miguel de Cervantes.
En resumen, el libro enfoca, hasta donde sea posible, la redefinición y/o desaparición de los límites y taxonomías impuestos por la poética tradicional, sin perder de vista el canon. Es un libro sostenido en versos y cuentos que se estructuran como una única novela que parodia y experimenta en su propio lenguaje, difuminando los límites entre lo popular y lo intelectual, metamorfoseando la incapacidad del ser humano para fijar sus propios límites físicos y psíquicos. Rasgos rastreables, por lo demás, tanto en la novela europea contemporánea (Umberto Eco, Torrente Ballester, Pérez-Reverte, Lawrence Durrell, John Fowles o Peter Ackroyd) como en los blogs de la Red, esas (no-tan) novísimas bitácoras de viaje virtual.
Razones por las cuales parece sintonizar con los más radicales escritores de nuevo cuño: David Foster Wallace, Jay McInerney, Bret Easton Ellis, Jim Crace, Eloy Fernández Porta, Jonathan Lethem, George Saunders, Irvine Wellsh, Rodrigo Fresán, Chuck Palahniuk, Frédéric Beigbeder, etc., estando especialmente emparentado con el fraseo de Emile Cioran y con Hunter Stockton Thompson en su vertiginoso viaje por la locura del sueño norteamericano.
El "soundtrack" está en manos de la poética de David Bowie.

Valoración:

El texto resulta densísimo, una especie de postmoderno viaje alucinado por lo que podría identificarse como nuestras señas de identidad cultural. Abundan las referencias a letras de canciones, películas, slogans, noticieros de TV y referentes intertextuales que devienen en extrañas incorporaciones a lo que hasta ahora se conoce como novela. El texto se estructura en pequeños párrafos, generalmente de menos de un folio de extensión, en los que no suele haber apenas signos de puntuación y el texto gira con rapidez vertiginosa en torno a visiones, impresiones, recuerdos y complejos juegos con las palabras y los significados.
Es indudable la calidad y el interés de este tipo de prosa, el disfrute del lenguaje por sí mismo, pero no es un libro al alcance de cualquiera, no es fácil de leer y se requiere una enorme sintonía con el mundo del autor para disfrutarlo al cien por cien. Me parece que sólo una editorial vanguardista o un tanto experimental encontraría factible su publicación, aunque dentro de su elitismo y su originalidad, tal vez fuera del alcance de la mayoría.

Madrid, octubre del 2003