Iván Thays: “Si eres un escritor profesional no puedes vivir en el Perú”
Por Tomacini Sinche López
Grupo Planeta acaba de presentar el sello Seix Barral en Perú con la antología de cuentos Pasajeros perdurables. Historias de escritores viajeros, que ha sido realizada por el escritor Iván Thays, con quien conversamos amenamente sobre este y otros temas literarios.
–Inicias el prólogo del libro con una frase discutible: "Al parecer, solo existe una forma de ser escritor peruano: vivir en el exilio", ¿tan hostil es este país que uno tiene que alejarse para poder escribir bien?
No es hostilidad, lo que ocurre con los escritores es que deben tomar distancia de los lugares o de las épocas para poder entenderlos, para estar en un nivel más objetivo. Esto le ha hecho mucho bien al Perú, desde el Inca Garcilaso de la Vega, el primer exiliado. Estos escritores han logrado entender en esta diversidad lo propio del Perú.
–Sería una necesidad literaria...
Sí, es una necesidad literaria, pero en los últimos años es una necesidad más que todo económica, ya que si eres un escritor profesional no puedes vivir en el Perú.
–Pasajeros perdurables... trata de reflexionar sobre la idea de nuestra identidad nacional en estos cuentos que ocurren fuera de nuestro país, una identidad que ni siquiera encontramos viviendo acá...
Creo que la literatura peruana tiene tres temas generales: el mundo urbano, el mundo andino y los que escriben sobre el estar lejos pero sintiéndose descoyunturados con la realidad de ese país. En este caso, he escogido lo del exilio, en el cual también se manifiesta la identidad, incluso más claramente a veces porque está obligatoriamente puesta en discusión. El autor que está afuera y que no se halla empieza la reflexión sobre la identidad. Pero también hay un tema que me interesa mucho que es el aspecto individual, cuando uno viaja no sólo trata de encontrarse como peruano sino también como persona. Ese exilio interior, esa patria interior que me interesa como tema en este libro.
–Reúnes a todos nuestros exiliados exitosos, Ribeyro, Bryce, Cueto... Pero se siente un gran vacío al no escuchar a Mario Vargas Llosa en esta lista. Es una pena que no escribiera cuentos con esta temática...
Sí. Hay varios vacíos en realidad, no sólo el de Vargas Llosa. Pero los vacíos, como tú has dicho, se entienden por que al ser una antología temática había que restringir el campo del corpus. Me propuse que sean cuentos y relatos, evitando las crónicas. Obviamente salieron autores como Vargas Llosa o Antonio Cisneros, que tienen excelentes crónicas de viajes, pero que no encajaban como cuentos. El otro aspecto que tomé en cuenta fue que los cuentos hablen de exiliados que se iban o que regresaban.
Viaje interior
–Este viaje recopilatorio de escritores viajeros, se puede decir que ha sido un viaje interior para ti, ya que en tu recorrido generacional de escritores reúnes textos muy íntimos...
Ese es otro de los motivos por los que otros cuentos no aparecen en la antología aunque podrían haber estado. Cuando me propusieron hacer esta antología de cuentos peruanos dije que no me interesaba hacer una antología canónica, sino temática. Esto me brindaba la posibilidad de escoger los cuentos que a mí me gustasen, incluso arbitrariamente ya que el tema es exclusivamente de viajes.
–Hay un autor que es tu fetiche, Gastón Fernández, quien tiene el texto más reflexivo sobre lo que es el viaje ("Relato aparente VIII"). Tienes una admiración especial hacia él, ¿a qué se debe?
Dentro de los escritores peruanos es considerado como "el raro". Es un autor totalmente inasible. No es fácil entrar en su obra. Es un escritor atípico y a mí me fascinan los escritores atípicos que rompen el canon, extravagantes y que triunfan. Es cierto que su cuento es muy reflexivo y es el más exigente dentro de la antología. Para mí es como una especie de espíritu de la antología. Si la antología fuera un cuerpo humano su cuento sería el cerebro o la parte neurológica.
–Por otro lado, creo que la única sorpresa del libro es la inclusión del cuento "Con Alfredo, en La Coruña", de Rossana Díaz, una autora poco conocida; su inclusión obedece más a una intención forzada de cerrar de manera redonda el libro, por lo que significa Bryce, o por la calidad del cuento, el cual me parece que desentona con el resto...
