Thursday, August 31, 2006

Retrato Hablado

Testimonio: A propósito de la nueva sala de fotografía en el MALI, su curador, Jorge Villacorta, hace memoria, habla de imágenes y de una salud recuperada

Por Rebeca Vaisman

Jorge Villacorta se acomoda frente a su cheesecake (“soy más de postres tradicionales, pero bueno...”) y recuerda cómo los ómnibus pintados de rojo intensísimo rompían de manera fantástica la gris monocromía del Londres de finales de los setentas. Llegó a Europa en 1976, con dieciocho años, para estudiar genética en la Universidad de York. Fue testigo de una serie de eventos que cobrarían importancia más adelante en su vida: el final del conceptualismo británico y los inicios del auge del videoarte y sus atrevidas exposiciones; la polémica y novedad que trajeron consigo los primeros tiempos del parisino Pompidou; y por supuesto, la explosión punk. Porque Villacorta llegó a un Londres de dos caras: una, la que se manejaba por normas y que funcionaba hasta la hora de salida del trabajo, cuando empleados y funcionarios de todo tipo tomaban el tren o el metro en masa y se dirigían a sus casas. Y otra, chirriante, maltrecha y ríspida, que aparecía a medida que avanzaba la noche, encarnada en jóvenes de ropa desgarrada sujeta con imperdibles, de narices y bocas perforadas y cabellos que se mantenían en punta gracias a kilos de vaselina, y que se iban a apropiando de calles y estaciones del subterráneo. Aún recuerda estas imágenes, alucinado.
Y es quizás por los recuerdos, por el postre que ya va por la mitad, o por el entusiasmo con el que habla que, frente a Villacorta, es fácil olvidar que recién está recuperándose de una larga dolencia que prácticamente lo inmovilizó durante cuatro meses. “Yo he sido muy descuidado con mi salud, y mi cuerpo me pasó la factura. Puedo describirlo como que colapsé: una tremenda inflamación muscular, dolorosísima. Tengo que haber estado rumbo a la demencia para haber seguido ese ritmo de vida: a veces tenía reuniones de trabajo que empezaban a las 12 de la noche. Ahora estoy en circulación nuevamente, pero los doctores me han dicho que tengo que disminuir la velocidad de mi vida y hacer pocas cosas a la vez. Fueron muy claros: todo depende de cuánto quiera usted seguir viviendo, me dijeron. Yo tengo cuarenta y ocho años... El estrés no es poca cosa”. Y con la ansiada sala de fotografía del Museo de Arte, una muestra en el Museo de la Nación llamada “Urbe y Arte” y la reciente inauguración del Festival Vibra, en el Centro de la Fundación Telefónica, proyectos tras los que está, le queda un deseo: “que mis doctores no se hayan enterado de todo esto”.
Sobre imágenes tiene mucho que decir: que no son pocos los artistas e intelectuales que miran por sobre el hombro a la fotografía, “y no reconocen que probablemente sea el medio de creación más rico que ha habido en la historia de las artes visuales en el Perú”. También que, en un país con tanta propensión al olvido, más que la existencia de un archivo es importante la presencia de una exposición. “Prueba de esto es Yuyanapaq: su existencia de manera permanente es tan necesaria como la de un Museo del Holocausto, por ejemplo. Es difícil, porque incomoda. Pero el día que no nos incomodemos, que no nos duela, que no saque roncha a la población y a los políticos, ese día estamos muertos”, afirma. Y por eso celebra la feliz coincidencia de su inauguración en el Museo de la Nación, justo antes de que el MALI abra las puertas de la primera sala permanente de fotografía del Perú.
Su participación en este importante proyecto se suma a una larga lista de actividades: de enseñanza en la Maestría de Comunicaciones de la Pucp, dirección de la galería Punctum, y una infinidad de iniciativas artísticas. Y es que después de cinco años en Inglaterra y una beca en Suiza volvió definitivamente al Perú una semana antes de las elecciones del 85, en las que saldría elegido, por primera vez, Alan García. “Yo que llego tarde a todo, ahí sí llegué puntual”, dice, y agrega: “Lamentablemente”. Aunque empezó a trabajar en la Unidad de Genética Médica del Hospital del Niño (aún lo hace, en el Proyecto de Banco de Tejidos), pronto el arte, parte fundamental de su formación y de sus intereses desde que muy pequeño, se convirtió también en una posibilidad laboral. A finales de la década de los ochentas comenzó a colaborar con críticas de arte en la revista Oiga, y luego en otros medios. A partir del 96 se concentra en la curadoría, “un trabajo que se ha intensificado: en estas dos semanas estoy inaugurando tres muestras diferentes”, admite, no sin cierta culpabilidad de quien reconoce que aunque difícil, es también necesario descansar un poco de tan temerario renacentismo. Aunque sea un poquito.

La Pluma de la Esvástica

Cultural: Günter Grass sirvió al régimen nazi. No fue el único genio de las letras que lo hizo

Por Iván Thays

La reciente confesión de Günter Grass de haber pertenecido a las tropas de élite nazi han puesto otra vez sobre el tapete el tema de los autores notables que cayeron en lo que el propio Mussolini llamó “la tentación fascista”. Y aunque el caso no se puede extender a Grass, que perteneció al ejército nazi de adolescente y sin mayor incidencia, sí hay una lista de autores que tuvieron que pagar con el aislamiento su postura política. Aquí sus expedientes.

El expediente Hamsun
Cuando Adolf Hitler ascendió al poder, Hamsun tenía cerca de 80 años y ya había publicado toda su obra importante (su célebre novela Hambre se publicó en 1890) e incluso recibido el Premio Nobel en 1920. Por eso, un biógrafo suyo escribió: “hay quienes han querido acortar el largo maratón de su vida a una carrera nazi de cien metros”. Aquella carrera de cien metros hacia el aislamiento se inició en 1940, cuando el pro-nazi y antisemita Vidkun Quisling dio un golpe de estado. Hamsun no solo apoyó a Quisling sino que, estacionándose en la grada más baja de su vida, en un mitin de Joseph Goebbels ofreció regalarle a éste la medalla del premio. Tuvo también un encuentro en los Alpes austriacos con Hitler (reunión descrita inolvidablemente en la película Hamsun del sueco Jan Troell como un diálogo de sordos: Hansum le pegunta por el futuro de Noruega mientras Hitler se empeña en que le cuente cómo escribió La bendición de la tierra). Derrotado el régimen nazi en Noruega, se consideró a Hamsun senil y se le confinó a un sanatorio mental y a pagar una multa de 325.000 coronas noruegas, suma altísima que lo dejó en la ruina hasta el final de su vida.

El expediente Céline
Louis Ferdinand Céline publicó en 1932 su primera novela Viaje al fin de la noche. Desde entonces, tanto su lenguaje soez como su nihilismo se convirtieron en una marca personal, celinesca. Cuando en 1937 un grupo de empresarios judíos se negó a estrenar una obra suya, perpetró un panfleto antisemita titulado, con temible premonición, Bagatelas por una masacre. Con la ocupación alemana en Francia, Céline encontró eco para sus prejuicios. Declaró: “Personalmente encuentro a Hitler o a Mussolini, admirablemente magnánimos, infinitamente más a mi gusto, destacados pacifistas, en una palabra, dignos de 250 Premios Nobel”. En 1944, con la liberación de Francia, Céline huye hacia Dinamarca. Desde la clandestinidad, intentó defenderse canallescamente: “Los judíos deberían elevarme una estatua por el mal que no les hice y que tendría que haberles hecho”. Fue capturado en Copenhague y luego de 16 meses de prisión en la cárcel danesa (que él denunció como tortura) y un año más en Francia, se estableció en una casa rodeado de gatos y no quiso hablar más del asunto, aunque encontró defensores que sostuvieron que cuando atacó a los judíos no había ocurrido aún el genocidio. Como si el odio racial que cultivó Céline no hubiera sido el argumento, cuando no el insumo, que avaló el Holocausto.

El caso Pound
Convencido de que el gran enemigo del mundo occidental era la usura fomentada por el capitalismo, Pound se ofreció para advertir a los líderes del peligro. Pudo reunirse con Mussolini, pero Roosevelt lo ignoró. Iniciada la Segunda Guerra Mundial, lanzó desde Roma eufóricas transmisiones radiales, en las que pasó de atacar al capitalismo a insultos antisemitas, loas fascistas y exigencias a EE.UU. para que no ataque a Italia. Derrotado Mussolini, fue capturado en Pisa y encerrado en una jaula en la que debía estar expuesto en todo momento, incluso bajo la lluvia (para evitar “que se escape o se suicide”), y a la cual solo se le permitió ingresar un diccionario chino-inglés y el libro de Confucio que estaba traduciendo. “Soy la atracción de la feria”, dijo. Se salvó de la silla eléctrica al ser considerado “mentalmente incapaz” y lo encerraron en un sanatorio en Washington por 12 años. Cuando consiguió la libertad, viajó a Venecia, donde murió en 1972. Vivió los últimos diez años de su vida encerrado en otra cárcel: su terco voto de silencio.

El caso Heidegger
Martin Heidegger, uno de los filósofos alemanes más influyentes del siglo XX, accedió al rectorado de la Universidad de Friburgo en 1933. No era posible ser rector de una universidad alemana sin carnet del partido nazi, por lo que Heidegger lo obtuvo. Pero su opción política fue más allá del carnet. En su discurso de asunción al cargo dijo: “(…) El propio Führer, y sólo él, es la realidad alemana presente y futura y su ley. Aprended a saber cada vez con mayor profundidad: a partir de ahora cada cosa exige decisión y cada acto responsabilidad”. Pasado un año, renunció al cargo y luego pasó el resto de su vida tratando de minimizar su pasado nazi. Ante el antisemitismo tomó una actitud indiferente, sin participar pero sin oponerse, aunque esa indolencia afectara a su propio maestro, el filósofo judío Edmund Husserl, quien se vio prohibido de usar la Biblioteca de la Universidad de Friburgo que condujo por años. Incluso borró su dedicatoria en la primera página a Husserl de la segunda edición de El ser y el tiempo, aunque mantuvo una en la página 38. Heidegger rompió su silencio respecto al tema en los años sesentas en la revista Der Spiegel, donde no mostró arrepentimiento. Quienes lo conocieron aseguran que, más allá de la vergüenza de haber apoyado al nazismo, le remordía la conciencia el haber intentado convertirse, por ambición, en el Filósofo del nuevo orden que supuestamente iba a instaurar Hitler.

