ROSSELLA DI PAOLO (Perú). Nació en Lima en 1960. Poeta y profesora universitaria. Estudió Literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado cuatro libros de poesía: Prueba de galera (1985), Continuidad de los cuadros (1988), Piel alzada (1993) y Tablillas de San Lázaro (2001). Su lenguaje poético, pulcro y riguroso, transmite serenidad y belleza ante el torbellino de las emociones humanas. Sus poemas han sido recogidos en diversas revistas literarias y antologías nacionales y extranjeras, siendo la más reciente: La mitad del cuerpo sonríe. Antología de la poesía peruana contemporánea (2005), realizada por Víctor Manuel Mendiola para el Fondo de Cultura Económica de México.
FERNANDO BALSECA (Ecuador). Nació en Guayaquil en 1959. Poeta, ensayista y periodista. Se desempeña como profesor universitario en la Universidad Andina Simón Bolívar. En la década del setenta participó activamente en el Colectivo Sicoseo. Según Iván Carvajal, la poesía de Balseca "es ejercicio de cuchillería: cuchillos dirigidos hacia la carne del mundo, de la historia, de los hombres concretos, del propio poeta". De su obra poética, destacan los siguientes libros: Cuchillería del fanfarrón (1981); Sol, abajo y frío (1985); A medio decir (2003). También es autor del conjunto de cuentos Color de hormiga (1976). Fue el editor de la antología de poesía ecuatoriana La palabra perdurable (1991).
OSWALDO REYNOSO (Perú). Nació en Arequipa en 1931. Narrador, poeta, profesor universitario y periodista. En 1977 viaja a la República Popular China, donde permanece hasta 1989. Se desempeñó como profesor y corrector de estilo en la Agencia de Noticias Xinhua (Beijing). Los inocentes (1961), relatos de adolescentes marginales urbanos escritos un lenguaje coloquial y popular, constituye un hito en la tradición narrativa peruana. Sus novelas En octubre no hay milagros (1965), El escarabajo y el hombre (1970) y Los eunucos inmortales (1995) consolidan su delicado trabajo de orfebre del lenguaje. En busca de Aladino (1993) y El goce de la piel (2005) son dos relatos breves que trasuntan erotismo y una provocadora moral hedonista.
RAÚL PÉREZ TORRES (Ecuador). Nació en Quito en 1941. Narrador, poeta y periodista. Miembro fundador de la revista La bufanda del sol, importante publicación de los jóvenes escritores en los años setenta. Su vasta obra cuentística ha merecido diversos premios: Musiquero joven, musiquero viejo -Premio Nacional José de la Cuadra- (1977); En la noche y en la niebla -Premio Casa de las Américas- (1979); Sólo cenizas hallarás -Premio Juan Rulfo, Francia, y Premio Julio Cortázar, España (1995). También ha incursionado en otros géneros: La dama de rojo (teatro, 1983), Teoría del desencanto (novela, 1985) y Poemas para tocarte (1994). Su obra narrativa formaliza un sensualismo amargo y desbordado. Un erotismo teñido de tragedia y remordimiento que cautiva a los lectores.
FIDEL TUBINO (Perú). Nació en Lima en 1951. Filósofo y ensayista. Doctor en filosofía por la Universidad Católica de Lovaina. Actualmente es Decano de la Facultad de Estudios Generales de Letras de la Pontificia Universidad Católica y Coordinador de la Red Internacional de Estudios Interculturales. Desde una perspectiva interdisciplinaria, sus investigaciones abordan temas vinculados con la integración entre cultura y política, y las identidades étnicas en las sociedades modernas. Tiene múltiples publicaciones en revistas especializadas. Es coautor de los siguientes libros: Interculturalidad: Un Desafío (1992), Los efectos de la globalización en la educación (1994), Derechos Humanos y pueblos indígenas (1996), Jenetian. El juego de las identidades en tiempos de lluvia (2007).
ALEJANDRO MOREANO (Ecuador). Nació en Quito en 1944. Ensayista, novelista y profesor universitario. Editorialista del diario Hoy. Se ha especializado en política, globalización y cultura en Latinoamérica. Entre sus libros de ensayos destaca: El Apocalipsis Perpetuo (2003), en el que reflexiona como intelectual militante sobre el nuevo orden mundial, el poder imperial norteamericano y las guerras culturales contemporáneas. Es coautor de Identidad y cambios culturales en la globalización (1995), Universidad, Estado y sociedad (1994) y El sistema político en el Ecuador contemporáneo (1990). También ha publicado la novela El devastado jardín del paraíso (1990).