Hay cuentos que gustan más que otros. Todos los cuentos tenían que pasar por una barrera de calidad porque es lo principal de una antología. El cuento de Rossana cumple, primero, mi expectativa de calidad y, segundo, con mi idea de no sólo presentar autores consagrados, sino también a un autor joven que representara el futuro de la literatura peruana. Quería cerrar con una especie de voto de confianza en el futuro y Rossana encajaba perfectamente. No voy a negar que es cierto lo que tú dices, me fascinó la idea de cerrar con la aparición de uno de los autores que empezaba la antología precariamente y que terminaba triunfador.
–En Pasajeros perdurables... también reúnes un texto de Santiago Roncagliolo, ¿qué opinión te merece el éxito internacional que viene logrando?
Creo que con Pudor ya había conseguido éxito internacional, pero con Abril Rojo ya se vuelto muy exitoso. Pero creo que El príncipe de los caimanes es su mejor novela. Tengo el orgullo de haber sido la primera persona que premió a Santiago, ya que él participó en un concurso de CEAPAZ, en el que fui jurado. Presentó un cuento titulado "El matrimonio secreto" que ganó de lejos y que es de lo mejor que ha escrito.
Él tenía 19 o 20 años no más.
A mí me encanta cuando una persona triunfa porque se ha esforzado muchísimo. Soy testigo de que Santiago es una persona muy esforzada, que ha vivido con las justas en España. Pero ha insistido e insistido para triunfar.
–Toda antología es incompleta, ¿qué autores has omitido?
Te menciono cinco (aunque la lista es más larga): Edgardo Rivera Martínez, Oswaldo Reynoso, Marco García Falcón, Enrique Prochaska y Hernán Castañeda.
El proyecto integral
–En una ocasión mencionaste que "La ópera gris", cuento con el que lograste ser finalista del premio Copé, no formaba parte del proyecto integral literario que estabas creando, ¿de qué manera esta selección de cuentos forma parte de tu proyecto?
(Risas.) Olvidemos ese tema... "La ópera gris" lo escribí por una estupidez... Pasajeros perdurables sí forma parte de ese proyecto integral, primero, porque lo he visto como un proyecto personal de novela y, en segundo lugar, porque soy un escritor al que le fascinan los viajes. En todas mis novelas están presentes los viajes, ya que soy un pésimo viajero (Risas.). Soy un viajero pesado, que come en los mismos Kentucky como en Lima, odio los aviones y aeropuertos, todo eso me hace sentir vulnerable. Y eso hago con mis personajes cuando escribo, los hago viajar para hacerlos vulnerables.
–¿Qué me puedes decir de tu próxima novela? ¿Cuándo sale al mercado? Generaste mucha expectativa declarando que es una obra totalmente distinta y más madura comparada con lo que has escrito...
El primero de enero de este año hice lo mejor que pude haber hecho en toda mi vida, quemé todo lo que tenía escrito. Por ahora no tengo la intención de escribir ni publicar...
–¿Qué pasó con esa novela?
No funcionaba. He empezado a pensar que mi literatura tiene que tener algo distinto a lo que me interesaba antes. Una especie de sabiduría... No es que esté mal lo anterior, que eran como manotazos. Ahora quiero que además de la vulnerabilidad, exista algo más concreto en lo que voy a escribir. Una mezcla de Nabokov con Coehlo (Risas.). No quiero que toda la travesía por la que pasan mis personajes sea sólo eso, sino que funcione para algo, que diga algo más y no quedarme en la duda o en la mera divagación.
–No estás escribiendo nada...
No, literatura no. Siempre coqueteos de frases, pero eso no más. La literatura la estoy tomando por el lado más amable que es el de leer. Escribir me causa mucha angustia.
Apunte travieso
–¿Qué opinión tienes del último libro de Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala?
Es excelente. Creo que Vargas Llosa se ha quitado el clavo con esta novela porque ha logrado escribir la novela de amor para la que se había preparado como lector toda su vida. Además, es curioso porque particularmente pienso que él siempre ha escrito novelas de amor, de hecho la que más me gusta es La Tía Julia y el escribidor. Travesuras... es una novela que aparenta ser muy intensa y muy apasionada por la relación de sus dos personajes principales, pero yo la veo muy literaria. Si existiese esa división entre metaliterario y vivencial, yo la escogería como metaliteraria. Vargas Llosa ha logrado algo maravilloso que es camuflar una reflexión sobre literatura con una novela de amor. Es buenísimo y no me di cuenta sino hasta casi la mitad de la novela.
–Claro, como un gran cuadro en el que vas descubriendo detalles...
Exacto, es como ver un cuadro. Uno puede ver una mujer alimentando un niño, pero al acercarte más te das cuenta que hay un código secreto. Es extraordinario.