Miseria humana
Para defenderse de la acusación de haber plagiado decenas de columnas que firmó en la prensa de su país y de España -sobre lo cual hay pruebas irrefutables en su contra- el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ha cometido dos pecados peores que apropiarse de la creatividad ajena, algo que ya es particularmente grave en un hombre de letras.
Para decepción de sus numerosos lectores, en vez de asumir su responsabilidad, ofrecer disculpas o sumergirse en un silencio que reflejara su vergüenza, Bryce optó por un acto clásico de cobardía: descargar su responsabilidad hacia abajo. Culpó a su secretaria, quien por error habría enviado, durante meses, a diarios peruanos y españoles columnas sacadas de una carpeta donde él seleccionaba textos de otros autores.
Pero además la secretaria se habría dado el trabajo, exhibiendo una gran destreza con la pluma, de alterar palabras para que no parecieran copias tan textuales de los originales.
El escritor le acaba de añadir a eso otro acto que lo empequeñece: se declaró víctima de un tenebroso "complot" que no es sólo contra él, sino "contra otros escritores profundamente antifujimoristas como yo". En la misma entrevista, el autor de Un mundo para Julius –cuyo inmenso talento como escritor nadie discute y, sin duda, perdurará más allá de la actual polémica-, también se quejó de la "miseria humana". Es otra prueba de que, pese a todo, es un hombre que sabe escoger las palabras: es difícil encontrar una expresión más adecuada para resumir el caso. (J.W.)