Las Furias del Parricidio

Policiales: Sentenciada por parricidio y acusada por su hermano de cometer actos impropios, Giuliana Llamoja escribe su testimonio ad portas de una performance en su honor.

Por Carlos Cabanillas

La tragedia de esta semana fue escrita en tres actos. El primero fue el protagonizado por Luis Augusto Llamoja, el hermano de 18 años que decidió interrumpir su silencio con la sonora insinuación de un incesto entre su hermana y su padre. Las figuras del incesto y del complejo de Electra, largamente manoseadas desde que la noticia manchó las primeras planas la mañana del 6 de marzo del 2005, pervirtieron la que en otro contexto no sería más que una candorosa declaración de amor filial: “Mi papá me conoce mejor que nadie. Me conoce desde el pelo hasta la punta de los pies. Estoy segura de que mi papá me adora y me ama”. La cita es de un trabajo académico de Giuliana, y fue presentada por Luis Augusto como prueba del desmedido amor que ella le profesa a su padre. También mostró una fotografía que dijo haber encontrado en la oficina de su padre. “No puedo asegurar que sea Giuliana” comentó al señalar la espalda de una mujer desnuda en la foto. Encima, el joven acusó a su padre de haber falsificado su firma en un documento que le permitió cobrar los S/. 50 mil por beneficios de orfandad, pensión y tiempo de servicio de María del Carmen Hilares, la madre. Luis Augusto ya había aclarado desde un principio sus intenciones: “He venido a decir la verdad y a defender a mi madre de acusaciones falsas”, explicó en el programa Prensa Libre.
El segundo acto de esta tragedia, propia de Esquilo, fue la esperada reacción del padre y defensor de la sentenciada Giuliana Llamoja, Luis Llamoja Flores. “Mi hijo tiene malas influencias”, aseguró enfáticamente. El cuestionado padre negó tres veces. Primero, la existencia de una relación impropia con su hija. Segundo, el haber cobrado los mentados 50 mil soles por seguro de orfandad. Tercero, la culpabilidad de su hija. “Mi hija es inocente”, remató el padre, quien apeló la sentencia de Giuliana Llamoja en su condición de abogado. Sin embargo, tampoco quiso que se le enfrente con su hijo.
El tercer acto está aún inconcluso. Empezó –como suele suceder en las tragedias de Esquilo– un día indeterminado. Alan Pool y Félix Méndez, amigos de Giuliana Llamoja, decidieron tomar por asalto el Mercado Central con los poemas de la acusada. “Le hablamos a un montón de carne muerta de animal, y utilizamos los cuchillos del mercado para representar esta tragedia”, cuenta Alan. Sus intervenciones a favor de Giuliana se sucedieron una tras otra con declamaciones de poemas, proyecciones multimedia, stand-up comedy y una variada gama de disciplinas de interacción entre el interventor y su público. El lugar era escogido casi al azar. La fecha, también. Pero para el evento de las 7:30 p.m. del jueves 31 de agosto del 2006, nada había sido dejado a la fortuna. Una pantalla de plasma, un proyector, dos micrófonos, disfraces y una computadora a disposición del auditorio. El evento estaba programado con varios días de anticipación. La Dirección de Cultura de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP) decidió darles el sí. El Centro de Convenciones “Auditorio Madre de Dios”, ubicado en la Av. Petit Thouars 116, en el Cercado de Lima “tenía el agrado de invitar a la comunidad limeña, en general, a participar de la presentación de la intervención”, decía el comunicado propalado. Los afiches con un llamativo “Liberemos a Giuliana Llamoja” fueron preparados, pero conforme la convocatoria empezó a crecer el centro de estudios fue preocupándose por el rebote noticioso. La propuesta de intervención seguía en pie bajo una condición: que el evento dejase de llamarse “Liberemos a Giuliana Llamoja” para ser simplemente “Giuliana”. Los muchachos aceptaron, y además se lo comunicaron a la propia Giuliana Llamoja. Ella, consciente de su protagonismo mediático durante la semana, decidió participar para limpiar su imagen.
El tema del incesto, según Alan Pool, no la sorprendió. Ya los psiquiatras Melva Pino, María Salazar y Víctor Guzmán, quienes le realizaron pruebas en mayo del año pasado, habían determinado que sufre del “Complejo de Electra”. El mentado complejo fue acuñado por Carl Jung para designar a la contraparte femenina del complejo de Edipo de Sigmund Freud. La patología consiste en una fijación afectiva de la hija por la figura paterna, mas no sugiere ninguna clase de homicidio. La mitológica Electra quizás podría ser acusada de autora intelectual del crimen de su madre, mas no de asesinato, pues sólo azuzó a su hermano Orestes para que le diera muerte junto a su amante Egisto, asesino del padre de ambos.
Asimismo, los psiquiatras señalaron que la personalidad de Giuliana es histriónica y con rasgos disociales, imposibilitando que asuma el asesinato al justificar el crimen evadiendo la realidad. El psiquiatra Luis Morales, opinando sobre el complejo de Electra, ya ha asegurado que éste “no desencadena en un asesinato”, pues “debe haber antes un comportamiento violento de parte de la madre”. Y el reconocido psiquiatra Mariano Querol, a días del sonado caso (ver CARETAS 1864), sostuvo que los poemas de la Llamoja “presentan componentes paradójicos relacionados con el amor-odio. La madre quiere a la hija, pero la tortura y violenta. De igual manera, la hija quiere a la madre pero la tortura”.
Giuliana decidió ignorar el tema del incesto, pero sí aceptó redactar un testimonio con su versión de los hechos para la intervención. Pero el futuro de la misma sigue siendo ambiguo, pues la UTP ya decidió cancelar el evento. A la fecha de cierre, el evento no tiene plaza fija, pero “se realizará así sea en la calle frente a la UTP” responde Félix Méndez. “Como en toda intervención, no sabemos lo que va a pasar”, acota Alan, quien anunciará el lugar exacto de la intervención a través de su blog (www.liberemosagiulianallamoja.blogspot.com). El evento, según ellos, se realizará sí o sí.


De Puño y Letra

Giuliana Llamoja cuenta su verdad con un arma franca: la pluma

Este día es muy importante. Cada día lo es, pero éste es especial. Es de noche. Pasé muchas noches en mi vida. Algunas fueron interesantes, divertidas o aburridas. Otras, en especial una, la del 5 de marzo del 2005, fue la más dolorosa y triste de mi vida. Esa noche mi mamá falleció en un confuso incidente que hasta hoy me cuesta entender. Es de noche. Ustedes están aquí y yo estoy presa, pensando en ustedes y presente en cada una de sus voluntades. Esta noche es especial porque sé que están conmigo.
Nadie sabe cómo es una cárcel. No es lo mismo la justicia para una persona que la observa de lejos que para una que vive en prisión. Hay tantas injusticias en la vida. La misma vida a veces es tan injusta. ¿Saben cuánto dolor se almacena en un espacio de 3 x 5? ¿Lo saben? Yo sí, yo se los grito. Nosotras dormimos entre rejas, alejadas de nuestra familia injusta o justamente. Hay que atravesar 5 rejas para llegar a nuestra celda, que para colmo está hacinada, al igual que el penal. A veces siento tantas ganas de llorar. ¿Nadie ha sufrido viendo a una persona en la cárcel? Tal vez por un familiar. Pero por una persona ajena no creo que se atreva, porque al igual que ustedes yo nunca antes me atreví. Me sigue entristeciendo ver a tantas mujeres encerradas. No es su culpa, ¿entonces de quién? Por qué en lugar de decir “hay que lincharla, es una asesina, ha matado a su madre…” no se preguntan “¿de verdad mató a su mamá? ¿Fue un homicidio? ¿Qué pasó? ¿Tendría que estar en un manicomio y no en una cárcel?”. Mejor preguntarse qué fue lo que ocurrió antes de eso. Sería bueno que le dediquen aunque sea unos momentos a pensar en las circunstancias y buscar respuestas. Pero no se esfuerzan en nada y les da flojera pensar, y se encierran en un vulgar titular.
¿Se han preguntado por qué tenía un espejo o por qué me probaba ropa? Era porque tenía planeado salir. Sin embargo, mi amiga no llegó. Y esa noche de diversión se terminó convirtiendo en el drama que me tocó vivir. ¿Quién cogió el cuchillo? ¿Quién lo lanzó? ¿Quién insultó? ¿Acaso busqué que mi madre cogiera ese cuchillo? ¿Busqué que mi madre llegase de la casa de mi tía, donde había intrigado en mi contra diciéndole que me cachetee porque tenía que aprender a respetar? ¿Busqué que mi madre se descontrolara y me lanzara ese adorno por la cabeza, y que me lanzara 2 cuchillos en la cocina?
Me hirió la mano y el codo. ¿Yo se lo pedí? Si cogí ese cuchillo fue por la misma desesperación. Necesitaba que ella soltara el suyo. ¿Busqué que la luz se apagara? No…
Yo sólo sentía, en medio de toda esa oscuridad, un miedo que no pude superar. Sólo sentía que algo estaba sobre mí. Sólo me movía. Mi mamá seguramente sintió lo mismo. Pero en ese momento todo fue tan confuso. Ni mi madre ni yo pudimos controlar esa situación, porque superó nuestras voluntades. Yo lo viví, y el dolor que siento late en mi corazón. Cualquiera de las 2 pudo haber muerto. Si ahora mi madre estuviera presa yo la hubiera perdonado. Y estaría a su lado.
¿No se han puesto a pensar lo que yo siento? Yo creo que sí, y por eso están aquí. Hoy es una noche especial porque están aquí, y yo en cada una de sus voluntades”.

