El señor de los colmillos
Por José B. Adolph
Bueno, como todos estamos viendo, se ha armado lo que los españoles llaman un follón en torno al Código da Vinci de Dan Brown.
Aumenta con el estreno de la película, lo cual es lógico porque a la gran difusión del libro se añade la enorme del cine.
Si Brown hubiese presentado su texto como ensayo o investigación, la discordia se justificaría. Pero es una novela, presentada como tal, y muchas de ellas –no sólo ésta- utilizan elementos reales para inventar o cambiar hechos y personas y añadir o eliminar a otros.
Todo esto se sabe y se ha dicho.
Lo que no se ha dicho, que yo sepa, es que muchos otros escritores de ficción han utilizado los evangelios apócrifos y específicamente la versión de un Jesús casado con María Magdalena y progenitor de uno o más hijos e hijas cuya descendencia merovingia sobrevive en secreto.
Uno de ellos, cuyo nombre no he visto en ningún comentario, es Peter Berling, un alemán que publicó hace años varios gruesos volúmenes de ficción sobre el Santo Grial- en realidad sang réal- siguiendo el proceso vital de esos descendientes y su conexión con el Priorato de Sión, al que habrían pertenecido desde Leonardo da Vinci hasta Jean Cocteau.
Modestamente yo he contribuido con un cuento ("Armagedón en la Internet") y un par de novelas que también se aproximan al tema.
Personalmente, no sé cuánto de verdad hay en el Evangelio según Judas y demás apócrifos. Ni siquiera sé cuánto hay de verdad en los cuatro evangelios aceptados por la cristiandad oficial. La mejor referencia es, por supuesto, la célebre y experta investigadora Elaine Pagels.
Y, claro, lo más patético de las protestas no es que ocurran (tienen pleno derecho a la crítica), sino que ayudan a la difusión de la novela cuestionada. Pero lo reconfortante es que, debido a la relativa separación de poderes Estado-Iglesia en las grandes religiones no islámicas, no se cortarán cabezas, no se lapidará ni se incendiarán cines o librerías. Espero.