ALONSO CUETO (Perú)- Nació en Lima en 1954. Estudió literatura en el Perú y en los Estados Unidos, obteniendo el grado de Doctor en Literatura por la Universidad de Texas. Sus novelas y cuentos exploran espacios íntimos, fantasías amorosas y los trabajos de la memoria siempre desde la perspectiva de héroes descolocados. Su primera novela El tigre blanco (1985) obtuvo el Premio Wiracocha del grupo Editorial Planeta. En el 2005, obtuvo el Premio Herralde de novela con La hora azul. Este año, ha sido finalista del Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta–Casa de América por El susurro de la mujer ballena. Sus libros han sido traducidos al inglés, chino, alemán, búlgaro y francés.
JAVIER VÁSCONEZ (Ecuador). Nació en Quito en 1946. Narrador y editor. Ha publicado las siguientes novelas: El viajero de Praga (1996) y La sombra del apostador (1999). Su maestría verbal se luce en dos novelas cortas: El secreto (1996) y El retorno de las moscas (2006). "Quito es sin duda el referente y el modelo de mi ciudad literaria. Mantengo una relación contradictoria con ella, de amor y de odio, de auténtico asombro". En el género cuento, destacan: Ciudad lejana (1982), El hombre de la mirada oblicua -Premio Joaquín Gallegos Lara- (1986), Café concert (1995), Un extraño en el puerto (1998) e Invitados de honor (2002). Sus relatos han sido traducidos a diferentes idiomas como el alemán, francés, inglés, italiano y sueco.
MARIO MONTALBETTI (Perú). Nació en Lima en 1953. Sus poemas transmiten un aprendizaje lúcido y lúdico de epigramas latinos, poesía anglosajona y antipoesía hispanoamericana. Su libro Perro negro (1978) es una parodia del sentimentalismo amoroso, una despiadada ironía de las formas y discursos de la cavilación filosófica. Fin desierto (1997), Llantos Elíseos (2002) y Cinco segundos de horizonte (2005) consolidan su original camino poético y su pasión por los destellos y las aporías del lenguaje. Obtuvo el Primer Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1973 y el Premio de Poesía José María Arguedas en 1977.
MARÍA FERNANDA ESPINOSA (Ecuador). Nació en Salamanca en 1964. Poeta, lingüista y geógrafa PhD (c). Se ha especializado en estudios amazónicos y derechos indígenas. Actualmente se desempeña como Ministra de Relaciones Exteriores de la República del Ecuador. Ha publicado los poemarios Caymándote (1990), Tatuaje de Selva (1992), Loba Triste (2000) y Antología (2005). Su poesía explora con originalidad las tramas de la memoria y los pliegues de la piel. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1990. Sus poemas han aparecido en diversas antologías extranjeras y en revistas como: International Poetry Review (1994), Hispamérica (1996), Revista Alforja de México (2002) y Hueso Húmero (2004).
FERNANDO AMPUERO (Perú). Nació en Lima en 1949. Escritor y periodista. Después de realizar un largo viaje por América Latina y Europa, escribió y publicó Paren el mundo que acá me bajo (1972), un conjunto de cuentos que luego apareció en versión corregida y aumentada con el título Deliremos juntos (1975). Sus cuentos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán, búlgaro y húngaro. Ha sido editor de la revista Caretas y hoy se desempeña como Jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio. Sus novelas Caramelo verde (1992) y Puta linda (2006) han sido celebradas por sus tramas, lenguaje y parodias que dialogan creativamente con la cultura de masas.
CARLOS CARRIÓN (Ecuador). Nació en Malacatos (Loja) en 1944. Narrador, ensayista, crítico literario y catedrático universitario. Editorialista del diario quiteño Hoy. Ha publicado las novelas: El deseo que lleva tu nombre (1990), Una niña adorada (1993) y Una guerra con nombre de mujer (1995). Sus apreciados libros de cuentos trazan una obra densa formada por múltiples registros narrativos. El corazón es un animal en celo (1995) obtuvo el Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara y El más hermoso animal nocturno, el Premio Nacional José de la Cuadra (1982). Sus cuentos han sido antologados en diversos libros y se han publicado en revistas mexicanas y españolas.