Sunday, August 27, 2006

DECLARACIÓN DE ALFREDO BRYCE ECHENIQUE

En días pasados una persona cuyo nombre prefiero no recordar me ha denunciado por un presunto plagio que yo habría cometido en perjuicio de una obra inédita suya al escribir mi artículo "La educación en ruinas", publicado en El Comercio el 25 de junio último.
En primer lugar, debo negar enfáticamente esta infame acusación. Francamente creo que quien hoy me difama sufre de algún extraño complejo que lo lleva a intentar clavarle un puñal en la espalda a quienes dice son sus mejores amigos. Así, en 1998, publicó una obra infame contra Mario Vargas LLosa, titulada VARGAS LLOSA, TAL CUAL, en la cual, tras una muy afectuosa dedicatoria, procede a la más ruin serie de acusaciones contra nuestro gran novelista. El libro cayó en saco roto y el pobre difamador no obtuvo la notoriedad que sin duda buscaba.
Pocos años después, la misma persona perpetra una nueva infamia y lanza una difamación en contra de quien, en rueda de prensa recién dada en Lima, esta misma semana, no duda en calificar de "hermano". El afán de notoriedad de esta persona ha llegado a los más grotescos extremos y esta vez el puñal en la espalda me toca a mí.
Debo dar a conocer que esa persona, con la que mantuve una relación amical, solía enviarme manuscritos suyos solicitando mi opinión. Uno de esos manuscritos es hoy objeto de un aparatoso lanzamiento editorial que coincide curiosamente con su denuncia. El escándalo es el camino elegido por mi acusador para lanzarse en pos de la notoriedad que, como decía, tanto ansía pues, como pueden ver, para alcanzarla no ha dudado en pretender enlodarme. A esto, lamentablemente, se reduce todo.
Creo tener un estilo literario lo suficientemente propio como para que cualquier lector atento aprecie si hubo o no plagio textual, como irresponsablemente se ha afirmado. He publicado 24 libros entre novelas, crónicas, cuentos, ensayos, memorias y compilaciones de artículos de opinión, prueba más que suficiente de que puedo escribir por mí mismo.
Mi acusador señala que el 73.5% de la extensión de mi artículo es plagio textual de su obra inédita. Esta afirmación es absurda pues, como cualquiera puede constatar, más del 60% de mi artículo está compuesto de citas textuales y referencias a obras de connotados intelectuales que se han ocupado de estudiar la problemática de la educación en el Perú y el 40% restante es de mi cosecha.Finalmente, no me queda sino advertir a la comunidad intelectual, en especial a mis colegas escritores, que se abstenga de citar a Garcilaso de la Vega, Jorge Basadre, Mario Vargas Llosa y León Trahtemberg pues, al parecer, mi acusador los considera de su propiedad.

Barcelona, 21 de Julio de 2006
Alfredo Bryce Echenique

(aparecido en el diario El Comercio)

Thursday, August 24, 2006

El Señor de los Colmillos

Un Sionista Antisemita

Por José B. Adolph

Durante mi ya larga biografía he sido acusado simultáneamente por algunos de "sionista" y por otros de "antisemita" (*). Lo primero, por defender la existencia en paz y seguridad de Israel y lo segundo por defender a los palestinos árabes que, desde que existe Israel, han reclamado un segundo Estado árabe-palestino (el primero, el Reino Hashemita de Transjordania, hoy Jordania, fue inventado por el colonialismo británico en 1922 sobre la mitad de Palestina).
Hoy me toca defender, otra vez, la existencia de Israel. Impopularmente, porque a diferencia del antisemitismo antiguo –que era religioso o de derecha– el de hoy incluye a vastos sectores de "izquierda" o "progresistas". Estos prefieren apoyar lo más oscurantista, política y religiosamente, del mundo árabe y musulmán. Como si los librepensadores hubiesen apoyado a la Inquisición católica. Incluyendo hoy a muchas mujeres, hasta feministas, que parecen preferir la burkha de los talibanes a los shorts de las judías.
Los comunistas eran antisionistas: consideraban que el "problema" judío sería resuelto automáticamente por la revolución, tal como la discriminación femenina. El sionismo (el nacionalismo judío), como el feminismo, eran desviaciones burguesas (**).
Mi problema es que la (pésima) conducción por parte de Israel de esta batalla contra el permanente terrorismo de Hizbolá, Hamas y otros esté reforzando la falsa idea de que estas organizaciones sólo quieren "liberar" los "territorios ocupados" (otro tema es porqué estaban ocupados), cuando para ellos todo Israel es territorio ocupado. No lo digo yo, lo dicen ellos mismos. Y ahora ya están incluyendo a Andalucía (al-Andalus), entre otros. Si cae Israel, digo, es un decir –parafraseando a Vallejo– muchos españoles de izquierdas y del resto del mundo tendrán que repensar las cosas. Pero para Israel será demasiado tarde.

(*) Término absurdo porque los árabes, mis queridos primos, también son semitas.
(**) Concuerdo en esto con Vargas Llosa: no me gustan los nacionalismos, lo que no significa desamor a la tierra de uno.

Buenas Intenciones

Roxana Crisólogo acaba de publicar Ludy D, poemario cuyos versos giran en torno a una mujer de origen migrante que se adhiere a un movimiento terrorista a mediados de los años 80. Aunque el tema podría servir para recrear una época que marcó un antes y un después en el devenir político y social del país, las imágenes utilizadas por la autora no logran penetrar en la sensibilidad del lector, corriendo el riesgo de caer en el olvido al poco tiempo de concluir el libro. Pienso en esos "ramajes graves y densos" que Martín Adán contempló en La Casa de Cartón y que luego, cincuenta años más tarde, reaparecieron para acechar a Luis Hernández en las páginas de Vox Horrísona, y en cómo algunas imágenes persisten en las conversaciones que los poetas mantienen a través del tiempo; y en cómo otras, menos afortunadas, sólo sirven para seguir enterrando a los muertos. Sin importar lo buenas o justas que sean sus intenciones. (Francisco Melgar)

El Escritor Aparente

Rescatan poemario inédito de Gastón Fernández, desconocido y genial

Por Maribel de Paz

¿Quién es Gastón Fernández? La pregunta se repite en las únicas dos publicaciones sobre este escritor peruano muerto hace una década pero desaparecido desde siempre, la última de las cuales acaba de salir al mercado en edición numerada, reuniendo su poemario inédito Breviario Aparente y con portada blanca imperceptible, como el mismo Fernández lo ha venido siendo para el mundillo literario peruano.
"¿Son cien poemas, son cien estancias o es un solo poema que corre a lo largo de todo un libro?", se pregunta Renato Gómez, editor de este libro al que califica como una especie de diálogo religioso que cuestiona la condición humana. "En la poesía el espacio dice, y el espacio dice en este libro aún más, porque es un libro que busca desaparecer, que está buscando el silencio, el vacío, el no estar de algún modo, el no ser", añade.
¿Quién es Gastón Fernández? Se puede responder que fue un niño que nació en la Lima del año 40, que quiso ser sacerdote hasta que lo consideró una farsa, que estudió letras y después derecho, que quiso ser diplomático pero que no encontró alrededor de ninguna de estas opciones lo que andaba buscando: “la verdad”. Que se fue hasta Bélgica a fines de los sesenta y ahí la siguió buscando. Que se diplomó en historia del arte en la Universidad de Lovaina, en Bruselas, en el año 73, cuando tenía la edad de Cristo pero, a diferencia de este, con la fe puesta en su propio futuro literario. Que fue guía de museo y catedrático, que al final de sus años se interesó por la cultura oriental, que escribió varios libros de ensayos publicados en francés y ninguno traducido al español. Que en ellos decía creer en "el fin de la historia del arte", como para rematar el anuncio hecho por Fukuyama cuatro años antes sobre el fin de la historia y el último hombre. Que murió de cáncer convencido de que él mismo se lo estaba causando de tanto darle vuelta a sus ideas.
"Gastón es un fantasma y su literatura es abstracta", dice José Ignacio Padilla, quien anteriormente compiló la narrativa completa de Fernández y parte de su correspondencia. "Sus cuentos son como una película experimental", agrega Padilla y recuerda que Fernández consideraba que los lectores peruanos eran lectores del siglo XIX y por eso les gustaba Bryce Echenique o Vargas Llosa. "Tiene momentos en que es totalmente racionalista, abstracto, pero tiene momentos en que se baja al cuerpo, a todo tipo de pasiones fuertes", concluye.
¿Quién es Gastón Fernández? La pregunta se puede repetir una vez más, y también responder que fue el escritor que decía haber leído su primer libro a los 23 años aunque su hermana lo recuerde leyendo a Salgari desde niño. Que se sabía genial cuando en Bruselas, en medio de su "desorden ideal", se dedicaba a redactar sus historias que casi nadie acogía en Perú, peleándose desde allá con los editores de las revistas literarias en Lima. Que se sintió fuertemente influenciado por Kierkegaard y se autocalificaba de escritor "de vanguardia". Que escribía textos complejos donde la anécdota cedía paso a amplias descripciones de percepciones físicas y emotivas. Que creía vivir en "un universo de pensamiento abstracto y de estudio solitario", y que se separó de su mujer, Dominique, porque necesitaba más tiempo para leer. Que no sabía lo que era ser feliz porque nunca había buscado la felicidad. "La libertad del espíritu me parece el primer valor individual. Y yo soy suficientemente atormentado, apasionado, y lúcido como para satisfacerme de ese goce. Prefiero la paz del alma y la serenidad a la euforia", le escribió a su hermana Mariana en abril de 1994. También, se puede decir que el poeta terminó muriendo para darle la contra al destino y al hombre que le leyó la mano en la India y le prometió vida hasta el 2017. Gastón Fernández murió en 1997, veinte años y muchas lecturas antes de lo previsto.


