Por Jack Martínez*
Alonso Cueto cuenta con un nuevo reconocimiento literario: el de finalista del concurso Planeta-Casa de América de Narrativa Iberoamericana 2007, por la novela El susurro de la mujer ballena. De ella se ha dicho, entre muchas cosas, que se trata de la mejor novela de Cueto en los últimos años. Pero lo cierto es que la comparación entre ésta y sus antecesoras más conocidas (La hora azul y Grandes miradas) resulta un tanto inapropiada si se considera que El susurro... no es una novela que encierra un argumento –ni un escenario– marcado por la violencia política vinculada con el terrorismo en las décadas finales del siglo XX. El susurro..., lejos de ello, es un melodrama situado en Lima, en que el elemento sentimental de los personajes adquiere dimensiones preponderantes.
Se trata de una historia de amor-odio entre las dos protagonistas: Verónica, periodista madura, bella y exitosa; y Rebeca, la "mujer ballena", de cuerpo descomunal, torpe, antisocial y rica. La tensión se instala a través del reencuentro de estos dos personajes después de muchos años (ellas fueron compañeras de colegio y en ese entonces compartieron momentos de íntima amistad, entre lecturas y canciones). El recuerdo del lejano pasado conlleva a despertar un suceso desagradable y traumático en la "mujer ballena", suceso humillante provocado por quien fuera en aquel tiempo su única y mejor amiga: Verónica.
Esta última percibe un comportamiento extraño de parte de la "mujer ballena" tras el reencuentro inicial y evade las constantes apariciones de Rebeca, quien con un halo de misterioso accionar mantiene latente una doble faceta: la amiga nostálgica que desea volver a ser querida, y la ex amiga que guarda aún un gran resentimiento y busca el momento propicio para la venganza. En este punto, resalta el dominio de la voz narrativa femenina (Verónica) por parte del escritor. Sin embargo, este mérito, con el que ya antes ha contado Cueto, se ve opacado por los no pocos errores gramaticales en los diálogos, que abstraen al lector de la atmósfera construida en la ficción y, por tanto, de la ilación en la narración.
El susurro... se centra, pues, en los encuentros y desencuentros de estas mujeres, con esporádicas intervenciones de otros personajes como el solitario padre de Verónica, su amante, su marido o sus pretendientes y colegas. La trama, en gran medida, se reduce al conflicto entre la "mujer ballena" y la bella periodista. Se trata de una situación que se muestra insuficiente a lo largo de las más de 300 páginas, y desemboca en escenas fácilmente predecibles: todos los contratiempos, líos y problemas de Verónica estarán ligados exclusivamente a la intervención, directa o indirecta, de Rebeca. Así, la monotonía se instala en varios capítulos de la novela.
Sin embargo, al lado opuesto se encuentra la descripción de los escenarios –en su mayoría lugares cerrados–, que contribuye a la concentración de las acciones y, en consecuencia, al desarrollo de los diálogos decisivos para el desenlace. A excepción de algunas calles de Miraflores o San Isidro, la novela se desarrolla en espacios como el interior de un avión, una limosina, cafés, centros de convenciones y la redacción del diario en que labora la periodista. Esto constituye uno de los principales méritos de la novela en pos de lograr la verosimilitud.
Sobre estas conversaciones, que son de carácter atípico, pero van acorde con el comportamiento patético de la "mujer ballena", se erige la trama. En los diálogos se exteriorizan los sentimientos y resentimientos de ambas mujeres, obedeciendo a la característica propia del melodrama como género. El susurro... pertenece a ese tipo de novelas en que lo afectivo guía el accionar de los protagonistas. Una temática recurrente en la literatura y que tiene gran aceptación entre un número considerable de lectores, pero tomada, en este caso, desde una perspectiva particular que deja de lado el amor convencional de pareja para dar lugar al conflicto y la íntima amistad entre dos mujeres.
El susurro de la mujer ballena presenta el tópico que enlaza el presente con un pasado desde el que se arrastra una cuenta pendiente. De allí parte y culmina la historia. En suma, una novela de trama elemental en la que confluye un lenguaje ágil, con algunos momentos intensos y otros que caen en los baches de lo esperado.
* Publicado en semanario Variedades Nº 99 de El Peruano. Semana del 1 al 7 de octubre.