Sunday, March 04, 2007

La Idiotología Latina

Cultural: El regreso del perfecto idiota latinoamericano divide opiniones y adjetivos

Por Carlos Cabanillas

Idiota, palabra latina. No por Latinoamérica, sino por el latín. Originalmente, sin embargo, el concepto griego de idiotés aludía a los ciudadanos que obviaban los asuntos públicos, concentrándose sólo en su vida privada e ignorando la polis. Dejar la política sólo en manos de los políticos era una idiotez. Los griegos eran sabios.
Los tres autores de la saga del 'idiota latinoamericano' –ni sabios ni idiotas– opinan sobre política. Según artículos y entrevistas (con) cedidos por ellos, el concepto de esta nueva entrega es el mismo que el de la anterior, aunque ampliado. Es lógico, conociendo la línea editorial de Carlos Alberto Montaner, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo. No siempre fue así. En El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano (1997) se citan frases de los tres autores que hoy serían inverosímiles. Frases pro revolucionarias y antiimperialistas que ellos mismos calificaron de 'idioteces'. "Lo malo no es haber sido idiotas, sino continuar siéndolo", se lee en la página 381 de aquel libro. Diez años después, El regreso del perfecto idiota latinoamericano habla de los nuevos 'idiotas' que han subido al estrado político.
Para sus autores, el nuevo libro deslinda una frontera entre lo que llaman 'izquierda vegetariana' e 'izquierda carnívora'. Con la primera tienen vasos comunicantes. Es la izquierda del gobernante brasileño Lula, la chilena Michelle Bachelet, el uruguayo Tabaré Vásquez y el peruano Alan García. Es una izquierda que –según el prologuista del libro Mario Vargas Llosa– ya dejó el socialismo en la práctica y defiende conceptos capitalistas como la empresa privada (el mismo MVLl sostiene que el triunfo electoral de Alan García fue una derrota para el "idiota"). Esto, a pesar de labia y retórica zurda para la platea y el tándem Castro-Chávez. Este dúo, especie de padre-hijo ideológico, lleva la etiqueta de 'izquierda carnívora' endilgada por los autores. Y entre sus ramificaciones se destacan subespecies endogámicas como el nacionalismo, el estatismo, el populismo y el indigenismo. Este último encarnado por Evo Morales, con el cual los autores completan su santísima trinidad de 'idiotas'. El caso del flamante presidente ecuatoriano, Rafael Correa, se estudia con delicadeza debido a sus flirteos y coincidencias con el mencionado trío.
Pasando de la praxis a la teoría y de la realpolitik al pensamiento político, los autores también ajustan cuentas con Ignacio Ramonet (director de Le Monde Diplomatique y autor de una biografía de Fidel Castro), Noam Chomsky, y el Nobel de Literatura del 2005 Harold Pinter, conocido por su teatro del absurdo. Ya en el primer compendio de 'idiotas latinoamericanos' se despotrica contra libros de Eduardo Galeano, Herbert Marcuse, y la Teología de la Liberación del padre y premio Príncipe de Asturias 2003 Gustavo Gutiérrez. Para el sociólogo Gonzalo Portocarrero, el concepto del 'idiota latinoamericano' es un enfrentamiento con la izquierda intelectual. "El título es despectivo, descalificador", dice Portocarrero. La periodista Rosa María Palacios opina desde la otra orilla. No cree que el concepto del 'idiota' desvalore personas, sino más bien ideas. Pero todos se centran en el debate de si son o no son idiotas, dice. Además, ve con buenos ojos que el concepto se actualice en esta nueva entrega, y que por ejemplo analice el socialismo retórico. "Socialismo como el chileno, que de socialismo no tiene nada". El psicoanalista Jorge Bruce amplía el rollo 'idiológico'. "Es la otra cara de aquello que denuncian", sugiere Bruce. Para él, el 'idiota latinoamericano' demuestra que el viejo concepto de 'ideología' no ha desaparecido. "Siempre ha estado vigente, siempre lo estará. La ideología sigue arrastrando a personas inteligentes –como los autores de este libro– hacia discursos rígidos y despectivos. Me produce la misma desconfianza que los discursos marxistas intolerantes de mi juventud", se explaya el psicoanalista.
Su crítica apunta menos al fondo que a la forma del mensaje, la cual puede incluso generar empatía con los agraviados. "A pesar de que muchas de las cosas que mencionan constantemente los autores son ciertas", dice Bruce. Más allá de las certezas, "aquí hay un discurso que reclama la propiedad privada de la verdad", ironiza Bruce. Y con esa frase da el puntapié inicial al debate de siempre.

En la foto: Las 320 páginas en tapa dura editadas por Plaza Janés se esperan pronto en Lima. [Leyenda de Caretas]