Se ha dicho: miro de preferencia
en las pantallas allá donde se
mira de ordinario el centro, la
totalidad

yo
las esquinas. Los muertos donde

tiene lugar
la maravilla*

*Extracto de Breviario Aparente.



Instrucciones Para Volver Del Olvido

La estrategia de Fernández para entregarnos sus versos

Primer paso: Conocer en la primavera del año 63 en el coro de la Asociación de Artistas Aficionados a una joven tímida llamada Enriqueta Beleván, que más tarde se haría poeta promisoria a fines de los setenta. Impresionarla con un hablar conciso y hacerse su amigo. Viajar a Bélgica y olvidarse de ella.
Segundo paso: Recibir por correo en Bruselas, en el año 84, un paquete de libros y revistas, entre ellas una CARETAS donde se anunciaba el segundo poemario de Enriqueta, Poemas de la bella pájara hornera, con foto que la escritora se dejó tomar después de que Doris Gibson la llamara personalmente para pedírselo.
Tercer paso: Enviarle a Enriqueta en diez entregas, con diez días de por medio, diez sobres de manila tamaño oficio con diez poemas en cada uno, numerados y en desorden. Sobres que, además de incluir poemas y destinatario, solo indiquen el remitente, sin nota alguna después de una desaparición de dos décadas. Solo en el último envío, una dedicatoria. Volver al olvido en algún cajón de la casa de Enriqueta.
Cuarto paso: Ser descubierto en el año 2002 por José Ignacio Padilla, joven director de la revista More Ferarum, para que este compile sus relatos y los entregue al público. Pasar desapercibido una vez más. Ser rescatado de los cajones de Enriqueta por el joven poeta y editor Renato Gómez para que este invierta sus ahorros en la publicación del Breviario Aparente en agosto de 2006.
Quinto paso: Aparecer en esta nota en CARETAS.

Friday, August 18, 2006

Oliva / Juan Vega: ¿una generación atropellada?

Por Róger Santiváñez

Te amo pero estoy solo, con este hermoso y contradictorio verso de Dylan Thomas que Juan Vega transcribió en uno de sus poemas, queremos iniciar una breve reflexión sobre la generación de poetas surgidos circa 1990. Y es que no puede ser que 2 de sus más connotados miembros nos hayan dejado aquí "en este valle de lágrimas a donde nunca pedimos que nos trajeran". Pero ya nos trajeron. E igualito nos iremos. Carlos Oliva y Juan Vega sólo se nos han adelantado. 2 neones.
Esta nota debió ser una crónica sobre la romería-recital que el grupo de amigos de lo que fue el Movimiento Neón organizó el pasado 24 de enero, conmemorando el segundo aniversario del pase a la gloria de Carlos Oliva, poeta maldito trágicamente muerto arrollado por su radical vida nocturna (y una combi) en la avenida Caquetá de Lima.
Debía ser eso. Pero ya no. Ahora debe ser un intento de homenaje. Aquella tarde crepuscular en el camposanto de Los Sauces -allí donde termina la ciudad por ese extremo- Juan Vega hizo uso de la palabra para recordar a Oliva y la lucha poética de los 90´s. Neón -dijo- quiso ser esa luz, esa pequeña luz que nos alumbrara entre la inmensa oscuridad que reinaba en el Perú a principios de esta década.
Sencillamente pero con profunda significación la frase conmovió a los presentes instándolos a estar con Oliva brindando una "Primera" (ese potente licor de caña del norte) y rociar su blanca y pura morada, para calmar en algo su angustiada estadía en la otra orilla.
Al caer la noche volvimos a la ciudad. Juan Vega nuevamente estaba organizando una coordinación poética entre todos los poetas jóvenes para un evento que fusionara las artes, y pusiera en evidencia la novísima creación generacional de los 90´s. Mas llegó el extraño día del 31 de enero. Por la noche asistió a la presentación de Killka Blues en el centro de Lima. Estaba alegre y locuaz. Luego se le ve con sus alcohólicos ojos celebrando por las aceras y bodegas de la calle más sucia y carismática de La Horrible: el jirón Quilca. A las 11:30 pm se despide persona por persona de todos sus amigos presentes. Y va hacia la avenida Wilson.
Hay testimonios de su dificultad -bajo el estado bohemio- para cruzar autopistas y avenidas de tráfico flagrante. Ahora Juan Vega llega casi a la esquina de Wilson y La Colmena. Atraviesa la aglomeración automovilística del primer carril y se enfrenta solo a la avenida ahíta del caos y el clamor urbano. Un auto -fugaz y desconocido- estrella al joven poeta contra el pavimento. Su risa fácil y contagiante, su fina figura claramente morena; sus lentes de carey anti-intelectual yacen heridos difíciles bajo la noche. Llega aún con vida al hospital Loayza mas su corazón ya no resiste. Deja de latir al borde de la medianoche.
Perplejos ante la noticia, hemos llegado hasta el lugar de los hechos a la vera del "Mokambo" un viejo y poco prestigiado night-club cuyo frontis ostenta una rara divinidad pagana trabajada en metal.
2 atropellados. 2 neones. 2 poetas jóvenes. Qué pasa. Entonces uno piensa en una generación arrasada, en el sentido de golpeada, oprimida por la dureza del sistema. Alargando (como un chicle) la figura podríamos decir que esta sociedad al ofrecer poco o nada a los jóvenes los lleva a una búsqueda de la muerte -pero no directa, sino diagonalmente-. O sea: la propuesta de un desorden de los sentidos que autodestructivamernte coquetea con la Parca. "La Fulera" como hubiera dicho Oliva. Esa vida en el riesgo permanente en la que también estaba (a su manera) Juan Vega. Y a veces liga. Sin querer queriendo.
Esa desolación, esa desesperanza, esa nada que nos parece englobar, de hecho nos reune finalizando el siglo y el milenio, cuando ya nadie cree en nadie. Pero si es cierto que siempre la noche más oscura es preludio del amanecer más puro; que los 2 neones y en este caso Juan Vega, sea ese lucero prístino que logre reconciliarnos con la vida.

Lima, la Pacha, febrero 96.

Thursday, August 17, 2006

Enrique Congrains Martin: "Creo en el poder de las ideas"

Entrevista de Paolo de Lima

Después de cincuenta años de abstención literaria, una brevísima novela-objeto, y dos novelas de largo aliento. Y a partir de ahora, ¿el enmudecimiento definitivo?
No será así. Por lo menos tengo el esquema de cuatro novelas más. Gozo de buena salud, y me gustaría que esas obras "en mente" no se queden allí, sino que se sometan al juicio de la crítica y de los lectores.

Una de las primeras cosas que llama la atención de El narrador de historias es precisamente el tipo de narrador que tiene a su cargo la historia: un narrador que constantemente está hablándole al lector. ¿Por qué eligió para su novela este tipo de narrador?
No creo que haya sido algo premeditado. En los primeros borradores apareció ese testigo o ese "ojo", me gustó, y lo exploté a lo largo de la novela. Creo que ha funcionado.

En una entrevista que le hace el crítico Wolfgang Luchting en su libro Escritores peruanos, qué piensan, qué dicen le pregunta por una interpretación que él hace de su novela No una, sino muchas muertes como una alegoría revolucionaria, interpretación que Ud. comparte. Esta segunda novela suya, El narrador de historias, ¿puede verse también como una alegoría revolucionaria?
Sí y no. Yo sostengo que el verdadero tema, aunque oculto desde luego, de No una, sino muchas muertes es la lucha por el poder (Maruja lucha por hacerse del poder de esa banda de los extramuros). En El Narrador por supuesto que hay una alegoría revolucionaria, sobre todo encarnada en Nanda Sepúlveda, pero la novela abarca muchos más temas, como el filosófico, y como el destino del propio personaje Cayetano Cómpanis, que en el transcurso de la novela deja la narrativa oral por dedicarse a ser como una especie de Ignacio Ramonet, el director de Le Monde Diplomatique.

El narrador de historias cuenta con tres finales, dos anexos y dos secciones (a modo de lentes de aumento y anticipación) con información adicional. Lo último que se lee en la novela dice, dirigiéndose a los lectores: "No insistan, esto se acabó, comprueben que la página que sigue a ésta es una página en blanco, y retomen el consejo que di una hora atrás: cierren este libro y abran otro, y no olviden que el portugués [Saramago] es bueno, muy bueno. Y si no les gusta leer, jódanse ustedes mismos, pero por lo menos hagan la prueba de empezar a pensar a partir de cero, y si tampoco aceptan esta propuesta, les doy una mucho más simple: por más fortalecida que les llegue esta religión o aquella ideología, nunca más en sus vidas se dejen meter el dedo a la boca ni lavar el cerebro". Sin embargo, el verdadero final del libro es un "the end". ¿Por qué ese final en inglés?
En primer lugar, tanto "the end" como "okey", y algunas más ya no pertenecen estrictamente al inglés sino a un esperanto universal. En segundo lugar, en todo El Narrador me tomo ene cantidad de libertades, y ese "the end" es la última. También "the end" es tanto parte del inglés y de un idioma universal, pero también lo es del lenguaje cinematográfico. De repente quise decir un "se acabó la película". Una última razón: había abusado mucho de la palabra "fin", y me pareció conveniente burlarme de mí mismo, de los lectores, y de la propia novela, con ese cambio de matriz linguística.

Maruja, la protagonista de su primera novela, tiene la misma edad (17 años) que Cecilia Barboza, la chica argentina que junto a su enamorado Fernando Arias, ayudan a conjeturar a Cayetano Cómpanis sobre lo que venía ocurriendo en el Protectorado. ¿A qué se debe esa coincidencia en las edades?
Ahora que leo la pregunta caigo en cuenta de la coincidencia. La explicación sería que, en mi opinión, es la edad en que muchas mujeres se escapan de la adolescencia y asumen su libertad. En el caso de los hombre se retrasa un par de años.