En la foto: Alonso Cueto y Oswaldo Reynoso.
Monday, August 27, 2007
La palabra vecina
PROGRAMA
Martes 4 de septiembre
18:30 horas: Ceremonia de inauguración
19:00 horas: Mesa I Poetas
Rossella di Paolo y Fernando Balseca
Moderador: Ana María Gazzolo
20:30: Cóctel de inauguración
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Miércoles 5 de septiembre
18:30 horas: Mesa II Narradores
Oswaldo Reynoso y Raúl Pérez Torres
Moderador: Enrique Planas
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Jueves 6 de septiembre
18:30 horas: Mesa III Diálogo sobre imaginarios
Ensayistas: Fidel Tubino y Alejandro Moreano
Moderador: José Ignacio López Soria
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Martes 11 de septiembre
18:30 horas: Mesa IV Narradores
Javier Vásconez y Alonso Cueto
Moderador: José Donayre
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Hora: 18:30
Miércoles 12 de septiembre
18:30 horas: Mesa V Poetas
Mario Montalbetti y María Fernanda Espinosa
Moderador: Antonio Cisneros
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Jueves 13 de septiembre
18:30 horas: Mesa VI Narradores
Fernando Ampuero y Carlos Carrión
Moderador: Marcel Velázquez Castro
20:00 horas: Cóctel de clausura
Lugar: Organización de Estados Iberoamericanos (O.E.I.)
Calle San Ignacio de Loyola 554 - Miraflores
Martes 4 de septiembre
18:30 horas: Ceremonia de inauguración
19:00 horas: Mesa I Poetas
Rossella di Paolo y Fernando Balseca
Moderador: Ana María Gazzolo
20:30: Cóctel de inauguración
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Miércoles 5 de septiembre
18:30 horas: Mesa II Narradores
Oswaldo Reynoso y Raúl Pérez Torres
Moderador: Enrique Planas
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Jueves 6 de septiembre
18:30 horas: Mesa III Diálogo sobre imaginarios
Ensayistas: Fidel Tubino y Alejandro Moreano
Moderador: José Ignacio López Soria
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Martes 11 de septiembre
18:30 horas: Mesa IV Narradores
Javier Vásconez y Alonso Cueto
Moderador: José Donayre
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Hora: 18:30
Miércoles 12 de septiembre
18:30 horas: Mesa V Poetas
Mario Montalbetti y María Fernanda Espinosa
Moderador: Antonio Cisneros
Lugar: Centro Cultural Inca Garcilaso
Jirón Ucayali 391 – Lima
Jueves 13 de septiembre
18:30 horas: Mesa VI Narradores
Fernando Ampuero y Carlos Carrión
Moderador: Marcel Velázquez Castro
20:00 horas: Cóctel de clausura
Lugar: Organización de Estados Iberoamericanos (O.E.I.)
Calle San Ignacio de Loyola 554 - Miraflores
Sunday, August 26, 2007
Thursday, August 23, 2007
Wednesday, August 22, 2007
Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel
Por Róger Santiváñez
Hacía tiempo que un nuevo libro de poesía no llamaba mi atención como ha sucedido con Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel. Y me he preguntado por las razones de este parecer. Esta breve nota trata de responder dicha interrogante.
En primer lugar habría que mencionar la habilidad de la autora para situarse y entroncar su obra en el devenir de la mejor tradición de nuestra poesía. Hay una lúcida apropiación –por ejemplo de Eielson- en estos versos: la salud como aspaviento de leche y petróleo, / la infancia socavando lo repentino, las velas, las luces, / el humo de la cocina y la estrella fija en el cielo. Pero este distinto nombrar de la realidad, no se queda en sus resonancias intertextuales sino que proyecta una imaginería muy personal en Cabel. Allí está el núcleo de su capacidad renovadora: palideces madrugada en las diurnas calles vivas / repletas de juncos y puros corazones mojados. Aquí la joven poeta expresa de manera muy suya –fresca y creativa- su visión de la ciudad y sus aconteceres. Un claro rasgo de su estilo es la adjetivación doble encadenada, que no es un invento suyo, pero sí un logro de su plasmación textual: pincelada azul escarlata o silbido celeste iluminado.
