Este domingo en Asia
Por Eduardo González Viaña
En La Primera de hoy sábado 27, leo que la Ministra de la Mujer va a encabezar la marcha contra discriminación que mañana domingo 28 de enero de 2007 romperá cerrojos, atravesará garitas privadas, hará aun lado a los matones y guachimanes e ingresará a la playa Asia, en el sur de Lima, para recordar que allí también rigen las leyes peruanas.
Para mayor garantía, el Fiscal de turno de la provincia de Cañete también estará allí y, hasta ahora, unas 400 personas inscritas se darán un zambullón en la ilegal playa privada donde hasta hoy, por designio delictivo de algunos de sus ocupantes, las empleadas domésticas están prohibidas de bañarse.
En Sudáfrica, el apartheid podía entenderse en toda su bestialidad por la diferencia de aspecto físico de discriminadores y discriminados. En el Perú, donde unos y otros proceden de idénticas etnias mestizas, la discriminación más que un crimen es una patética huachafería.
Me siento feliz de que una preocupación expresada desde hace algún tiempo a través de esta columna haya obtenido eco y gran respaldo. Me adhiero a la marcha y espero que capture éste y todos los recintos de la discriminación. A pedido de lectores amigos, reitero el artículo que ha sido uno de los detonadores de esta marcha:
Asia beach: el milagro peruano
El Perú ha cambiado oficialmente de raza y condición económica. Lo vi durante mi viaje veraniego del año pasado. En los cien kilómetros de playas del sur de Lima, todos tienen que ser altos, ricos y muy blancos. Están obligados a serlo.
En la concurrida playa Asia, por ejemplo, nadie que tenga otras características físicas puede caminar libremente. Se tolera que lo hagan las empleadas domésticas, siempre y cuando lleven un uniforme especialmente diseñado para las personas de color, y por supuesto, no pueden bañarse en el mar porque lo contaminarían. Se les permite darse un remojón de 6 a7 de la mañana, pero después, no, porque eso sería mezclar a los cholos con la gente, según me explica uno de los dueños de casa.
-¿Y la Constitución y las leyes?- pregunto- Según ellas, las playas y el mar son públicos, y pertenecen a todos los ciudadanos.
-Se nota que usted no vive en el Perú- me responden.- Esas son cosas de comunistas, pero el terrorismo ya hasido derrotado.
Las playas no son la excepción. Las municipalidades de algunos distritos exclusivos contratan bandas dematones para que echen de allí a personas oscuras, maltrajeadas, pobres o sospechosas. Los matones tienen carta blanca para asaltar, secuestrar, golpear y hacer desaparecer a quien les caiga mal.
Hace un tiempo, a los sicarios del alcalde deMiraflores se les pasó la mano. Asaltaron a un joven español, le robaron el dinero y lo golpearon hasta lamuerte. Su cadáver fue identificado porque había sido torero y porque el consulado de su país hizo todo lo posible por localizarlo.
Los jueces condenaron a los ejecutores materiales pero no al chacal que los había enviado, quien nisiquiera fue cuestionado. Ello ocurre porque es desentido común que las personas pobres no tienen derecho a pasearse por un distrito de lujo a altas horas de la noche, y por lo tanto el alcalde obraba bien en armar a sus bandidos.
Muchas más cosas vi el verano pasado, pero me fascinó el aviso televisivo de una famosa marca deleche que, supuestamente, hace que los niños crezcan blancos, saludables y con los ojos azules. En un periódico, leí que los bolivianos eran “australopitecos” y que los nativos “uros” del lago Titicaca deben alimentarse con los maníes que les tiren los turistas. Por fin, en la revista más importante, sigue de personaje a una joven “buena familia” que le sirve al autor para calmar su frustración de no llevar un apellido antiguo y para humillar a las domésticas que usan nombres “Yésica, Yesenia, por ejemplo” como la gente blanca.
Algunos creen que los mestizos peruanos son acomplejados. Otros preferimos pensar que todo esto es un milagro del Señor de los Milagros.