En la novela aparece mencionada varias veces Canto de sirena de Gregorio Martínez. A propósito de este autor, ¿tuvo Ud. algún tipo de acercamiento con el grupo Narración? ¿Alguna opinión sobre el mismo?
Hace muy poco tiempo, y a través de mi correspondencia con Gregorio Martínez supe de la existencia de ese grupo. Pero cuando existió yo debo haber estado viviendo en Venezuela o tal vez en Colombia. Con Gregorio tengo una magnífica amistad epistolar, pero nunca hemos estado frente a frente.

Durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry Ud. colaboró "activamente en la realización de las expropiaciones bancarias que efectuaron, coordinadamente, varios partidos y grupos de la izquierda revolucionaria" (declaraciones suyas a Luchting). Cuénteme un poco sobre esta experiencia.
Sí, en efecto, allá por el año 65 varios grupos de izquierda nos unimos, se decidió hacer una expropiación, y yo colaboré en el traslado de armas. Lamentablemente no me asignaron mayor responsabilidad que la ya mencionada. Estuve varios meses detenido en la carceleta del Palacio de Justicia y después en el Hospital Obrero, el que queda en la Av. Grau. No me arrepiento de lo que hicimos. De esa época guardo recuerdos y admiración por Ricartdo Letts, por Ricardo Napurí, y por José Fonkén. En honor a la verdad histórica, debo mencionar que no hubo participación ni de Ismael Frías ni de lo que después sería Sendero Luminoso, aunque sí recuerdo claramente que ya por entonces se hablaba no de los "terrucos" sino de los "terrones". Nunca he averiguado si se aludía a lo mismo.

Sus últimos libros no tienen como base la temática peruana.
Mis tres primeros libros fueron hechura de un pichón de escritor que nunca había salido de Lima, y que inclusive conocía poco del Perú andino y amazónico. Después de mis veinticuatro años he vivido fuera del Perú la mayor parte del tiempo. Tengo una visión muy latinoamericana y, hasta diría, mundial.

¿Cómo escribe usted?
Como todo el mundo lo hace ahora, o sea en Microsoft Word y computadora. Según sea el texto o el tono, puedo pulir cada párrafo antes de pasar al siguiente, o bien puedo escribir decenas de páginas de corrido sin preocuparme del "acabado". Pero de una u otra forma, siempre empleo más tiempo en corregir y recorregir, que en lo que fue la redacción inicial.

¿Algunas otras particularidades?
Sí, me gusta diseñar mis portadas. Durante toda la redacción de 999 Palabras Para el Planeta Tierra, frente a mí vista tenía una gigantografía con la portada. Dicha "visualización" del libro supuestamente terminado me ayudó mucho. La portada de El Narrador de Historias también es diseño mío.

Entre El Narrador de Historias y 999 Palabras Para el Planeta Tierra, ¿con cuál se queda o por cuál apuesta?
Con 999 Palabras. Aparte de tener un argumento más original, es una obra que asume mayores riesgos. Es una obra muy pedagógica, muy incitadora del autodidactismo, y de la curiosidad intelectual y científica. Espero que una de las conclusiones que se saquen de su lectura es que el país de cada ser humano es el mundo. Una última acotación: siendo una novela tremendamente seria, creo que es muy divertida, pero no en el sentido de que sirva para olvidarse de la realidad, sino para ver esa realidad con humor, ironía y sarcasmo.

¿Por qué dice que en 999 Palabras Para el Planeta Tierra asume mayores riesgos?
En esta nueva novela no hay protagonista, no hay "héroe", no hay ni amor ni sexo. En realidad, no se parece en nada a El Narrador, salvo una que otra obsesión muy mía, y muy de esta nueva etapa, como la presencia del periódico y del comentario periodístico.

¿Cuál es su proyecto más inmediato?
Conseguir un agente literario que me represente. Eso deberá quedar resuelto en este año.

¿Por qué eligió Bolivia como país de residencia?
Por razones familiares. Mi esposa es cochabambina. Nos conocimos en Venezuela, y después vivimos quince o más años en diversos países latinoamericanos. Finalmente, decidimos asentarnos en su tierra.

¿Se ha sentido un poco enclaustrado viviendo en Bolivia?
Para nada. Bolivia es bastante cosmopolita, y ahora con internet y con la televisión por cable, en cualquier lugar uno se siente habitante del mundo.

¿Viaja con frecuencia al Perú?
Hasta hace un par de años, sí, y por razones editoriales, pero no literarias. Hace como un año largo que no voy.

En el distrito de Santa Anita, en Lima, existe una calle que lleva su nombre.
Se trata de algo surrealista. En realidad, la culpa es mía por haber hecho un paréntesis de 50 años en cuanto a publicar. Deben haber supuesto que ya estaba fuera de este mundo.

El próximo año cumplirá los 75.
Así es. Y aunque es evidente que no me siento joven, tampoco me siento viejo, en el sentido que el tener setentaicuatro años me esté privando de alguno de los placeres o responsabilidades de la vida. Creo que la ancianidad es un estado mental. También creo que el trabajo es uno de los mejores antídotos contra el paso de los años.

¿Con qué escritor le gustaría conversar largas horas?
Con José Saramago.

¿Usted es el tradicional escritor o intelectual bohemio?
Ni bohemio ni noctámbulo. No bebo ni fumo. Mi mayor vicio y uno de mis mayores placeres es la lectura. En ese sentido, soy un lector voraz.

¿Es cierto que usted pinta?
Sí, hago pintura abstracta con acuarela o con técnicas mixtas y también esculturas en madera y en metal vaciado. Me encantaría exponer en Lima.

¿Qué cosas son las que mayormente le preocupan?
En lo más inmediato, la carnicería que a vista y paciencia de todo el mundo está cometiendo Israel en el Líbano. En mi opinión, no es otra cosa que la extensión de la guerra y ocupación de Irak. Creo que los Estados Unidos están provocando al mundo islámico, y que existe el riesgo de que esto sea el germen de una tercera guerra mundial. En lo cultural, me preocupa muchísimo cómo la juventud se frivoliza cada vez más: la televisión anestésica, los juegos electrónicos, el chateo intrascendente. Creo que nos espera menor número de lectores, pero eso sí, mejores lectores. Todo lo referente a la educación también es muy preocupante. En las nuevas potencias asiáticas, cada vez se estudia más horas y con mejor rendimiento académico. En China estudian diez horas diarias. En todo el oriente, se toma con mucha mayor seriedad la formación.

¿En qué cree usted?
En el poder de las ideas. En el potencial, lamentablemente menospreciado, de la formación autodidáctica. Y en la absoluta igualdad de todos los seres humanos.

Wednesday, August 16, 2006

Autor critica pocos escritores dominaron debate cultural peruano

Lima, 16 ago (EFE).- El autor peruano Diego Trelles afirmó que "durante mucho tiempo hubo un grupo de escritores que dominaba e influía sobre los debates culturales" en su país y que, por ello, muchos colegas de su generación no pudieron surgir. En entrevista que publica hoy el rotativo "La República", Trelles, de 29 años, indicó que estos veteranos "generalmente hablaban bien de ellos" mismos y no daban "espacio" a las generaciones que les sucedían o a otros escritores fuera de su cofradía.
El autor de la novela "El círculo de los escritores asesinos", recientemente publicada en España y que mañana será presentada en Lima, también criticó a su compatriota Jaime Bayly por considerar que sus comentarios frecuentemente son de "un racismo feroz".
Trelles criticó Bayly, ganador del premio Herralde 1997 por la novela "La noche es virgen", por haber dicho que la gente de la sierra "no sabe votar porque no le llega el oxígeno a la cabeza".
Subrayó que "durante tiempo se hizo crítica en el Perú", pero que ésta "no la hicieron críticos literarios, sino estudiantes de literatura o periodismo".
El también autor de "Hudson, el redentor (y otros cuentos edificantes sobre el fracaso)", publicada en el 2001, recalcó que "era una manera muy irresponsable de hacer crítica y el acceso no era el indicado para todos".
Señaló que en su novela quiso "hablar un poco de literatura, de los amores y los horrores de alguna literatura, y no sólo en el Perú".
Trelles narra el asesinato del crítico literario García Ordóñez por parte de algún miembro del "Círculo", una pandilla de jóvenes escritores que rinden pleitesía al poeta peruano César Vallejo.
Subrayó que sus personajes "si bien viven de la literatura, están enfermos" de ella y en este sentido se explica "la profusión de citas" en su novela policial.
Recalcó que la víctima, García Ordoñez, "representa muchas cosas", como la cobardía, y cuando habla de este personaje se refiere "a la enfermedad de la literatura peruana en muchos aspectos, uno de ellos es el estado de la crítica". EFE

Tuesday, August 15, 2006

Contenidos

NAUTILUS 1 (JULIO 2004)

1- Palabras liminares.
2- Función política y autonomía estética en A la sombra de los bárbaros, de Eduardo Goligorsky, por Carlos Abraham.
3- La narrativa de ciencia ficción en Colombia, por Ricardo Burgos López.
4- La ciencia ficción y la literatura fantástica en Caras y Caretas (I).
5- Lovecraft: palabras humanas en torno a lo inefable, por Carlos Abraham.
6- Curricula.

NAUTILUS 2 (NOVIEMBRE 2004)

1- Palabras liminares.
2- Las utopías literarias argentinas en el período 1850-1950, por Carlos Abraham.
3- Entrevista a Juan Jacobo Bajarlía / Bibliografía de Juan Jacobo Bajarlía, por Carlos Abraham.
4- Una novela argentina de ciencia ficción de 1894, por Santiago Chervo.
5- La ciencia ficción y la literatura fantástica en Caras y Caretas (II).
6- Curricula.