Otro interesante rasgo de su escritura es la dispersión de los sujetos. En este punto Cabel se muestra absolutamente post-moderna. Nunca queda claro quién habla en el poema, ni a quien se lo dirige. Inclusive –a veces- los destinatarios son varios, están confundidos, o usan máscaras a la hora de la representación. Y al final queda abierto el sentido del poema: pronto te veré y no sé como andaremos. / quizás de pies, o de cabeza. / tú lo tendrás a él. / lo imagino como a ti./ con los ojos gigantes, cargados de vértigo. / como un perfil asustado, como un fragmento de tu cabello. […] de carne, hecho una prolongación de tu sonrisa. Al parecer, una entraña fenomenológica estaría alumbrando el misterio de esta poesía. Un volver a las cosas mismas (Husserl) –las cosas como son- queda claro en cierto verso de Cabel que reza así: "no hay más miedo que este").
A pesar de todo esto, pueden identificarse algunos temas. El amor, la familia, en cuyo centro mora la perfección enemiga que no podemos identificar, pero que la poeta con rara sabiduría acepta: mientras yo miraba el cielo / como ayuno y hacia arriba / recordando la cara de la luna, y en cada espacio que se colaba aquí dentro, / recibía. / callada. Y así se va configurando este libro, "armando los trozos que componen núcleos tristemente dispersos" como nos dice la autora. Pero al final, nos queda una imagen compacta. Un solo tono y una sola dicción adecuadamente conseguidos. Si la literatura universal está presente (entre los castillos de K) está también el muy peruano vals de colores. O momentos de intenso lirismo como: la historia de la rosa en el cabello mío.
En suma, se trata de un nuevo libro que nos presenta desgarradas imágenes de una poesía que trabaja sus tormentos: yo soy un animal que se amolda a tu cama repleto de espinas, lleno de cercos y púas. Soy la mortaja que en tu vientre se revuelca pidiéndote madre. Y en donde lo cotidiano aparece en las risas de las músicas de las mujeres de las radios; pero ésta no es una poesía coloquial, ni tampoco neo-barroca. Busca más bien su propio y personal rumbo sugiriendo efecto mariposa. Sin exagerar, porque Andrea Cabel posee el don; podemos decir de ella, lo que Ezra Pound dijo de Rimbaud: a vivid and indubitable genius.
[Roberts Pool, Collingswood, 13 de agosto de 2007]
Hacía tiempo que un nuevo libro de poesía no llamaba mi atención como ha sucedido con Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel. Y me he preguntado por las razones de este parecer. Esta breve nota trata de responder dicha interrogante.
En primer lugar habría que mencionar la habilidad de la autora para situarse y entroncar su obra en el devenir de la mejor tradición de nuestra poesía. Hay una lúcida apropiación –por ejemplo de Eielson- en estos versos: la salud como aspaviento de leche y petróleo, / la infancia socavando lo repentino, las velas, las luces, / el humo de la cocina y la estrella fija en el cielo. Pero este distinto nombrar de la realidad, no se queda en sus resonancias intertextuales sino que proyecta una imaginería muy personal en Cabel. Allí está el núcleo de su capacidad renovadora: palideces madrugada en las diurnas calles vivas / repletas de juncos y puros corazones mojados. Aquí la joven poeta expresa de manera muy suya –fresca y creativa- su visión de la ciudad y sus aconteceres. Un claro rasgo de su estilo es la adjetivación doble encadenada, que no es un invento suyo, pero sí un logro de su plasmación textual: pincelada azul escarlata o silbido celeste iluminado.
Otro interesante rasgo de su escritura es la dispersión de los sujetos. En este punto Cabel se muestra absolutamente post-moderna. Nunca queda claro quién habla en el poema, ni a quien se lo dirige. Inclusive –a veces- los destinatarios son varios, están confundidos, o usan máscaras a la hora de la representación. Y al final queda abierto el sentido del poema: pronto te veré y no sé como andaremos. / quizás de pies, o de cabeza. / tú lo tendrás a él. / lo imagino como a ti./ con los ojos gigantes, cargados de vértigo. / como un perfil asustado, como un fragmento de tu cabello. […] de carne, hecho una prolongación de tu sonrisa. Al parecer, una entraña fenomenológica estaría alumbrando el misterio de esta poesía. Un volver a las cosas mismas (Husserl) –las cosas como son- queda claro en cierto verso de Cabel que reza así: "no hay más miedo que este").
