Por Héctor Hernández Montecinos
Las inclusiones y exclusiones son un tema frecuente en lo que ha sido denominado como la historia de la literatura, desde siempre hasta siempre. Autores, libros, poéticas, encuentros que han sido, o querido ser, silenciados desde las más diversas fuerzas, tanto literarias, morales, económicas, sociales, etc. No se sabe lo que es estar adentro o afuera de algo, el poeta está siempre afuera, desde las convenciones morales hasta de los lugares del poder político; hay excepciones lamentables. Estar adentro implica aceptar una historización de la escritura y desde allí articularse como autor. Todo este exordio es el contexto para presentar a un autor peruano que por edad pertenecería a la generación del 60, pero por su obra y su espectral presencia se ha desencasillado de tales rótulos; es más, podríamos decir que la obra múltiple de este poeta lo hace pertenecer a todas las generaciones y tradiciones literarias.
Walter Curonisy (Lima, 1940) acaba de presentar su obra poética de toda una vida, Rehenes del tiempo, en la cual se reúnen todos los libros que el autor ha mantenido en un estoico secreto por más de un cuarto de siglo. En esta hermosa edición proyectada por el autor bajo el sigiloso cuidado de Elvira Roca Rey, se nos abre un imaginario desbordante, irónico, místico y de una sagacidad en el uso y abuso de la palabra que otros autores próximos a su edad ni siquiera pensaron en abordar. Mircea Eliade, Nietzsche, Jesucristo, Marx, Buson, Catulo, Melville, Pessoa, Cervantes son personajes de esta gran novela poética que deambula por Perú, Portugal, España, Japón, Israel, entre muchísimos lugares más. Desesperadamente nómade y trashumante esta poesía no se calla y se impone ante cualquier normatividad, tanto las de ayer, las de hoy e incluso las que vendrán porque a ciencia cierta Curonisy es un vidente ciego.
Desde cada uno de sus poemas el tiempo ha sido abolido y los únicos rehenes son los mismos textos, pero no rehenes del tiempo sino que del movimiento que este libro impele. Entre el autor y el lector puro movimiento. Entre el ojo y la mano puro movimiento. Entre la portada y la contraportada puro movimiento. Sin duda, este libro que ha permanecido más de dos décadas en los estantes del autor, hoy se nos presenta como una revelación, como un testigo presencial de los grandes momentos de la literatura como materialidad, como síntoma y como hiperlectura. Rehenes del tiempo es uno de los tesoros que la poesía peruana contemporánea tenía reservado para este momento.
Por otro lado, Walter Curonisy que fue uno de los pioneros en el teatro, la televisión y el cine en Perú, es uno de los poetas que suele llamarse místicos, porque desde su voluntario silencio ha creado una idea de Dios Poético por donde deambula su órbita de autores tan importantes como Allen Ginsberg, quien fue amigo de Curonisy durante su estadía en Lima en los años 60, a tal punto que los versos finales de su Reality sandwiches son la constatacion de una fraternidad poética que el Curonisy ha sabido construir y mantener con otros autores como Carlos Germán Belli, Cronwell Jara, Ricardo González Vigil, Luis Eduardo García, Santiago Aguilar y poetas jóvenes que ven en él a una parte entrañable del siglo 20 peruano.
Rehenes del tiempo es un libro a todas luces sorprendente por su multiplicidad de registros, de voces, de máscaras que dialogan, susurran, gritan y enmudecen al mismo tiempo. La construcción de los poemas está tan brillantemente efectuada que la voluminosidad del libro se anula como cantidad, y por tal, quizá esta gran obra tenga el peligro de ser silenciada, pero para cualquier buen lector no se debiera pasar la oportunidad de escarbar en este tesoro poético que se inaugura frente a nuestros ojos. Walter Curonisy y quienes hicieron posibles la existencia de este libro le han hecho un favor inmenso a la literatura peruana y latinoamericana. Un grandioso libro de un autor que ha optado por su digno silencio, su autoexilio en Huanchaco y su oficio de escritor, artífice y mago.