Por Abelardo Oquendo
"¿Será César Gutiérrez en su novela Bombardero quien viene a romper el molde que aprisiona a la narrativa peruana?", pregunta un corresponsal aludiendo al reclamo de Rodrigo Quijano en su comentario a los resultados de la encuesta sobre los 5 mejores escritores peruanos del siglo XX. Según Quijano "a diferencia del viejo boom, que era diverso, hay algo estandarizado en el lenguaje y en la conceptualización de lo que se ha de narrar" en nuestra literatura, lo cual lo lleva a echar de menos un escritor que, a la manera de Andrés Caicedo en la Colombia de su tiempo, se atreva a emprender un rumbo distinto.
(Bombardero –aclaramos– es una novela todavía inédita de la cual solo se conoce el fragmento que acaba de aparecer en el número 48 de Hueso húmero. Ciertamente ese fragmento no se asemeja en nada a las novelas peruanas que vienen obteniendo premios en el extranjero y es improbable que les abra el apetito a las editoriales que los convocan. Su irreverencia y carácter vanguardista van a contrapelo de los hábitos y las expectativas del lector mayoritario y será más fácil que ingrese a la historia de la literatura peruana que a las listas de bestsellers.)
Para nuestro corresponsal –cuyo nombre omitimos pues nos veda decirlo si lo citamos– lo más interesante de la encuesta fue lo que para otros resultó una sorpresa. Por ejemplo, "el que Vallejo no obtuviera la unanimidad significa que entre los 20 encuestados hubo uno con la suficiente independencia y personalidad como para arriesgarse a ser considerado un incompetente literario al desconsiderar al más grande de nuestros escritores. Tengo para mí que, sin desconocer los valores literarios, puede no sintonizarse con el mundo, la sensibilidad o el lenguaje de un determinado autor, por genial que este sea. A Borges, por ejemplo, no le gustaba Vallejo y puede entenderse, ya que es visible su incompatibilidad con él. Deberían recordar esto los que se escandalizan por la baja votación de Vargas Llosa y la casi nula de Bryce en la encuesta, pese a ser los más mediáticos y vendedores de nuestros autores actuales. Como ninguno de ellos dos es genial no veo por qué tendríamos que someternos unánimemente a su éxito, ese becerro de oro de estos tiempos. El que no haya sido así habla bien del grupo encuestado."
Diverso es el parecer de Camilo Torres, quien desde Nueva York nos dice: "En su encuesta se puede ver la imposibilidad de hallar algún consenso en el Perú. Salvo Vallejo y Arguedas, los otros seleccionados tienen pocos adherentes. Pretender ignorar a Vargas Llosa es una mezquindad. Preterir a Moro o Westphalen ante Eielson, una insensatez solo explicable por la ola publicitaria que su muerte ha levantado. Para mí es incomprensible la mención de Ribeyro, Alegría, Bryce o Sologuren. Aunque este último tiene méritos sólidos, usted aceptará que no es comparable con sus mayores. (...) Y no es pecar de profeta decir que dentro de unos lustros miraremos estos resultados con interés y piedad, pues nos hablan de incoherencia, parcialidad y desatino."
El corresponsal que reserva su nombre nos hará recordar que en una visita a Lima Borges, preguntado si apreciaba a Vallejo, respondió: "Yo a Vallejo lo admiro de antemano". Pretender la uniformidad en la apreciación del arte resulta casi tan atroz como exigírsela a la producción de las obras de arte.