A pesar de todo esto, pueden identificarse algunos temas. El amor, la familia, en cuyo centro mora la perfección enemiga que no podemos identificar, pero que la poeta con rara sabiduría acepta: mientras yo miraba el cielo / como ayuno y hacia arriba / recordando la cara de la luna, y en cada espacio que se colaba aquí dentro, / recibía. / callada. Y así se va configurando este libro, "armando los trozos que componen núcleos tristemente dispersos" como nos dice la autora. Pero al final, nos queda una imagen compacta. Un solo tono y una sola dicción adecuadamente conseguidos. Si la literatura universal está presente (entre los castillos de K) está también el muy peruano vals de colores. O momentos de intenso lirismo como: la historia de la rosa en el cabello mío.
En suma, se trata de un nuevo libro que nos presenta desgarradas imágenes de una poesía que trabaja sus tormentos: yo soy un animal que se amolda a tu cama repleto de espinas, lleno de cercos y púas. Soy la mortaja que en tu vientre se revuelca pidiéndote madre. Y en donde lo cotidiano aparece en las risas de las músicas de las mujeres de las radios; pero ésta no es una poesía coloquial, ni tampoco neo-barroca. Busca más bien su propio y personal rumbo sugiriendo efecto mariposa. Sin exagerar, porque Andrea Cabel posee el don; podemos decir de ella, lo que Ezra Pound dijo de Rimbaud: a vivid and indubitable genius.
[Roberts Pool, Collingswood, 13 de agosto de 2007]
Wednesday, August 15, 2007
Febrero lujuria de Christian Reynoso (fragmento capítulo 31)
La noche llegó a Lago Grande. Los focos de neón se encendieron y la Parada de Danzas continuó como si la noche, invisible, con el tul de la complicidad, pasara de largo, desapercibida, sin captar la atención de los espectadores. Los trajes de luces cambiaron de color con el reflejo neón, y el mareo nocturno empezó a sentirse: dios, prístino, con sabor a eternidad.
De pronto, en ese vaivén festivo, sin que nadie se diese cuenta aparecieron ante el palco oficial los sicuris del barrio Mañazo: caramelo dulce, cerveza dorada, tufillo de amanecida, caldo de cabeza. Y formados en media luna soplaron las zampoñas de seis y siete cañas produciendo un diálogo musical entre sus soplidos, pregunta respuesta pregunta respuesta y las melodías del sicu cobraron vida. Y al centro, marcando el ritmo, se escuchó el sonido del bombo y la tarola; y todos, con pasitos ligeros, envueltos en la música, se perdieron entre los danzarines. Y es que en Mañazo no hay fórmulas creadas. La libertad es el alma y esencia del conjunto y cada quien baila a su manera desplegando el paso del sicu, que es una mezcla de movimientos entrecortados con grácil compás y furor exorcista. Y los disfraces, de todo y nada, extraños, coloridos, vibrantes. Y eso es Mañazo, ¡un caso!, como gritan a viva voz. Y fueron aplaudidos por los espectadores y queridos por la tradición y fiesta que irradiaban. Y ahí estaba Paco Macedo, alto, fornido, bruto, con el bigote rubio y disfrazado de vikingo; y más atrás, sin respiración y con la cara morada del cansancio el poeta Aramayo con su traje de diablo caporal; y a su lado, el indio Tomaylla con su largo cabello negro, vestido de piel roja y ondeando amenazantes hachas; y metros más allá, la chica Santisteban con su paso elegante y sonrisa a flor de piel que miraba al flaco Zea, y él, que bailaba y saludaba a la gente, chino de risa y tropezándose en sus pasos; y al final del conjunto, los espectadores que se contagiaron del ritmo y se unieron a la fiesta, entusiastas, sibaritas, sin disfraz, con botellas de cerveza a la mano y cigarrillos a la boca. Y recordaron al Volvo Montesinos, el china diabla de cabello amarillo rizado, impetuoso, jacarero y excéntrico que nunca dejaba de bailar, y a Tufo, su perro. ¿Y dónde estaban? ¿En el cielo, en el infierno o en Mañazo?; y él, el Volvo que venía siempre al último, bailando solito, con los labios pintados, pícaro, moviendo la carterita, levantándose la falda y alejándose cada vez más del conjunto, los miró desde la muerte en su guarida de Huajsapata y rió, ebrio y feliz, y se rascó la panza, y les dijo: ¡salud! Y nadie dejó de bailar porque Mañazo seducía, emborrachaba y liberaba; y de pronto, en el frenesí del sicuri, llegaron a una esquina y se perdieron, se equivocaron, y cambiaron el curso de su recorrido, y ya nadie supo a dónde ir, y empezaron a regresar por donde habían venido, atropellando a los contrarios y qué importaba dijeron, si con Mañazo no había caso, y nuevamente el repique de la tarola ametralló y los sonidos de las zampoñas emergieron desde las gargantas: saliva dulce, ron con Coca-Cola, bolita de coca, mamita Candelaria, Mañazo, Mañazo, energía del diablo, latido del corazón.