NAUTILUS 3 (MARZO 2005)

1- Palabras liminares.
2- Hombres del Futuro: primera revista argentina de ciencia ficción, por Carlos Abraham.
3- Historia de la ciencia ficción en Chile, por Omar Vega y Moisés Hassón.
4- La ciencia ficción y la literatura fantástica en Caras y Caretas (III).
5- Curricula.

NAUTILUS 4 (JULIO 2005)

1- Palabras liminares.
2- La cábala en “La muerte y la brújula” de Jorge Luis Borges, por Carlos Abraham.
3- Dossier Ovidio Pracilio, por Carlos Abraham.
4- Oscar Giménez y el Salón de Lectura Fábula, por Christian Vallini.
5- La ciencia ficción y la literatura fantástica en Caras y Caretas (IV).
6- Curricula.

NAUTILUS 5 (NOVIEMBRE 2005)

1- Palabras liminares.
2- El tópico de la biblioteca en Verne, Lovecraft y Borges, por Carlos Abraham.
3- La ciencia ficción venezolana, por Jorge de Abreu.
4- La literatura fantástica venezolana, por Carlos Abraham.
5- Francisco Baltzer, el narrador oculto de Más Allá, por Christian Vallini.
6- Curricula.

NAUTILUS 6 (MARZO 2006)

1- Palabras liminares.
2- Un utopista argentino: Eduardo de Ezcurra, por Carlos Abraham.
3- Alberto Breccia, coleccionista, por Mariano Buscaglia.
4- La primera novela peruana de ciencia ficción, por Marcel Velázquez Castro.
5- Luis A. Morante (1772-1837), precursor de la literatura fantástica argentina, por Carlos Abraham.
6- Curricula.

Saturday, August 05, 2006

La columna del director

¿Habemus Niño?

Por Aldo Mariátegui

1) Ya la izquierda comienza su ofensiva, desesperada porque el APRA no le paró bola y Humala no existe. Las ONG antimineras están tratando de frustrar las negociaciones entre el Estado y los mineros, y ya tenemos un muerto en Cajamarca (me dicen que se vienen más movilizaciones antimineras en el sur). La CGTP anuncia una huelga en Serpost. Los constitucionalistas “progres” como Eguiguren quieren chamba y protagonismo, así que están impulsando la estupidez de volver a la Constitución del 79. De otro lado, los poetas amigos del “vate” Mirko Lauer van a traer al radical estadounidense Noam Chomsky a Lima para tratar de capturar la agenda político-cultural. Ya comienzan.
2) Cuando vi que el pasado 31 de julio amanecía soleado, llamé inmediatamente al mejor meteorólogo local, quien me dijo que había más de 50% de posibilidades de que tendremos un Niño. No sólo Lima tenía un invierno anormalmente benigno, sino que no había huracanes en el Caribe, caía una granizada gigante en Buenos Aires y se siente un calor anormalmente alto en el hemisferio norte (y ayer nevó fortísimo en … ¡Sudáfrica!) Llamé a varios agricultores, quienes me confirmaron que el clima estaba anormalmente cálido, que el espárrago estaba rebrotando prematuramente y los paltos floreándose anticipadamente. A un Niño se le debe enfrentar con obras y medidas tomadas con tiempo. Hay que reforzar los reservorios del norte para que aguanten lluvias fuertes, a la vez que cuidar como oro el agua de las lagunas de la sierra central y sur por la sequía. Para evitar racionamientos en Lima, desde ahora hay que hacer campañas para que la gente cuide este vital elemento e incluso se podría ir a cortes de dos a cuatro de la mañana para evitar que se pierda agua por las múltiples filtraciones de la red limeña. También facilitar la importación de pesticidas, porque si algo trae este fenómeno es multitud de plagas. Y obras de prevención por todos lados para evitar desbordes: Manrique (Agricultura), Rey (Produce, sector Pesca), Garrido Lecca (Construcción) y Del Castillo (PCM) van a ser los grandes actores del verano. A cruzar dedos y a esperar que si hay Niño, éste sea suavecito, como en 1992, no un monstruo como aquellos que nos asolaron en 1925, 1983 y 1998. Me dicen que el informe del NOOA del 10 de agosto próximo va a ser crucial (ver http://www.cpc.ncep.noaa.gov/products/analysis_monitoring/enso_advisory/translate.html). Lo que sí es una vergüenza es que tanto Imarpe como el Senamhi sean tan cobardes para decir la verdad. Si así van a hacer su trabajo, mejor los cerramos, nos ahorramos la plata y sólo nos guiamos gratis por el NOOA. Sólo espero que la Madre Naturaleza sea buena gente y aborte a este Niño.

Wednesday, August 02, 2006

Indice

NUDO BORROMEO Y OTROS POEMAS
PERDIDOS Y ENCONTRADOS......................................

EL QUE REGRESA..................................................................
RITO DE PURIFICACIÓN.....................................................
CRÓNICA...................................................................................
RELATO DE ODISEO............................................................
RELATO DE OTELO..............................................................
ADOLESCENTE QUE DESPIERTA..................................
CANCIÓN DE LA INGLESA................................................
ESCENA PRIMA.......................................................................
PAISAJE CON INFANTE.......................................................

TAROT

- EL PAPA EN LOS ROMPEOLAS........................................
- LA PAPISA EXALTADA.......................................................
- RUEDA DE LA FORTUNA..................................................
- EL COLGADO........................................................................

NUDO BORROMEO...............................................................

CATÁLOGOS

- 4 PROPOSICIONES PARA MAX REITHMAN...............
- ESBOZO DE UN RETRATO DE HERMANBRAUN....
- PARA LLEGAR A NAZCA...................................................
- PROCESIONES NEGRAS....................................................
- ESPACIO RECOBRADO................................................
- EL QUE ALBERGA DESIERTOS.......................................
- TRABALENGUAS PARA SILVIA WESTPHALEN........

CON UNA CAMIONETA LLENA DE
CHICOS SOÑOLIENTOS......................................................

AQUEL BELLO PARIENTE DE LOS PÁJAROS...............

