Friday, June 22, 2007

El Reportero Vargas Llosa

Cultural

No solo novelista, sino ciudadano del mundo. Es así como el narrador, ensayista y crítico literario José Miguel Oviedo presenta a Mario Vargas Llosa en su obra titulada Dossier Vargas Llosa: un compendio de artículos publicados en prensa sobre la obra del novelista peruano, desde La Ciudad y Los Perros hasta Travesuras de la Niña Mala. Aquí un adelanto del material inédito del libro que se presentará el lunes 25 de junio.

Por José Miguel Oviedo*

Cuando sólo había cumplido quince años entró a trabajar como reportero en el periódico La Crónica. Era el período de vacaciones después de su traumático paso por las aulas del colegio Leoncio Prado –a donde ya no regresaría– y de su traslado al colegio San Miguel de Piura, donde acabaría sus estudios de secundaria. Recuerdos de estas experiencias se filtrarían, como es bien sabido, en La ciudad y los perros, La casa verde y Conversación en La Catedral, aparte de figurar en su libro de memorias El pez en el agua (1994). El profundo malestar que domina en la tercera de esas novelas está dado en las memorables primeras líneas, en las que Zavalita contempla "sin amor" el desabrido perfil de Lima, visto desde la perspectiva del edificio de La Crónica, escena que sienta el tono preciso de lo que vendrá luego: el retrato de la frustración y mediocridad que el autor respiró en el mundillo periodístico de la época de la dictadura. Fue su padre quien lo llevó allí para asegurarse de que el muchacho estuviese ocupado en algo "útil" durante esas vacaciones. Su iniciación periodística ha sido indagada, con minuciosidad a veces algo anecdótica, en Reportero a los quince años, libro del periodista Juan Gargurevich. Este autor nos informa del ambiente interno y de las crónicas que el joven Vargas Llosa escribió en esos meses, especialmente las dedicadas a sangrientos sucesos policiales que los lectores de Conversación en La Catedral reconocerán fácilmente. Gargurevich incluye un dato curioso: el padre del futuro novelista desempeñaba un trabajo también asociado con el periodismo, como representante en el Perú de una agencia internacional de noticias creada por William Randolph Hearst, el magnate de la prensa en quien Orson Welles se inspiró para el célebre filme Citizen Kane. Su paso por La Crónica fue breve, ya que el padre se dio cuenta de que ciertos periodistas ejercían una perniciosa influencia moral sobre el muchacho. Pese a ello, la experiencia dejó una huella profunda en él: le permitió descubrir el submundo ruin y venal (aparte de melodramático) del periodismo bajo el régimen del general Manuel A. Odría, que fue parte de su formación intelectual y de su primer contacto personal con la realidad política.
Ese aprendizaje continuó con sucesivos trabajos como redactor o colaborador de diversos periódicos y revistas locales de muy diversa naturaleza: La Industria de Piura, Extra, Turismo, Cultura Peruana, el Suplemento Dominical de El Comercio y varias otras publicaciones. Incluso hizo periodismo radial en 1957, como director de información en Radio Panamericana, experiencia que aprovecharía para crear el personaje de Pedro Camacho de La tía Julia y el escribidor. Es muy revelador que Camacho sea el modelo del "escribidor", una figura emblemática del oficio periodístico y de su relación, a la vez paralela y divergente de la actividad literaria, en medio de las carencias propias del empobrecimiento que sufría la vida cultural en esos años. Cuando ya se encontraba en París, volvería a ejercer el periodismo radial, esta vez haciendo entrevistas a escritores latinoamericanos para la Radio Difusión Francesa. En la década de los sesenta, con tres notables novelas ya publicadas y convertido en un escritor internacionalmente conocido, Vargas Llosa seguiría ejerciendo el periodismo —sobre todo cultural—, ahora en importantes periódicos y revistas de todo el mundo, que le ofrecen sus páginas conscientes del prestigio de su firma; entre ellos, Expreso y Caretas de Lima, Primera Plana de Buenos Aires, Marcha de Montevideo y Mundo Nuevo de París. Pronto esta actividad se convertiría en el vehículo habitual de una naciente obra crítica que iba a resultar muy significativa por su originalidad y abundancia. En sus primeras manifestaciones, se centra naturalmente en temas literarios; entre ellos están sus tempranos textos sobre José María Arguedas y Tirant lo Blanc, que más tarde se convertirían en libros. Su primer libro ensayístico fue García Márquez: historia de un deicidio (1971), que es un paradigma por su rigor, exhaustividad, pasión, objetividad y, sobre todo, por una crítica al mismo tiempo que una autocrítica y un testimonio personal; posee un rasgo de la crítica que suele pasar desapercibido para algunos: el de apropiarse de una obra ajena para hablar de ella y de sí mismo. Esto se confirmaría en otros libros, desde La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary (1974) hasta la reciente La tentación de lo imposible, Victor Hugo y Los miserables (2004).
Pero simultáneamente, y cada vez con mayor frecuencia, sus críticas y crónicas periodísticas fueron abarcando otros temas culturales (cine, teatro, arte, entre otros) y de actualidad social y política en América Latina y el resto del mundo, lo que le permitió intervenir en el debate de las grandes cuestiones de nuestra época, en el que dominaban asuntos como la Revolución Cubana y la insurgencia armada, la guerra en Argelia, los campos de concentración en la Unión Soviética, la intervención rusa en Checoslovaquia, el cisma soviético, etc. Es evidente que el periodismo era, para un escritor de ficciones con envergadura generalmente épica, una fuente para seguir alimentando su imaginación; así, podía absorber vorazmente el inagotable y siempre cambiante panorama del mundo real. Decidió no cerrar los ojos y encerrarse en su mundo interior; decidió intervenir, polemizar, tomar posiciones; decidió ser un testigo del mundo, defender ciertas ideas fundamentales, atacar otras y asumir los riesgos y responsabilidades inherentes a esa tarea. Es decir, prefirió ser criticado por lo que decía o escribía, y no por elegir la comodidad de callar o ignorar.

*Publicado en Caretas 1981.
En la foto: Un joven Vargas Llosa quien, desde temprano, entró a trabajar al diario La Crónica. Luego pasaría a Radio Panamericana. [Leyenda de Caretas]