De pronto, en ese vaivén festivo, sin que nadie se diese cuenta aparecieron ante el palco oficial los sicuris del barrio Mañazo: caramelo dulce, cerveza dorada, tufillo de amanecida, caldo de cabeza. Y formados en media luna soplaron las zampoñas de seis y siete cañas produciendo un diálogo musical entre sus soplidos, pregunta respuesta pregunta respuesta y las melodías del sicu cobraron vida. Y al centro, marcando el ritmo, se escuchó el sonido del bombo y la tarola; y todos, con pasitos ligeros, envueltos en la música, se perdieron entre los danzarines. Y es que en Mañazo no hay fórmulas creadas. La libertad es el alma y esencia del conjunto y cada quien baila a su manera desplegando el paso del sicu, que es una mezcla de movimientos entrecortados con grácil compás y furor exorcista. Y los disfraces, de todo y nada, extraños, coloridos, vibrantes. Y eso es Mañazo, ¡un caso!, como gritan a viva voz. Y fueron aplaudidos por los espectadores y queridos por la tradición y fiesta que irradiaban. Y ahí estaba Paco Macedo, alto, fornido, bruto, con el bigote rubio y disfrazado de vikingo; y más atrás, sin respiración y con la cara morada del cansancio el poeta Aramayo con su traje de diablo caporal; y a su lado, el indio Tomaylla con su largo cabello negro, vestido de piel roja y ondeando amenazantes hachas; y metros más allá, la chica Santisteban con su paso elegante y sonrisa a flor de piel que miraba al flaco Zea, y él, que bailaba y saludaba a la gente, chino de risa y tropezándose en sus pasos; y al final del conjunto, los espectadores que se contagiaron del ritmo y se unieron a la fiesta, entusiastas, sibaritas, sin disfraz, con botellas de cerveza a la mano y cigarrillos a la boca. Y recordaron al Volvo Montesinos, el china diabla de cabello amarillo rizado, impetuoso, jacarero y excéntrico que nunca dejaba de bailar, y a Tufo, su perro. ¿Y dónde estaban? ¿En el cielo, en el infierno o en Mañazo?; y él, el Volvo que venía siempre al último, bailando solito, con los labios pintados, pícaro, moviendo la carterita, levantándose la falda y alejándose cada vez más del conjunto, los miró desde la muerte en su guarida de Huajsapata y rió, ebrio y feliz, y se rascó la panza, y les dijo: ¡salud! Y nadie dejó de bailar porque Mañazo seducía, emborrachaba y liberaba; y de pronto, en el frenesí del sicuri, llegaron a una esquina y se perdieron, se equivocaron, y cambiaron el curso de su recorrido, y ya nadie supo a dónde ir, y empezaron a regresar por donde habían venido, atropellando a los contrarios y qué importaba dijeron, si con Mañazo no había caso, y nuevamente el repique de la tarola ametralló y los sonidos de las zampoñas emergieron desde las gargantas: saliva dulce, ron con Coca-Cola, bolita de coca, mamita Candelaria, Mañazo, Mañazo, energía del diablo, latido del corazón.
Monday, August 06, 2007
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