Monday, April 23, 2007

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Gli amici dicono che...


“Y es una manera diferente de decirnos qué pasa con el mundo, entre los testimonios y las cábalas y esos llamados en segunda persona que a todos comprometen, y a usted también, querido lector. Vuelta y revuelta al viejo juego con un nuevo lenguaje: el absurdo como un globo del siglo XIX con el ancla siempre en tierra, la ironía cabal – no el triste chiste –, en la que todos tenemos que perder; una manera de decir lo difícil sin hacerse el difícil. Puede verlo, tocarlo, aquí no hay trampa. Tres posibles finales: joven promesa que apunta/ promesa que ya es una realidad/ saludamos a Fernando Ampuero por su libro. Un final imposible: puede verlo, tocarlo, qué pasa con el mundo, aquí no hay trampa, mi querido lector”. (Antonio Cisneros)

“Perplejo, porque me parece asombroso que precisamente en la presente fase de la historia peruana [el libro apareció en 1972, años del Velascato], los que comienzan a escribir – y quizá incluso sigan haciéndolo – se retraigan, se replieguen (“...y te repliegas”, pag. 18), se escondan en cuevas particulares llenándolas solipsísticamente con su yo (¿sus egos?). ¿A qué se debe su escepticismo, su menosprecio por casi todo, incluso por ese mismo menosprecio? ¿Qué motiva su huida hacia su interior? Parece como si estuvieran tecleando lánguidamente con la cubierta de las máquinas de escribir sobre sus cabezas. Claro, pueden también ser juegos, y nada sería más bienvenido en el Perú después de la seriedad sangrienta de Vargas Llosa, que una buena dosis de juegos. Un perfecto ejemplo de todo esto es Fernando Ampuero con su Paren el mundo.... “No me gusta la gente” (pag. 99), “No estoy cómodo en ninguna parte” (pag. 101)”. (Wolfgang A Luchting)

“A pesar de su juventud, Fernando Ampuero ya es la figura de más autonomía y de menos dependencia dialéctica de la corriente actual y central de la narrativa peruana: Vargas llosa,
Ribeyro, Arguedas”. (Wolfgang A. Luchting)


“Este libro surreal, elegante, sardónico, negro, trae por primera vez, me parece, el olor del LSD a la narración peruana”. (José B. Adolph)

“El mundo que Ampuero nos narra es el de la juventud burguesa, decadente en la actualidad, sobretodo por los nuevos valores y significados que el mundo socialista y las luchas del Tercer Mundo brindan como hechos indiscutibles... Adolph ha dicho que Ampuero nos trae el olor del LSD a la narración peruana, y que ésta es la juventud del presente. Nos preguntamos: ¿es importante esto para el Perú actual? ¿Es esta la juventud que queremos? ¿Es esta la juventud de un país subdesarrollado o es la alienada y deformada por los engañosos símbolos y afectos de un imperialismo y capitalismo que se derrumba frente a la lucha de jóvenes y pueblos de Vietnam, Cuba, Camboya, etc.? La cuestión final será siempre en estos casos tomar posición. Y, por supuesto, la nuestra no es la de Adolph”. (Juan Cristóbal)

“Elemento provocador en un medio carente de estímulos” (José Miguel Oviedo)

“Ampuero es uno de los pocos autores jóvenes que destacan en nuestro medio, no ha pertenecido a ningún grupo literario o movimiento alguno. Se caracteriza como francotirador mafaldista y vegetariano de izquierda, en franco y solitario proceso de ruptura”. (Vladimir Herrera)

“Si no lo leen se pierden una de las mejores lecturas”. (Enrique Verástegui)




... anche oggi


“Hay autores que publican un libro y se los traga el silencio. A veces eso es injusto, pero sucede igual. Hay otros, en cambio, marcados por un sino contrario. Fernando Ampuero, por ejemplo, es sonoro. Su reciente libro, Deliremos juntos – en parte una reedición- nace con suerte; tanta que esta nota, superflua desde que da cuenta de su publicación y que resulta a estas altura un refrito, obstinadamente aparece” ( Reseña de La Crónica)

“La nouvelle Irse por las ramas y el cuento Paren el mundo que acá me bajo constituyen muestras considerables del talento de Ampuero. El protagonista del cuento mencionado posee una complejidad psíquica y moral difícil de plasmar con la solvencia artística lograda por Ampuero. Una encarnación modernísima del nihilismo”. (Ricardo Gonzáles Vigil)

Irse por las ramas es un festín literario”. (Alex Zisman)

“Desde su primer libro, Deliremos juntos, Ampuero ha sido un tipo de narrador de los que tienen cogidos por alfileres a sus lectores. Siempre, en algún momento, algo va a ocurrir; rasguñando el filo de lo fantástico o dentro del más estricto realismo”. (Javier Arévalo)