NUDO BORROMEO Y OTROS POEMAS PERDIDOS Y ENCONTRADOS

Perder un poema no es una catástrofe mayor, como perder a un ser querido, por ejemplo, pero suele frustrar los proyectos que dependían de ese poema, y la línea creativa que planteaba se interrumpe, y a veces no vuelve a resurgir. Los poemas perdidos raramente se vuelven a rehacer, y cuando se rehacen nunca quedan como antes, como no se queda igual después de un accidente. Pero así como un poeta suele perder uno que otro poema a lo largo de su vida creativa, también suele recuperar alguno que creía perdido para siempre, y esto compensa en algo los poemas perdidos, porque rescatarlos de las negruras del olvido es algo que procura una intensa satisfacción, según me cuentan todos los que hemos pasado por trance similar. Esto forma parte de la vida de un poeta, y todos podemos contar nuestros propios cuentos de aparecidos y desaparecidos, de hallazgos y extravios, de ausencias y retardos...
No es lo mismo un poema perdido que un poema quemado en una hoguera, o roto en mil pedazos como un espejo, o arrojado a una acequia o a un WC por el propio poeta. Los que uno destruye y aniquila son borradores, ensayos fallidos, pruebas puntuales que constituyen parte del aprendizaje del oficio, y que han sido sometidas a un control de calidad que no han superado: son los poemas desechados por malos, defectuosos, irrecuperables, los versos intransitables, destemplados y cojos de los que no se puede sacar nada, en consecuencia uno los quema y los olvida lo más antes posible. Algunos colegas míos –Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza, César Calvo- solían guardarse los mejores versos de un poema desechado, para ver cómo lo acomodaban en alguno que otro poema porque esos "se salvaban" del naufragio del barco, y de repente las mismas viejas metáforas amorosas aparecían en un nuevo poema de corte social, como una mancha incongruente en la pared azul, de un matiz equívoco, que observada de cerca parecía un retoque fotográfico. Yo mas bien prefería olvidar estos versos infortunados, estas semillas que no fructificaron y tratarlos como a humus fecundante que me nutre, como un colchón de olvido que bulle en mi inconsciente, por decirlo de alguna manera.
Pero los poemas que se pierden una vez terminados son otra cosa, representan la parte aleatoria y peligrosa del oficio de poeta: es más fácil perder una hoja de papel con un poema que un lienzo enmarcado en un bastidor, o una escultura en yeso de París, es evidente. Los pintores y escultores casi nunca pierden una obra, las rompen, las rasguñan, se las roban, pero no las pierden y los poetas sí. Uno pierde un verso o un poema por desatención, por olvido involuntario o voluntario, por exceso de prisa y defecto de memoria, por malos cálculos, por mil razones oiga usted. Y un poema es más difícil de volver a hallar, por su tenue existencia material y la imperfección de nuestra memoria, pero eso forma parte de los riesgos que comporta el oficio. Por eso cuando se recupera un poema que se había extraviado, es como recuperar un tul en una piscina, un camarada perdido en una mina, una carta de amor bajo la lluvia, un trompo de madera de naranjo...
Esta es pues una recopilación de esos poemas perdidos y encontrados que han ido sobreviviendo, de una antología en otra, desde mis primeros años de actividad literaria en Lima, a principios de los años 60, y no encuentran su ubicación en el conjunto de mi obra poética. A algunos se les pone como epílogo de Consejero del Lobo a otros de colofón de Contra Natura atendiendo sólo a su fecha de elaboración, y en general estos poemas flotan como archipiélagos entre unos y otros libros, sin conformar una unidad evidentemente pues nada los aproxima estilística ni temáticamente, y es solamente su condición de poemas sobrevivientes de alguna remota catástrofe lo que los clasifica en un casillero especial, donde todas estas irreductibles individualidades que son estos poemas tan distintos se dan la mano, se reconocen, al menos, como obras de la misma persona en momentos y proyectos diferentes.
Cronológicamente, el poema "El que regresa" que me publicó Manuel Mejía Valera en su revista Juego de Hojas en el año 1964, es el más antiguo. Lo escribí a finales de 1963, en La Habana, cuando ya hacía maletas para volver a Lima, y me preocupaba lo que en ella iría a hallar, al cabo de dos años de ausencia. Es un poema espacial diríamos hoy, que se me ocurrió cuando mi amigo el poeta polaco Kazimierz Piekaretz me hizo descubrir los Caligramas de Apollinaire, y unos poemas de Maiakovsky que se desplegaban en el espacio. Me pregunté como se vería un poema mío en el espacio y me salió éste, bastante largo por cierto. Algunos de los recursos tipográficos que utilicé en este poema, curiosamente, los iría en parte a aplicar en mi siguiente libro, que recién escribiría 5 años más tarde, en Europa.
Este poema pues, recién terminado, lo llevaba en el bolsillo cuando hice escala en México, el 16 de enero de 1964, para cambiar de vuelo pues Cubana de Aviación no llegaba al Perú. En el Distrito Federal llamé al cuentista peruano Mejía Valera, al que había sido recomendado por nuestro común amigo el poeta Gonzalo Rose, y Manuel me invitó a almorzar al día siguiente, en un restaurante céntrico. Durante el almuerzo Manuel me preguntó si no tendría un poema para su revista Juego de Hojas, muy bien pagado desde luego, como se acostumbra en México. Y yo tenía justamente ese poema en el bolsillo, yo me pregunto para qué. Acepté, desde luego, este regalo del cielo, y en cambio le entregué la única copia que tenía de "El que regresa", porque por entonces el papel carbón andaba escasísimo en Cuba, todavía no existían las fotocopiadoras y las computadoras personales aún no se habían inventado. Apenas llegué a Lima me olvidé del asunto, porque de inmediato me metí en otro rollo, y luego me aboqué a publicar mi primer libro de poemas que había escrito en Cuba, Consejero del Lobo, y seguí escribiendo en un tono derivado de aquel, pero dejé por completo la experimentación espacial en poesía durante muchos años.
Mucho tiempo más tarde, alguien me hizo llegar la revista Juego de Hojas y me sorprendí de encontrar ese poema mío, tan decididamente espacial, y completamente sui generis, que había totalmente olvidado. Pero como no tenía donde ponerlo, lo dejé pues donde estaba, y nunca se nos ocurrió, ni a mí ni a mis antologistas, incluirlo en ninguna edición de mi obra poética. Creo que desconocían su existencia, y yo tampoco la mencionaba, porque simplemente no me acostumbraba a ser el autor de ese poema, no porque fuera malo, sino porque no formaba parte de mi libro, y no tenía donde ponerlo. Y así pasaron los años, hasta que el profesor español Fernando de Diego lo encontró cuando reunía mi obra para una edición de mis Nuevos Poemas Completos, en España, y lo incluyó en el corpus de mi obra poética, con mi beneplácito. Fue el último poema que escribí en suelo cubano, a los 22 años de mi edad, regresando a mi país luego de mi primera salida fuera, y seguramente por eso todavía me impresiona.
Por cuestiones de seguridad, antes de salir de Cuba yo mandé a hacer 4 copias del manuscrito de Consejero del Lobo: la primera se la di a mi editor, José Mario Rodríguez Pérez, director de la editorial "El Puente", con quien suscribí un contrato de edición por 1000 ejemplares, por la que me pagaron 300 pesos de adelanto, que me iban a servir para pagarme mi pasaje de regreso a Lima por "Cubana de Aviación" y al final no me lo cobraron. La segunda copia yo me la llevaba para editarla también en Lima, pero temía que me la confiscasen los policías del aeropuerto de Lima, que ya me habían decomisado en una vuelta anterior la decadente novela El reposo del guerrero bajo el estúpido argumento de que también podía ser "el guerrillero"... Por esa razón le dejé la tercera copia a mi antigua novia Bertica Díaz Castro, que fue también la mecanógrafa del poemario, para que me la envíe por correo, en varias entregas de tamaño carta, una vez que yo hubiere verificado si habían moros en la costa. Y en fin la última copia la dejé en manos del peruano Raúl Dávila, el poeta-odontólogo, en quien no confiaba mucho, con otros poemas igualmente inéditos y papeles de trabajo, con el encargo de traérmelos a Lima o mandármelos por correo según yo le indicara, pues a él le tocaba regresar al Perú apenas dos meses después.
Mi copia la traje conmigo, dentro de mi única maleta, y los "perspicaces sabuesos" del aeropuerto de frente me la confiscaron con todos mis papeles, además de mi pasaporte, con su enorme rojo sello que decía "Estuvo en Cuba", que yo tenía que ir a reclamar al Ministerio del Interior. Si no dejo el poema "El que regresa" en México, también me lo hubieran confiscado, y seguramente ya no existiría. Perversamente me alegré de haberlo ya previsto, y de no haber perdido el único manuscrito de mi primer libro en las mazmorras de la comisión de censura de la PIP. Le mandé pues una carta urgente a Raúl Dávila, para que me mande mis papeles por correo certificado, y el me respondió que había quemado todos mis papeles por seguridad pues se iba a quedar en Europa a vivir, y ya no volvía al Perú, y finalmente Bertica fue la única que sí cumplió puntualmente, y me mandó el manuscrito en 5 abultadas cartas, que constituyen el original del libro, que tenía unas 80 páginas en papel cebolla con tinta azul, y del que en Lima publiqué sólo la última parte, la titulada "Eclipse" en la edición Cubana, que es la más completa.
Pero entre los papeles que Raúl quemó, había 2 poemas que me interesaban particularmente porque en ellos jugaba sobre un ritmo medio hipnótico, y trataba de inducir al trance por medio de las palabras, asociándolas por el sonido más que por las ideas, que yo llamé "Rito de la Memoria" y "Rito de la Conciencia", respectivamente. Eran poemas muy largos con paréntesis que encerraban paréntesis que encerraban paréntesis, como muñecas rusas, y siempre estallaban de sonido, asociaban sonidos y dislocaban sentidos y apelaban a onomatopeyas o lo que Alfonso Reyes llamaba Jitanjáforas, palabras inventadas, con sonido propio y un "sentido flotante" bien surrealistón, para qué. Y es que yo me encontraba en el centro mismo del ritmo y del sabor, en la mágica Cuba, donde todo es sonido, y todo sonido se articula en ritmo... Sabol! Por eso me dio pena perder esos poemas, porque pensé que ya nunca podría volverlos a rehacer fuera de Cuba, pensé que Cubita la Bella les daba el ritmo, que dependían del aire de la bahía de la Habana, y felizmente no era así.
Por esos días, ya de vuelta en Lima, me impresionó mucho un hecho del que fui testigo cercano: mi amigo Gonzalo Rose perdió los 42 textos de su poemario Informe al Rey, en un taxi, cuando lo llevaba a la imprenta. No era la primera vez que le pasaba, porque ya había extraviado alguno que otro poemario en un bar, pero esta vez si que le dolió, y tuvo el coraje y el buen tino de rehacerlo sobre la marcha, como el jinete que se cae del caballo y como no quiere enfriarse y agarrarle miedo al animal, se vuelve a montar encima, medio maltrecho... y Gonzalo lo rehizo enteramente en un par de meses, y me decía que lo había mejorado, que antes estaba muy verboso y ahora lo encontraba más preciso, más seco, como un buen Pisco sour... Ese ínclito ejemplo fue, creo, lo que me indujo a tratar de reconstruir, a poco de mi regreso a Lima, el tono y la manera de estos poemas perdidos a través de un poema, consecuentemente llamado "Rito de Purificación", que escribí en el Cuzco, en la cuesta de Colcampata, en casa de los Lomellini, durante un viaje memorable con Aurora Braun, en octubre del 65... Ese poema apareció en la antología Los Nuevos como parte de mi selección de poemas, que publicó Leonidas Cevallos en 1967. Comienza un poco guturalmente y marca el ritmo, y se va desarrollando como una envolvente ceremonia vudú o una bajada de santo en un Bembé. Pero este poema así aislado, parecía un error de mi poética, un camino equivocado como lo hizo notar José Miguel Oviedo: una golondrina no hace verano. Pero como mi intención era sólo la de experimentar, y no la de desarrollar un proyecto más amplio, quedó allí, como una suerte de delirio fónico con fondo de Ravi Shankhar, como un elefante de yeso partido en medio de la granja, que a veces aparece en una u otra antología, y siempre con erratas.
Otros notorios sobrevivientes de aquellas épocas son los 5 poemas de "Crónica", últimos rezagos de ese poemario que se llamó Ejercicio del Mando, que escribí inmediatamente después de Consejero del Lobo. Era un poemario medio torturado, sobre la muerte de algunos amigos cercanos, como Edgardo Tello, Javier Heraud, en la guerrilla del ’65, donde también murió Luis de la Puente Uceda, con quien alguna vez trabajé en Prensa y Propaganda de su partido, el MIR. Tuve la desverguenza de enviar ese poema al concurso "Casa de las Américas" y hasta hoy agradezco a los señores jurados, que tuvieron el buen tino de no darle ningún premio, porque era un libro bastante irregular, lleno de azotes que yo mismo me daba, y creo que torpe, desmanado, del que salvé las mejores partes antes de "darle candela" como dicen los cubanos, en una quema anual de papeles a la que sobrevivían sólo los mejores. Y de todo aquello sólo han quedado estos 5 poemas de "Crónica", que hablan de eso mismo, del dolor de la derrota, de los jóvenes muertos, del fracaso de la revolución, de la falta de sentido de la Historia... En un taxi perdí, como Gonzalo, el mejor poema del libro, "Ejercicio del Mando" que daba nombre a la colección y acababa diciendo:

"Sé que en alguna parte de nosotros existe la grandeza
pero ya es imposible percibirlo
sólo es el miedo, el hambre, la colera y la muerte…"