El departamento es un relato de impecable factura”. ( Federico de Cárdenas)

“Expansivo y solar, siempre adolescente, es el libro de cuentos de Fernando Ampuero bajo un título bien stone: Deliremos juntos (1974). Creo que no hay un acercamiento más desenfadado —con aires de marihuana y rock— a la juventud clasemediera de los setenta”. (Jorge Eslava)

“Por el conducto de cuentos como Paren el mundo que acá me bajo, Muchacho de la playa y Ella vino como un recuerdo de ácido (los dos primeros publicados en la edición de 1972, el restante en 1975), ingresaban en nuestra tradición los aullidos del rock, las difíciles torsiones de la psicodelia, el vértigo perpetuo de lo contemporáneo y, trenzado en su contrapunto de descripciones alucinadas y reflexiones en sordina, se iban marcando también las primeras huellas de una estética juvenil que, en la versión de Ampuero y a despecho de cualquier asomo nihilista, aspiraba vivamente a una independencia de índole cosmopolita. De alguna manera, la influencia beatnik, traducida en un apego a los asuntos del descreimiento adolescente y en la práctica de la prosa espontánea, con su carga inherente de irracionalidad, se veía compensada por una necesidad de esclarecimiento racional nacida de – o reforzada por – el carácter perfectamente lógico de otro género que, como apuntamos, Ampuero frecuentaba en esos días: la novela negra. De ese arduo equilibrio nacieron las ficciones más originales de Deliremos juntos: Irse por las ramas y Maida sola, donde las pulsiones del absurdo existencialista, en el primer caso, y del absurdo fantástico, en el segundo caso, son puestas en un férreo ordenamiento y potenciadas por la urgencia de las fuertes estructuras lógicas que organizan ambos textos”.
(Gustavo Faverón).

“Desde Paren el mundo que acá me bajo (1972), la literatura de Fernando Ampuero se presentó bajo el signo del asombro y la inquietud, con un constante cambio de registros y escenarios y tomando tanto del cine de gangsters y policías como de la novela negra y el trhiller, aunque adaptándose siempre a la realidad peruana”. (Alfredo Bryce Echenique)

“Solo a fines de siglo se advierte, entre las direcciones múltiples que toman los nuevos narradores, una mengua en el predominio de la ética sobre la estética, y en el peso de la ideología sobre la libertad creadora. Uno de los adelantados en la adopción de esa libertad, y el más notable sin duda, fue Fernando Ampuero. Pero será difícil encontrar el reconocimiento a su condición precursora no solo en el discurso crítico – esto no desconoce que críticos como Julio Ortega, José Miguel Oviedo, Ricardo Gonzáles Vigil y Gustavo Faveron lo juzgan muy favorablemente –, sino inclusive en la actitud de quienes se beneficiaron con ella. Las motivaciones sobre la falta de consenso sobre el sitio que en la narrativa nacional le corresponde a Ampuero no son solo literarias; podría decirse que son, sobre todo, extraliterarias”. (Abelardo Oquendo)

“Muchos y muy diversos elementos se requieren para formar a un buen narrador: inteligencia y observación, una rica experiencia vital, habilidad para crear historias interesantes y a la vez significativas, una formación literaria que le permita manejar eficientemente el lenguaje y las técnicas narrativas. Son pocos los escritores que logran reunir todos estos elementos y llevarlos hasta sus creaciones, algunos sólo lo consiguen tras una paciente dedicación al género. El periodista y escritor Fernando Ampuero (Lima, 1949) ha ido afinando poco a poco todas estas habilidades en su ya larga trayectoria literaria -iniciada con el libro de relatos Paren el mundo que aquí me bajo (1972)- que ha alcanzado en el campo del cuento un especial éxito, tanto entre los lectores como entre los críticos. Ese éxito se ha visto confirmado con la reciente publicación de Cuentos escogidos (Alfaguara, 1998), libro que forma parte de una prestigiosa colección que reúne a los mejores cuentistas de nuestro continente”. (Javier Ágreda)

“Fernando Ampuero se ha convertido en uno de los escritores peruanos más inquietantes de este fin de siglo, tanto por el talento episódico de sus relatos de empatía como por la calidad de su registro emotivo...La historia de cómo un joven narrador peruano que en 1972 había publicado un fresco libro de bríos y rebeldías, Paren el mundo que acá me bajo (reeditado luego como Deliremos juntos) se transformó en un escritor sutil y complejo, que en Malos modales (1994) y Bicho raro (1996) sorprendió con relatos de altísima calidad, es un proceso que habrá que retrasar, y que tal vez el propio Ampuero podría contar como si se tratara de otro acertijo feliz”. (Julio Ortega)