Pero ese nunca pude reconstruirlo. A veces lo he soñado.
Por aquellos atormentados tiempos de exaltados amores que solían terminar mal, tuve un ejemplar romance con una joven y bella pintora, Aurora Braun, uno de cuyos dibujos sirvió de carátula a la primera edición peruana de mi poemario Consejero del Lobo, que al fin pude pagar de mi bolsillo en Noviembre del 65, dos años después de haber terminado de escribirlo. Pero las cosas duraron un año apenas con la bella judía, y al cabo de dos abortos ambos salimos maltrechos del asunto, ella se casó con otro, y yo escribí un par de poemas "Relato de Otelo" y "Relato de Odiseo" que nunca supe dónde poner, y entraron en diversas revistas y antologías, pero generalmente fuera de contexto, porque venían del brazo uno con otro, como el amor del dolor... A esos también los perdí de vista, y los recuperamos para mis Poemas Reunidos de Mosca Azul en el 87... Otro que rescatamos de una revista mimeografiada llamada "El Gallito Ciego" que sacaba Mirko Lauer con Leonidas Cevallos en La Católica de mediados de los ‘60, es el poema "Adolescente que Despierta" por el que siempre tuve un cariño especial, y me sentí feliz de haber vuelto a encontrarlo, encantado de haber sido yo quien lo escribiera... Es de aquella misma época dramática y sombría, pero a través de sus versos se filtra el Sol serrano, el frío aire de la cordillera, que te despierta de la pesadilla y te revela el mundo otra vez...
Mi segundo libro de poemas, Contra Natura, fue curiosamente desencadenado por un poema que omití en el libro, no sé si voluntaria o involuntariamente. El caso es que "Canción de la Inglesa", que me dio el nuevo tono que yo andaba buscando en la poesía anglosajona, se quedó fuera del libro, como Moisés fuera de la Tierra Prometida, y ya nunca fue parte de ella, a pesar de su obvia y estrecha vinculación. El poeta Pablo Guevara ha hecho todo un enjundioso y larguísimo estudio de este poema, que se ha publicado yo creo en Internet aparte de otros medios, pero este poema tampoco tiene un libro al cual pertenecer, y cumplida su misión de detonador del libro, se ha quedado en la orilla. Es por eso que también integra este heterogéneo volumen, porque los poemas tempranos suelen tener el mismo destino que los tardíos, y nunca están en el cogollo del manjarblanco, si entiende usted lo que quiero decir, sino en su periferia doradita...
En 1975, ya pasado el furor creativo que tuvo como resultado final Contra Natura y ya publicado el libro, escribí un par de poemas de tema psicoanalítico, "Escena Prima" y "Paisaje con Infante" pues ya estaba próximo a terminar un tramo de mi psicoanálisis y comenzaba a interesarme en él en tanto que tema y forma literaria, lo que me llevaría a escribir la novela Aprendizaje de la Limpieza todavía en el 78, que reproduce fondo y forma del tratamiento psicoanalítico que pasé durante 7 años, principalmente en París. También esos poemas se quedaron flotando por ahí, fueron publicados en revistas, y después se les adjuntó a los Poemas Reunidos que sacó Mosca Azul, porque nadie sabía donde meterlos.
Por aquella misma época, mediados de los ’70, fue cuando viví en Mallorca y anduve jugando con la posibilidad de "oscurecer la oscuridad" haciendo unos poemas sin estructura lógica, sin armazón conceptual, mas bien impresionistas, o puntillistas, que se guiaban en la noche por asociaciones de imágenes y sonidos, en torno de un tema central, que terminó siendo El Tarot, las 22 cartas del Tarot de Marsella como soporte iconográfico, temático y simbólico. Era una selva de referencias, y visiones y símbolos y sonidos que yo escribía medio sonámbulo, y como no estaban cortados rítmicamente como versos, y de ninguna manera tenían rima, no era fácil de acordarse de ellos, parecían imágenes de revistas clavadas con chinches en un muro, y nunca me aprendí de memoria ninguno de esos poemas. Mi amigo el pintor argentino Fernando Maza, que me alojaba en su casa de la Cala de Deya, donde escribí muchos de esos poemas, ilustró uno de ellos, creo que la carta correspondiente a "Maison Dieu", o La Torre, que yo había escrito a mano hasta la mitad de un pliego de cartulina, en cuya otra mitad Fernando dibujó unas letras volumétricas cayendo de las alturas sobre fondo de desierto rojo, y hasta lo vendió a un coleccionista. Era sólamente un ensayo, porque ambos ya habíamos decidido hacer un libro juntos, con las fantásticas guaches de Fernando en el reverso de mis textos, y hasta habíamos ya hablado con la agente Carmen Balcells para que nos busque editor...
Cuando regresé a París en septiembre del ’75, ya tenía los borradores listos, sólo faltaba corregirlos; y aquí es donde sobrevino la catástrofe.
Había ya dado por terminados 4 poemas: "La Papisa", "El Colgado", "El Papa", "Rueda de la Fortuna", que guardé en mi escritorio, y salí a pasear por los bulevares, con los 18 restantes poemas en mi bolso de cuero que colgaba de mi hombro, y era una tentación para los rateros. A mí me encantaba sentarme en un café del Barrio Latino, con el noble propósito de corregir allí mismo mis poemas, viendo pasar a la gente variopinta de París, tomádome un expreso, distraído mirando a las hembritas... Y no pasó nada, nadie me robó el vistoso bolso, ni me bolsiqueó en el Metro, ni me miró mal, y avancé un montón con la corrección de los poemas. Ya por la noche, cuando me tomaba un aperitivo en mi bistrot favorito, "Le Rosebud", rue Delambre, antes de irme al cine, con el bolso posado a mis pies, me distraje y salí raudamente hacia el cine sin el bolso. Llegado a la esquina, me di cuenta que algo me faltaba y regresé volando al bistrot, donde ya no encontré el bolso donde lo había dejado, nadie me dio razón, y le pregunté a Daniel, uno de los mozos, si lo había visto. Reflexionando un poco me dijo que ya sabía quien podía tenerlo, y me prometió recuperármelo en un par de días, aunque no quiso darme el nombre de su posible secuestrador. En efecto, dos días después Daniel me devolvía el bolso, pero completamente vacío, explicándome que lo primero que había hecho el tipo que lo encontró, era vaciar todos los papeles a la acequia que bordea el Rosebud, que eran mis 18 poemas de "Tarot", ni más ni menos. Casi me muero. Ahí mismo me di cuenta que nunca más podría reconstruir nada, porque no recordaba siquiera uno completo. Quedaron 4, que se han publicado aquí y allá, y últimamente se anexaron a la cola de Contra Natura en la edición del Fondo Editorial de San Marcos del 2002.
En fin, "Nudo Borromeo" que forma parte central de esta selección realizada por el azar, el descuido, el destino, es seguramente el poema más largo que he escrito, y para alguno que otro crítico, el mejor. Y esto seguramente porque por aquel tiempo, principios de los ’80, yo andaba interesado en la técnica del poema largo, pero no narrativo, ni hímnico, sino dividido en stanzas, o momentos, planeaba escribir un nuevo libro con varios poemas largos, de los que tenía una serie de borradores que me llevé a una granja de la región de Borgoña, Francia, donde nos invitó una amiga de mi pareja de entonces, Anne Van de Casteele, y allí pasamos un mes en el verano de 1980. Me dediqué obstinadamente a terminar el poema, y conseguí integrar varios momentos en una escritura fluida, heterogénea, reflexiva, suerte de Ouroboros que se enrosca y se muerde la cola estrellada, y deja al Enigma intacto, al centro... Pero ese poema se comportó mas bien como un agujero negro, que debido a su extrema condensación se chupó todo el material que pensaba poner en otros poemas, y no me dejó ni un conchito para iniciar desde allí el siguiente poema... Me dejó completamente exhausto, vacío, hastiado, sin las menores ganas de escribir otro poema largo. Me acordé del verso del Bardo Criollo, "Toda repetición es una ofensa", y lo dejé ahí nomás. Lo publiqué en una revista llamada Escandalar dirigida por el cubano Octavio Armand, y luego ha salido aquí y allá, incluso hay una excelente traducción al inglés por mi vieja amiga Alita Kelley. Ahora también ha sido adscrito como poema-satélite a la última edición de Contra Natura, en donde nada tiene que ver, pero en absoluto...
Si la intención última de este nuevo ordenamiento de mis poemas es que ninguno se quede sin techo, sin libro a quien reclamarle su lugar, debo entonces incluir en este volumen aquellos poemas que escribí para presentar la exposición de algún pintor amigo. Hacían las veces de catálogo, y el primero de ellos, "4 Proposiciones para Max Reihman" lo presentamos, traducido al francés, en ocasión de la primera exposición de este amigo alemán, en el Salón de Jóvenes del Centro Pompidou, en París, en octubre del ‘77. Luego, al filo de los años, fui escribiendo otros catálogos para otros pintores amigos, Herman Braun, Emilio Rodríguez Larraín, Armando Andrade, Oswaldo Sagástegui, Ricardo Wiese, Sylvia Westphalen... Los hemos pues dispuesto en una sección titulada "Catálogos". Y antes de cerrar las puertas e irnos, incluiré unos últimos pasajeros que he recogido como de pasada, para que no se queden a la intemperie: unos poemas que flotan entre Lima, México DF y Altafulla, lugares entre los que pasamos una temporada algo accidentada con toda la familia, a principio de los ’90.
Aspiro a que esta reunión de poemas de diversos momentos, épocas, y países, perdure en este mismo orden, bajo esta misma ensena, pues por fin tienen su libro de referencia esos poemas que erraban en el espacio, rebotando de libro en libro, y ahora han encontrado su sitio y orden definitivo.
De cualquier modo NUDO BORROMEO Y OTROS POEMAS PERDIDOS Y ENCONTRADOS se plantea como un volumen independiente de Consejero del Lobo, Contra Natura y Memorial de Casa Grande constituyendo, de facto, el cuarto volumen de mi obra poética.


Rodolfo Hinostroza
30 de junio del 2006,
Lima, Perú.